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El enigma de los vacíos cósmicos

Junto a las galaxias, los grandes vacíos componen la estructura del universo.

En 2011, los astronautas Alvin Drew y Stephen Bowen aprovecharon un paseo espacial para encapsular vacío cósmico –o sea, nada– en un recipiente y traerlo a la Tierra. La misión Mensaje en una Botella fue organizada por la agencia espacial japonesa (JAXA) con el fin de despertar la curiosidad científica entre los jóvenes. Pero ¿qué puede haber de interesante en esa ausencia de materia? Pues mucho. Junto a las galaxias, los grandes vacíos componen la estructura del universo.
En algunos casos son tan enormes que resultan difíciles de encajar dentro del modelo cosmológico estándar. Así, junto a la constelación del Boyero, a más de seiscientos millones de años luz de la Vía Láctea, hay una inmensa nada con forma casi esférica, interrumpida por unas pocas decenas de galaxias distribuidas de forma tubular. Aunque se han descubierto vacíos aún más grandes y misteriosos.
Según Istvan Szapudi, astrónomo de la Universidad de Hawái, la mayor estructura conocida del universo es otro descomunal hueco, esta vez ubicado en la constelación de Erídano: su diámetro mide ¡1.800 millones de años luz! Probablemente, cree el autor del hallazgo, esté relacionado con una gran mancha fría detectada hace años en la radiación de fondo de microondas (CMB, por sus siglas en inglés), el débil eco electromagnético del big bang que baña todo el universo.
Una de las hipótesis para explicar el lunar helado del CMB es que se trata de una ilusión. Según el efecto Sachs-Wolfe integrado (ISW), los fotones ganan energía cuando atraviesan cúmulos y la pierden al cruzar un vacío. Es decir, la señal puede parecer más fría o más caliente de lo que realmente es. Tras superponer los mapas de la radiación de microondas con la distribución de las estrellas en el firmamento, Szapudi apreció un alineamiento entre la mancha y el supervacío de Erídano.
 
Sin embargo, Patricio Vielva, investigador en el Instituto de Física de Cantabria, tiene sus dudas: “Si hubiera muchos vacíos, entonces ese alineamiento no sería tan peculiar. De confirmarse, habría que encontrar una conexión, porque el efecto ISW no es capaz de explicarlo totalmente”.
Más información sobre este campo de la física en Últimos misterios del vacío, escrito por Roger Corcho. Puedes leerlo en el número 414 de Muy Interesante.
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