4 fenómenos astrofísicos que podrían acabar con la vida en la Tierra
La vida es algo frágil y podría desaparecer de multitud de formas diferentes. Aquí os contamos las cuatro amenazas astrofísicas más importantes a las que se enfrenta el planeta Tierra, desde catástrofes provenientes de nuestro sistema solar hasta eventos que podrían provenir de más allá de nuestra galaxia.

La vida es algo frágil. A pesar de llevar décadas buscándola y de haber diseñado misiones y experimentos con este objetivo en mente, no hemos encontrado vida más allá de la Tierra. Eso debería ayudarnos a darnos cuenta de lo importante que resulta preservarla y tomar nota de las posibles amenazas que podrían poner su continuidad en peligro. Esas amenazas pueden venir de dentro, como la amenaza que supone la expansión del ser humano para el resto de seres vivos. Pero también puede venir de fuera y en esos casos sería mucho más difícil ponerle remedio y en algunos casos imposible. Veamos 5 formas en las que la vida en la Tierra podría llegar a desaparecer.

Representación artística del impacto de un meteorito de gran tamaño. Foto: NASA
Impacto de un asteroide o cometa
Esta es la opción más evidente, como bien se encarga de recordarnos la industria cinematográfica con películas como Armageddon o No mires arriba. También fue la causa que provocó la última de las 5 extinciones masivas que ha sufrido nuestro planeta, la que acabó con el dominio de los dinosaurios. Cuando un objeto de gran tamaño impacta contra la Tierra, libera una gran cantidad de energía en forma de calor y ondas de choque. Si el objeto es lo suficientemente grande, la energía liberada podría ser millones de veces superior a la de una bomba nuclear. En junio de 2002 por ejemplo explotó un meteorito sobre el mediterráneo oriental, entre la costa de Grecia y la de Libia, que liberó tanta energía como la bomba atómica lanzada sobre la ciudad japonesa de Nagasaki a pesar de que fue lo suficientemente pequeño como para no ser detectado antes del impacto.
La energía liberada podría causar maremotos y terremotos de magnitudes inconcebibles, levantar polvo y escombros en la atmósfera provocando un invierno nuclear e incluso desencadenar incendios o erupciones volcánicas. El meteorito que alcanzó la Tierra hace 66 millones de años acabó con tres cuartas partes de las plantas y animales que habitaban nuestro planeta en aquel momento, a pesar de tener un tamaño estimado de tan solo 11 kilómetros de diámetro. Se conocen miles de asteroides mucho mayores, si alguno de ellos se alcanzara la Tierra en el futuro podría traer consecuencias mucho peores. La misión DART de la NASA ha sido un primer intento de investigar cómo podríamos defendernos ante una amenaza así.

Representación artística de una estrella devorando un planeta. Foto: IGO/NOIRLab/NSF/AURA/M. Garlick/M. Zamani
Nuestro propio Sol
La Tierra orbita alrededor de una esfera gigantesca de gas y plasma millones de veces más grande y pesada que ella misma, en la que se estima que varios cientos de millones de toneladas de hidrógeno son fusionados cada segundo a temperaturas de millones de grados. Este monstruo astronómico que es el Sol ha permitido la aparición de la vida en la Tierra y podría ser la causa de su desaparición, si ninguna de las otras opciones aquí consideradas se le adelanta. Por un lado, el Sol emite ocasionalmente grandes llamaradas varias veces más grandes que nuestro planeta, las conocidas como eyecciones de masa coronal. Nunca se ha observado ni se tiene constancia de una eyección capaz de acabar con la vida en la Tierra, aunque sí que podrían acabar con la sociedad tecnológica actual, incapacitando nuestras redes eléctricas permanentemente.
El Sol ya ha superado aproximadamente la mitad de su vida y durante los próximos miles de millones de años sus capas externas irán hinchándose primero lentamente y más rápido hacia el final de sus día. Este aumento de tamaño hará que, eventualmente, las temperaturas sobre la superficie terrestre aumenten tanto que se evapore toda el agua y desaparezca la vida. Esto no ocurrirá hasta dentro de al menos mil millones de años, pero es la única entrada de esta lista que sabemos con certeza que ocurrirá.

