
Alude esta frase a una costumbre de los
indios de Norteamérica, que caminaban en fila de a uno
con el fin de dejar una sola huella. De esta manera, sus enemigos, los soldados americanos, no podían saber cuántos eran en realidad. El propio ejército americano adoptó más tarde esta estrategia durante la guerra de Independencia (1775-1783). Después, la expresión se ha hecho universal.