Quien se pica...

Un vocablo que tiene muchas acepciones es el verbo picar. Las aves pican debido a que tienen pico, cosa que también tienen las montañas, así como picachos, que sin embargo no pican. Pican, sí, los insectos y el picador con su garrocha en el morrillo del toro. Otro que pica es el obrero, con el pico y la piqueta. También pica el pez en el anzuelo, y el ingenuo que se deja embaucar. Pica el billete el revisor, y nosotros picamos cuando comemos entre horas. El sol lo hace en verano y el alcohol en la herida, cuando escuece. Hay pimientos picantes, como los chistes, y se pica cebolla y lechuga en la ensalada. Hay picapedreros y picapleitos. La caries pica los dientes y la polillas la ropa. Se pica el metal cuando se corroe y el vino cuando se avinagra. Uno puede poner una pica en Flandes o picar muy alto. También se tienen cincuenta años y pico, y hay cosas que cuestan un pico. Se pica el mar, el caballo, los aviones -que caen en picado-, y las bolas de billar, lo que puede hacer que quien más quien menos se ponga picajoso o acabe por picarse.
Y para terminar, citamos al profesor Buenaventura Mínguez, quien en su libro Mi habla pone punto final a un artículo sobre este asunto con un inapelable: "Hay pico de loro y pico de botijo; picadero de caballos y piquera para las colmenas; las campanas repican y el piquete... fusila".
Jesús Marchamalo