Así fue cómo los rusos llegaron los primeros al espacio
La carrera espacial fue una guerra incruenta entre las dos grandes potencias que surgieron después de la II Guerra Mundial. Desde el primer momento la antigua Unión Soviética se puso por delante de Estados Unidos.

Tanto EE UU como la URSS habían empezado a pensar en satélites artificiales y vuelos espaciales al poco de terminar la II Guerra Mundial. En EEUU todo comenzó a principios de 1945, cuando la Navy's Bureau of Aeronautics se puso a trabajar en ello y, un año más tarde, la RAND Corporation (un think-tank privado con el objetivo de conectar el mundo militar con el de la investigación), a petición de la Fuerza Aérea, comenzó a especular con un World-Circling Space Ship que pudiera llevar un satélite al espacio hacia 1951. Sin embargo, la administración norteamericana no estaba muy emocionada con ello; le preocupaba más tener poderío aéreo y nuclear.
Mientras, en la Unión Soviética, en 1946 el ingeniero militar Mikhail Tikhonravov era nombrado subdirector del instituto secreto de investigación NII-4 de la Academia de Ciencias de Artillería en Moscú y comenzó a trabajar en el proyecto VR-190: desarrollar un cohete que lanzara a un ser humano a un vuelo suborbital (años más tarde Tikhonravov sería responsable del diseño de las sondas enviadas a la Luna, Venus y Marte). En 1948 propuso un cohete de múltiples etapas en el que los motores funcionaban en paralelo para lograr un mayor rango de vuelo. Su propuesta fue recibida con escepticismo en la Academia, cuando no ridiculizada: todo el mundo 'sabía' que ningún cohete podía superar los 1000 km de distancia.
El ingeniero misterioso
A quien sí impresionó fue a Serguéi Koroliov, el homólogo soviético de Wernher von Braun -a lo largo de toda la carrera espacial su nombre se mantuvo en el más absoluto secreto: en todos los papeles oficiales aparecía como El Diseñador Jefe-. Koroliov dirigía el OBK-1 (Oficina de Diseños Experimentales 1) de Kaliningrado y estaba desarrollando el misil balístico R-3. Ambos empezaron a colaborar, inasequibles al desaliento, a pesar de la falta de interés por el espacio de la burocracia estalinista. Pero con la muerte de Stalin en 1953 y el ascenso de Nikita Jrushchov al poder, todo cambió: el nuevo primer secretario del Partido Comunista vio en el espacio una forma de demostrar su superioridad sobre los Estados Unidos.

Jrushchov inició la carrera espacial soviética en un congreso del Partido. Foto: Istock
En 1954 se aprobaba formalmente el programa espacial con el apoyo de la Academia Soviética de Ciencias, algo que se tomó más en serio cuando en 1955 el presidente Eisenhower anunció que enviaría un satélite al espacio durante el Año Geofísico Internacional, a celebrarse entre julio de 1957 y diciembre de 1958. Había que darse prisa: el Programa Sputnik fue aprobado oficialmente el 30 de enero de 1956 y, semanas más tarde, fue refrendado por el propio Jrushchov. Los soviéticos trabajaron a marchas forzadas para enviar un satélite usando el cuerpo del primer misil balístico intercontinental, el R-7 Semiorka, como lanzador. Y el 4 de octubre de 1957 se lanzó una esfera plateada de 56 cm de diámetro, 83 kilos de peso y con cuatro antenas que daba una vuelta a la Tierra cada 98 minutos. "El Sputnik en sí no era el satélite que la URSS había querido lanzar, ni se construyó para que durara mucho tiempo", dijo en el 60 aniversario de su lanzamiento Cathleen Lewis, conservadora en el Departamento de Historia del Espacio del Museo Nacional del Aire y del Espacio de Washington. Los planes soviéticos para un verdadero satélite "se quedaron por el camino", apostilló Lewis.
El Sputnik pudo haber sido una componenda, pero a los ojos del mundo fue una gran hazaña. El pitido que emitía su radiobaliza se escuchó en todas las radios y televisiones del mundo, y estuvo transmitiendo durante 22 días hasta que se agotaron las baterías: fue el primer sonido que recibimos desde el espacio. Se destruyó en la atmósfera a principios de 1958.
Comienza la carrera espacial
Se acababa de dar el pistoletazo de salida a la 'carrera espacial' y el primer asalto lo había ganado la URSS poniendo una esfera del tamaño de una pelota de playa en órbita a 900 km de altura. Fue una sorpresa, y no precisamente agradable, para la mayoría de los estadounidenses, que vivían su particular luna de miel seguros de su superioridad tecnológica y en medio del auge económico de la posguerra. Pero lo que preocupaba a la Casablanca y al Pentágono era otra cosa: la demostración del poder abrumador del R-7, capaz de enviar una ojiva nuclear al espacio aéreo de los Estados Unidos. ¿Podría ser el primer paso de los soviéticos para poner armas en el espacio? "El público estadounidense sintió los ecos del ataque japonés a Pearl Harbor", escribió en su página web la NASA en el 60 aniversario del lanzamiento de Sputnik.

