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Hay dos parámetros para caracterizar un terremoto: magnitud e intensidad. La magnitud es la medida de su fuerza en relación con la energía liberada y se calcula midiendo la amplitud máxima de las ondas sísmicas. En 1935 el sismólogo de EE UU Charles Richter ideó la escala logarítmica de magnitudes que lleva su nombre. No tiene límite superior, y un incremento de un punto implica que la magnitud del seísmo aumenta diez veces. Los más violentos están por encima de 7.

Antes, el italiano Giuseppe Mercalli había creado una escala del 1 al 12 para medir la intensidad de un terremoto, basada en la observación de sus efectos -que es subjetiva-.

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