Los cuadros más famosos de Salvador Dalí
El pintor, escultor y pensador catalán nació en 1904 y se convirtió en una de las figuras más representativas del panorama artístico del siglo XX.
Desde la desdichada lucha contra el destino del príncipe Segismundo hasta las travesuras shakesperianas del pícaro Puck, el mundo de los sueños siempre ha sido escenario y fuente de inspiración para artes de todo tipo. Tras la Primera Guerra Mundial surgió en Francia el surrealismo, un movimiento cultural (literario al principio) que bebía de las fuentes del psicoanálisis y explotaba todo el potencial del mundo onírico como reflejo del subconsciente y alejado de cualquier realidad física. Fueron muchos los artistas e intelectuales que se unieron a esta nueva corriente pero, entre todos ellos, Salvador Dalí pasó a la historia por haber convertido toda su vida en una obra surrealista.
Nacido en el seno de una familia acomodada en 1904, Salvador Dalí destacó desde muy joven por su forma de pensar y de plasmar la realidad a través de la pintura. Si bien se inició con el movimiento impresionista, pronto conocería la obra de Picasso y se pasaría al cubismo. En 1921 comenzó sus estudios en Madrid, donde entablaría una profunda amistad con Federico García Lorca y Luis Buñuel, pero su verdadero lanzamiento se produciría al visitar París y unirse a la corriente surrealista de Breton. Su obra se caracterizó por explotar al máximo la abstracción y particular simbolismo del artista en claro beneficio de su propio mundo subconsciente frente a la realidad que le tocaba vivir y que tanto parecía aburrirle. Gran parte de su trabajo giraría en torno a la figura de Gala, su esposa y musa indiscutible, y al método paranoico-crítico que él mismo desarrolló.
Si bien su labor como pintor, escultor, escritor o diseñador fue eufóricamente admirada en todo el mundo y a lo largo de toda su carrera, fue la extravagante personalidad del artista la que le hizo destacar todavía más. Su particular aspecto físico, su ropa, su forma de comportarse o su ocelote Babou; Salvador Dalí era capaz de convertir cualquier situación en una parodia ridícula y absurda. El Teatro-Museo Dalí de Figueres, cuya fachada está decorada con huevos y panes, es un ejemplo del esperpento que caracterizó al artista.
Es innegable que la combinación que el prolífico artista hizo de su obra y vida personal le valió la fama que aún conserva y que le convirtió en uno de los artistas más representativos y afamados del siglo XX. Rostro del surrealismo y sorprendente hasta la saciedad, Salvador Dalí supo plasmar en sus cuadros los rincones más escondidos de su mente.

Salvador Dalí es uno de los pintores, escultores y pensadores más importantes de la cultura del siglo XX. Considerado uno de los máximos representantes del surrealismo, es famoso tanto por su pericia artística como por su excentricidad e impactante manera de ver la realidad.

En 2013 el Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía de Madrid organizó la exposición ‘Todas las sugestiones poéticas y todas las posibilidades plásticas’, título extraído de ‘San Sebastián’ (1927), primer manifiesto artístico del pintor. La exposición proponía “revalorizar al Salvador Dalí como pensador, escritor y creador de una particular visión del mundo”. Fue un éxito absoluto y más de 700.000 personas disfrutaron uno de los mayores éxitos del museo.

Pintado por Dalí entre 1920 y 1921, se trata de un óleo sobre lienzo de 41,5 x 53 centímetros donde el autor mostraba su fascinación por el pintor italiano.
© Salvador Dalí, Fundació Gala-Salvador Dalí, VEGAP, Madrid, 2012.

Entre 1923 y 1926 Dalí pintó al menos una docena de retratos de su hermana Anna María. Esta obra, ejecutada en 1925, es una de las más famosas y reproducidas del autor y representa a su hermana asomándose a la ventana que da directamente al mar en la casa de vacaciones de la familia en Cadaqués. En palabras de uno de los mayores estudiosos de Dalí, Rafael Santos Torroella, este lienzo es “un prodigio en su maestría al combinar los espacios ocupados y los espacios vacíos, haciéndolos equivalentes en sus valores compositivos hasta el punto de que habiendo eliminado hábilmente uno de los batientes de la ventana (el izquierdo), el espectador ni llega a advertir la anomalía que ello supone, y eso pese a que en ello reside precisamente, buena parte de la enigmática belleza que emana de un lienzo de tan límpida serenidad como este”. Está realizada en óleo sobre cartón piedra y tiene un tamaño de 105 x 74,5 centímetros. Actualmente pertenece a la colección permanente del Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía de Madrid.

A punto de entrar en su época surrealista, en lo que podríamos denominar la etapa presurrealista, Dalí realizó obras de enorme complejidad y belleza como ‘Asno Podrido’ o esta misma ‘Carne de gallina inaugural’, ambas en 1928. Varios elementos destacan en la obra, pero son especialmente reseñables las dos figuras humanas (Dalí y Gala) unidas por una fina línea blanca, además, evidentemente, de las extrañas piedras que llenan la obra. La pintura tiene un tamaño de 75,5 x 62,5 centímetros y está realizada en óleo sobre lienzo.
© Salvador Dalí, Fundació Gala-Salvador Dalí, VEGAP, Madrid, 2012.

Este gran óleo sobre lienzo de 110 x 150 centímetros fue pintado por el autor catalán en 1929. En él se observa una cara boca abajo apoyada en la nariz, con varias insinuaciones sexuales entremezcladas y fusionadas de manera típicamente daliniana. Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía.
© Salvador Dalí, Fundació Gala-Salvador Dalí, VEGAP, Madrid, 2012.

