Palabros

Lo cierto es que el Diccionario está lleno de términos cuya presencia resulta, cuando menos, sorprendente: tropecientos, por ejemplo, que define una cantidad importante de personas o cosas; molar, en el sentido de gustar; marrón, que significa cargar con un delito -comerse un marrón-, o hacer bisnes, negociar, trapichear.
Existe, por ejemplo, y así aparece, el verbo mapear, para hacer mapas, igual que campeonar, ganar un campeonato, o faxear, que significa enviar o recibir faxes, que uno pensaba que sólo podía utilizarse de manera coloquial.
En lo que tiene que ver con las palabras del mundo de la informática, que la Academia siempre ha sido reacia a aceptar, se ha registrado un aluvión de admisiones, muchas, es cierto también, en cursiva. Así el Diccionario registra input, conjunto de datos que se introducen en un sistema informático; modem, aparato que convierte las señales digitales en analógicas para transmitir datos, o byte, unidad de información, entre otras.
Y ya puestos con el inglés, también es novedosa la inclusión de términos como light, bebida o comida con menos calorías de las habituales; full time, dedicación exclusiva; o free lance, trabajador independiente, que se han añadido a la última edición y están propuestas para ser suprimidas.
También aparece en el Diccionario la palabra slip, que puede utilizarse en lugar de calzoncillo, y pin, en vez de la tradicional insignia. Ahora que a mí, miembra, se ponga la ministra como se ponga, me sigue sonando fatal.
Jesús Marchamalo