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Desde la Antártida: El témpano

6 de diciembre. Hoy me he sentado a contemplar los témpanos que llegan silenciosos cada noche a nuestra bahía. Son bellísimos, como esculturas de un artista afiebrado en plenas alturas de su creatividad. La mayoría tienen un pálido tinte azul y verde.

Autor: Elena Sanz


6 de diciembre.
Hoy me he sentado a contemplar los témpanos que llegan silenciosos cada noche a nuestra bahía. Son bellísimos, como esculturas de un artista afiebrado en plenas alturas de su creatividad. La mayoría tienen un pálido tinte azul y verde. Y de vez en cuando hay algunos que parecen cristales azul cobalto o verde esmeralda.

El témpano es el resumen de la historia natural del hielo antártico. Es el final de un camino que comienza con unos cuantos cristales de hielo que una nevada depositó en el Polo Sur Geográfico, al menos a 2.400 kilómetros de Palmer. Desde ese momento en adelante, el hielo, que es algo muy plástico, sufrirá una enorme serie de transformaciones. Será compactado, arrastrado, comprimido, deslizado, partido, desmoronado, derretido y vuelto a congelar, como un "transformer", o como un efecto especial en película de ciencia ficción.

Una sola sustancia, agua, bajo la influencia de una sola fuerza, la gravedad. Esa es la geología de la Antártida. En el Polo Sur geográfico, el hielo recién caído se compacta pero también se desliza hacia los lados del continente, como una gran cinta rodante. La Antártida es similar a un tazón de cereal bocabajo, por cuyos lados se tiende a escurrir el hielo. En otras palabras, ese hielo que nace en el polo quiere llegar al mar. Por eso, el marcador geográfico del Polo Sur debe moverse unos 10 metros cada año, para que siempre esté en la posición correcta.

Desde la planicie polar el hielo se desborda hacia abajo en forma de glaciares inmensos, hasta caer en las llanuras costeras, formando plataformas del tamaño de países y de 300 metros de altura. Trozos de ellas se desprenden regularmente formando los llamados "témpanos tabulares", que son extrañamente rectangulares y con el "techo" plano.

Últimamente el calor del agua ha estado debilitando la parte inferior de estas plataformas de hielo, y el aire se encarga de hacer lo mismo en su superficie. Atacadas por ambos extremos, las grandes plataformas están partiéndose como galletas de soda. Especialmente las de la Península Antártica, algunas de las cuales se han desmoronado por completo en cuestión de meses.

Estos grandes témpanos tabulares van fragmentándose a su vez en témpanos más pequeños de formas caprichosas. Los icebergs también nacen cuando los glaciares van dejando caer trozos de hielo, como una serpiente que muda de piel. Empujado por el hielo que viene montaña abajo, nada puede detener el poderoso proceso de un glaciar.

El témpano es la más compleja forma del hielo. Su camino desde el polo dura miles de años. Su corazón ha sido sometido a presiones internas y deformaciones. Ha acumulado burbujas de aire desde tiempos inmemoriales que nos dicen cómo era la atmósfera prehistórica. Es tan denso, tan compacto por su vejez y por el peso que ha debido soportar, que absorbe todos los colores y refleja el azul. Está lleno de capas estructuradas que son como los anillos de un árbol, marcando todas esas nevadas y cambios de temperatura. Ha acumulado polvo y rocas y otras sorpresas orgánicas. Químicamente, el témpano antártico es la forma más pura de agua que existe en el planeta. Es realmente un privilegio el poder tomar un trago con ese hielo milenario, que demora horas en derretirse, y produce un "fffssss" en el vaso por las burbujas que tiene concentradas en su interior.

Ángela Posada-Swafford



Para más información Sigue el periplo de Ángela en "Desde la Antártida"

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