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En primer lugar, los seres humanos tendemos a hacer gestos como este para concentrar nuestra atención. La información irrelevante nos distrae: si lo que nos interesa se puede ver sólo con un ojo, dejamos de utilizar el otro.

Por la misma razón guardamos una mano cuando estamos haciendo algo con la otra o nos tapamos un oído para centrarnos en lo que escuchamos por el otro lado. Además, el cerebro se siente perturbado cuando la vista -o cualquier otro sentido- es excitado durante mucho tiempo por el mismo estímulo. En este caso, el ojo que no está calibrando la escena que pretendemos fotografiar estaría viendo durante demasiados segundos la parte de atrás de la cámara.

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