Nebulosa formada tras una explosión de supernova. Foto: NASA, Hubble ST
Supernova
El término supernova hace referencia a explosiones intensas de origen estelar, aunque existen supernovas de diferentes tipos. Los dos principales son los que tienen su origen en la muerte violenta de una estrella muy masiva, conocido como Supernovas de tipo II y los que tienen su origen en una enana blanca que le ha robado masa a otro cuerpo y ha superado el límite que impedía que se convirtiera en un objeto todavía más compacto. Estas supernovas son del tipo Ia. Ambos eventos son increíblemente poco comunes, pero podrían ser lo suficientemente energéticos como para afectar la vida en la Tierra e incluso como para llegar a erradicarla. Se ha detectado el aumento en la concentración de ciertos elementos en bloques de hielo antiguo de la Antártida que han podido relacionarse con dos supernovas que fueron observadas y estudiadas en los años 1006 y 1054. Consideramos que una supernova de tipo II debería ocurrir a menos de aproximadamente 25 años luz para poder afectar seriamente a nuestro planeta. Por suerte la estrella candidata más cercana a explotar de esta forma está situada a unos 500 años luz de distancia.
Un evento relacionado con las supernovas que podría afectar a la vida en la Tierra son los estallidos de rayos gamma, estos se producen durante las explosiones más energéticas y solo han sido detectados fuera de nuestra galaxia. Sin embargo existe la posibilidad de que la extinción masiva ocurrida hace unos 450 millones de años, que marcó el límite entre los periodos geológicos Ordovícico y Silúrico fuera causada por uno de estos estallidos. Al ser mucho más potentes que una supernova normal, podrían llegar a afectar a la Tierra incluso ocurriendo a pocos miles de años luz de distancia.

Representación artística de un planeta errante. Foto: NASA
Objeto errante
Aunque los planetas, asteroides y cometas del sistema solar tracen órbitas bastante estables alrededor del Sol, en ocasiones puede darse un encuentro fortuito que lance uno de estos objetos al espacio interestelar, como pensamos que ocurrió millones de veces durante los inicios del sistema solar. También una estrella puede abandonar un sistema estelar múltiple o incluso un agujero negro pueden salir despedidos de su sistema original. Se conocen multitud de objetos errantes, que viajan por el interior de la galaxia o incluso entre galaxias, sin estar anclados a un sistema concreto. Si uno de estos objetos se acercara lo suficiente a la Tierra o al sistema solar, podría provocar catástrofes inimaginables. No necesitaría impactar directamente contra la Tierra, como en el caso del asteroide o cometa y de hecho cuanto más masivo fuera menos necesitaría acercarse. Si una estrella como nuestro Sol pasara decenas de veces más lejos que Plutón de nuestro planeta, el sistema solar sería modificado por completo.
Referencias:
- Keller G. (2005). "Impacts, volcanism and mass extinction: random coincidence or cause and effect?" (PDF). Australian Journal of Earth Sciences. 52, doi:10.1080/08120090500170393
- Schröder, K.-P.; Connon Smith, R. (2008). "Distant future of the Sun and Earth revisited". Monthly Notices of the Royal Astronomical Society. 386, doi:10.1111/j.1365-2966.2008.13022.x
- Gehrels, N.; Laird, C. M.; Jackman, C. H.; Cannizzo, J. K.; Mattson, B. J.; Chen, W. (2003). "Ozone Depletion from Nearby Supernovae". Astrophysical Journal. 585, doi:10.1086/346127
- Sahu, Kailash C.; et al. (25 May 2022). "An Isolated Stellar-mass Black Hole Detected through Astrometric Microlensing". The Astrophysical Journal. 933, doi:10.3847/1538-4357/ac739e