Este óleo y collage sobre panel fue pintado por Dalí en 1929. Mide 50 x 65 centímetros, está influenciada por la pintura “metafísica” italiana y es una de las primeras obras en las que el autor muestra su camino hacia el surrealismo.
© Salvador Dalí, Fundació Gala-Salvador Dalí, VEGAP, Madrid, 2012.

Poco después de pintar 'El Gran Masturbador' Dalí realizó este óleo y collage sobre lienzo de 113 x 87 centímetros en 1930. El cuadro representa la relación con su padre mitificada en la leyenda del famoso Guillermo Tell, que tradicionalmente simboliza la lucha por la libertad contra la tiranía. La obra pertenece a la colección del Centro Pompidou de Paris.
© Salvador Dalí, Fundació Gala-Salvador Dalí, VEGAP, Madrid, 2012.

También conocido como ‘Los relojes blandos’, es la obra más popular de Salvador Dalí. Este óleo sobre tela fue realizado en 1931 en poco más de cinco horas y esconde algunos de los elementos surrealistas más característicos del artista. Aunque algunos lo han interpretado como un homenaje a la teoría de la relatividad, la obra pretende plasmar la inconsistencia del tiempo y cómo este se deforma y retuerce.
© Salvador Dalí, Fundació Gala-Salvador Dalí, VEGAP, Madrid, 2012.

Este cuadro lo pintó el artista catalán en 1934 en óleo sobre tabla y tiene un tamaño de 18 x 14 centímetros. La obra pertenece a la etapa surrealista del autor, en la que Dalí desarrolló su método paranoico-crítico.
© Salvador Dalí, Fundació Gala-Salvador Dalí, VEGAP, Madrid, 2012.

Previendo lo que la Guerra Civil significaría para la sociedad española dividida por aquella época, Salvador Dalí pintó en 1936, unos meses antes del estallido del conflicto, este fantástico cuadro surrealista de 99,9 x 100 centímetros que actualmente se encuentra en el Philadelphia Museum of Art. Atroz, monstruoso y premonitorio, es una de las grandes obras del artista catalán.
© Salvador Dalí, Fundació Gala-Salvador Dalí, VEGAP, Madrid, 2013.

Se trata de un óleo sobre lienzo de 45,5 x 50 centímetros pintado por Dalí en 1943. En él se puede observar una persona naciendo del interior del mundo, representado por un huevo blanquecino, mientras una mujer escuálida con el sexo tapado por una hoja y un pequeño niño agarrado a sus piernas lo observan.
© Salvador Dalí, Fundació Gala-Salvador Dalí, VEGAP, Madrid, 2012.

Este lienzo sobre tabla de 1944 destaca por la impresionante armonía que Dalí consiguió entre los colores y las figuras. Profundo admirador del trabajo de Sigmund Freud y sus teorías sobre los sueños, quiso representar cómo nuestro subconsciente puede reflejar sucesos externos en las imágenes creadas mientras dormimos. En esta obra encontramos a Gala, su musa, durmiendo mientras una abeja revolotea junto a una granada. El zumbido del insecto hará que Gala sueñe con una granada que explota y de la que salen un pez, dos imponentes tigres y una bayoneta.
© Salvador Dalí, Fundació Gala-Salvador Dalí, VEGAP, Madrid, 2012.

Se trata de una de las obras más bellas y conocidas del artista español. Representa el relato recogido en la Leyenda áurea por Atanasio de Alejandría y se puede ver a San Antonio arrodillado en el desierto protegiéndose de las tentaciones que le acechan. Fue pintada en 1946 en óleo sobre lienzo, mide 89,5 x 119,5 centímetros. Actualmente se encuentra en los Musées Royaux des Beaux-Arts de Bélgica.
© Salvador Dalí, Fundació Gala-Salvador Dalí, VEGAP, Madrid, 2012.

En 1947, Dalí pintó esta fantástica pieza de 64,1 x 54,7 centímetros retratando a su colega Pablo Ruiz Picasso. Ambos pintores se conocieron en el primer viaje de Salvador a París, allá por el año 1926, y expusieron obras juntos en más de una ocasión
© Salvador Dalí, Fundació Gala-Salvador Dalí, VEGAP, Madrid, 2012.

Este óleo sobre tela de 49x60 centímetros es uno de los cuadros más representativos de Salvador Dalí. Ejemplo perfecto de la particular visión del mundo y capacidad que el pintor tenía para retorcer la realidad, los elefantes pasarían de ser símbolos reconocidos de fuerza y poder a criaturas frágiles de larguísimas y finas patas que soportan su peso y el del obelisco que cargan. Fue pintada en 1948 y las criaturas se inspiran en el elefante de Bernini de Roma.
© Salvador Dalí, Fundació Gala-Salvador Dalí, VEGAP, Madrid, 2012.

Incluido en la llamada etapa mística del pintor, este cuadro es una representación fotorrealista del Cristo crucificado completamente alejada de lo tradicional sin sangre, corona de espinas ni clavos. Dalí unió elementos personales como la bahía de Port Lligat, donde vivió, con un deseo de resaltar la belleza divina y sencillez humana de Jesús. Con un excelente dominio del claroscuro, este óleo sobre tela de 204.8x 115.9 centímetros se basa en una representación que San Juan de la Cruz hizo en el siglo XVI y que Salvador Dalí pensaba que era producto de una visión.
© Salvador Dalí, Fundació Gala-Salvador Dalí, VEGAP, Madrid, 2012.