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Caronte, la luna de Plutón, pudo albergar un océano subterráneo

Según un estudio impulsado por la NASA el análisis de las fracturas que recorren la superficie de Caronte, una de las lunas de Plutón, podría revelar que el satélite pudo albergar un océano.

Según un estudio impulsado por la NASA y publicado en la revista Icarus, el análisis de las fracturas que recorren la superficie de Caronte, una de las lunas de Plutón, podría revelar que el interior del satélite se encontró en el pasado lo suficientemente caliente como para albergar un océano de agua en estado líquido.


Plutón y los objetos que lo orbitan se encuentran 29 veces más lejos del Sol que la Tierra. En su superficie, la temperatura ronda los 229 ºC bajo cero, un entorno demasiado frío para que pueda fluir el agua por ella.
No obstante, un equipo de investigadores coordinados por Alyssa Rhoden, del Centro de Vuelo Espacial Goddard de la agencia estadounidense, ha encontrado interesantes similitudes entre las mencionadas fisuras y las que lucen algunas de las lunas de Júpiter y Saturno, en las que se han encontrado pruebas de la existencia de masas de agua subterránea.


Así, en el caso de Europa, uno de los satélites jovianos, y en el de Encelado, que gira alrededor de Saturno, el tirón gravitacional que ejercen sus respectivos planetas y las otras lunas hacen que sus órbitas presenten una cierta excentricidad y que se generen fuerzas de marea que pueden calentar su interior y estresar su superficie.
Ahora, estos expertos en ciencias planetarias han encontrado que un fenómeno parecido pudo darse en el pasado entre Plutón y Caronte, que posee ocho veces menos masa que el primero.


Tras la formación de este satélite, posiblemente tras el impacto de un gran objeto en Plutón, se originó una gran fuerza de marea que afectó considerablemente a ambos cuerpos. Caronte pudo experimentar fricciones internas y fisuras superficiales. “El modelo que hemos desarrollado predice los patrones que siguen las fracturas de Caronte en función del grosor de la superficie, su estructura, la deformación que ha sufrido y la evolución de su órbita”, indica Rhoden.
La primera nave que se aproximará a este remoto minisistema será la sonda New Horizons, de la NASA, que desde julio de 2015 nos proporcionará observaciones detalladas. “Cuando las comparemos con nuestro modelo podremos confirmar si este satélite tuvo un océano subterráneo en el pasado”, recalca Rhoden.

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