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Un roce sutil en la calabaza, cuando ha alcanzado su época madura, es suficiente para que el fruto carnoso de esta planta cucurbitácea explote y expulse las semillas a lo lejos. Esta reacción se conoce en botánica con el nombre de dehiscencia explosiva. El estallido de la pared se debe a la turgencia de los tejidos del fruto que aumentan la presión interna. La dehiscencia se manifiesta en todo su esplendor y de manera anacrónica en las especies silvestres de la calabaza, ya que producen más semillas, explotan en diferentes épocas o tienen semillas capaces de soportar las condiciones más adversas y sin necesidad de germinar en el momento adecuado. La dehiscencia explosiva no es exclusiva de la calabaza. Es un fenómeno muy común en botánica en algunos frutos cuyo pericarpo se abre de forma natural. Ocurre, por ejemplo, en el pepinillo del diablo -explosivo al tacto-, la sandía, los fríjoles, la alfalfa, etc, cuyas semillas son expulsadas violentamente cuando el fruto madura.

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