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Un gen para la simpatía

Concretamente, los investigadores analizaron diferentes versiones de los receptores dos hormonas -la oxitocina u hormona del amor, y la vasopresina- que previamente se han relacionado con comportamientos más amables, sobre todo en relaciones cercanas.
Los científicos realizaron una encuesta sobre las actitudes cívicas de una serie de voluntarios, incluyendo si pagaban sus impuestos, si sentían que la gente es en esencia buena o mala, si participaban en actos benéficos o si donaban sangre. A continuación extrajeron una muestra de saliva para analizar su ADN e indagaron si guardaba relación con cierta variante genética para los receptores de oxitocina y vasopresina de sus neuronas. Así confirmaron que, en efecto, existen genes cuya presencia predispone a la generosidad humana y a "percibir el mundo como un lugar menos hostil", explica Michel Poulin, coautor de la investigación. De hecho, las personas que detectan demasiada hostilidad a su alrededor están menos predispuestos a ayudar a los demás. "Las conexiones entre el ADN y nuestro comportamiento son complejas", matiza Poulin, que está convencido de que habrá muchos otros genes que condicinen si somos o no amables con nuestros congéneres.