Sello conmemorativo del viaje espacial de Laika. Foto: Istock
El 3 de noviembre de 1957 los soviéticos se adelantaron de nuevo lanzando el Sputnik 2 con un peculiar pasajero, la famosa perra Laika. Pero el viaje era solo de ida, lo que provocó airadas protestas de los defensores de los animales por todo el mundo. Hasta hace unos años no se supo cuánto tiempo vivió la pobre perrita, que pasó de vagabundear por las calles de Moscú a morir en el espacio. Fue en octubre 2002, con motivo de un congreso de astronáutica celebrado en Houston, cuando uno de los científicos del Sputnik 2, Dimitri Malashenkov, reveló que Laika murió entre cinco y siete horas después del despegue, debido al estrés y el sobrecalentamiento.
El 6 de diciembre de 1957, y como colofón a la promesa de Eisenhower, la Marina norteamericana lanzaba el satélite Vanguard TV3: subió poco más de un metro antes de explotar. La prensa norteamericana lo llamó 'kaputtnik'. Error que corrigieron dos meses después con el lanzamiento del Explorer 1. Como premio científico, descubrió los cinturones de radiación de Van Allen que rodean la Tierra. Ese mismo año, el presidente disolvía el Comité Asesor Nacional para la Aeronáutica (National Advisory Committee for Aeronautics, NACA) y con sus restos creaba la Administración Nacional de Aeronáutica y del Espacio (NASA).

Explosión del cohete Vanguard en el primer intento de lanzamiento norteamericano. Foto: Istock
En la década siguiente ambas potencias invirtieron importantes sumas de dinero en el desarrollo de naves espaciales, y enviaron sondas robóticas a la Luna, Venus y Marte. Así, la primera sonda robótica que alcanzó la superficie de nuestro satélite -de hecho, se estrelló aposta- fue la soviética Luna-2 el 13 de septiembre de 1959. Los soviéticos siguieron lanzando Sputniks (hasta un total de ocho) al tiempo que ambos países lanzaban animales al espacio, principalmente monos, chimpancés y perros, para probar si eran capaces de enviar un ser vivo al espacio y traerlo de vuelta sano y salvo.

Yuri Gagarin en 1961. Foto: Getty
Y en abril de 1961, Yuri Gagarin se convirtió en el primer ser humano en orbitar la Tierra. Tres semanas más tarde del éxito soviético, el 5 de mayo, el astronauta Alan Shepard se convirtió en el primer estadounidense en llegar al espacio, aunque no entró en órbita. Y empezó una carrera por ver quién era el primero en mandar dos, tres astronautas, quien se daba un garbeo por el espacio… Pero algo iba a cambiar.
El 25 de mayo el presidente John F. Kennedy hizo una afirmación audaz: los EEUU enviarían a un hombre a la Luna antes del final de la década.