'Decrecentismo', 'colapsismo', 'tecnooptimismo'. El 'quién es quién' en la emergencia climática
El campo semántico alrededor de la crisis climática antropogénica se ha enriquecido con toda una serie de neologismos de los que apenas distinguimos su significado.
El clima está cambiando, lo ha cambiado la actividad humana, pero la responsabilidad no se distribuye de forma homogénea. Cada país contribuye al cambio de manera distinta, y, como ocurre con la riqueza, las desigualdades son muy significativas: la mayor responsabilidad recae en unas pocas empresas grandes, en un puñado de personas, y en un sistema capitalista feroz. El resultado de tales acciones es la crisis climática en la que nos encontramos inmersos.
Y, por supuesto, las consecuencias de esta emergencia climática no las sufren todos por igual. Determinadas regiones tendrán un impacto muy superior a otras, que apenas verán variadas sus condiciones climáticas. Igualmente, ciertos países o clases sociales disponen de más medios para mitigar o evadir ese impacto, mientras la mayoría lo sufrirá de forma irremediable.
En este panorama tan poco alentador, ha surgido un nuevo vocabulario un tanto confuso. ¿Qué es exactamente ser ‘colapsista’? ¿Es lo mismo colapsismo que decrecentismo? ¿Puede la tecnología salvarnos de esta? ¿Y qué es la ansiedad climática?
En este artículo, intentaremos responder las preguntas y aclarar estos términos.

El decrecentismo apuesta por decrecer económicamente para evitar la catástrofe — Orbon Alija / itock
‘Decrecentismo’: o decrecemos, o todo se va al garete
Según el último informe del Panel Intergubernamental del Cambio Climático (IPCC, por su siglas en inglés), la estimación más optimista es que, a corto plazo, el nivel de calentamiento global causado por la actividad humana no supere 1,5 °C sobre las temperaturas medias del siglo XX. Porque, incluso aunque se detuvieran las emisiones en este mismo momento, la actividad acumulada hasta ahora tiene una inercia que es difícil de frenar. Sin embargo, el escenario más probable distan mucho de lograr las cero emisiones en los próximos años, y por tanto, el objetivo de 1,5 °C es prácticamente inalcanzable.
Algunos cambios futuros son inevitables o irreversibles, pero sí pueden limitarse mediante una reducción profunda, rápida, sostenida y global de las emisiones de gases de efecto invernadero. Cuanto más tarde lleguen esas acciones, cuanta más tibieza haya en la toma de decisiones, y cuanto más se evada la cuestión de forma global, más nos acercamos a un colapso climático irremediable. Las soluciones tomadas por algunos países, de reducir sus emisiones mediante la deslocalización de la industria, llevándola a otros países que, solo desplaza el problema a otras áreas. Si la acción no es global, no será eficaz.
El decrecentismo defiende la idea de que, para evitar el colapso, es necesario un decrecimiento económico, que debe ir acompañado de un cambio de paradigma social para reducir las evidentes desigualdades. Para el decrecentista, el mero concepto de ‘desarrollo sostenible’, entendido en términos económicos, es un oxímoron y una quimera en sí: si hay desarrollo económico, no puede ser sostenible.
El decrecentista apuesta por reducir el consumo y la producción global, y sustituir el capitalismo por una sociedad justa y sostenible, en la que el bienestar social y ambiental reemplace al producto interior bruto como medida del índice de prosperidad. El decrecentismo aboga, pues, por decrecer para evitar el colapso, basándose en que ‘no se puede crecer de forma infinita en un planeta con recursos finitos’. Y a pesar de lo que afirman alguno, no busca ni ‘volver a la edad de piedra’ ni ‘regresar al siglo XIV’.

El colapsista cree que la catástrofe es inevitable — gremlin/itock
‘Colapsismo’: el desastre ya está servido
Otra corriente de pensamiento, el colapsismo, plantea que incluso el decrecentismo es demasiado optimista; que la emergencia climática ha llegado a un punto de no retorno y, tarde o temprano, traerá consigo el colapso social y, probablemente, el colapso ecológico.
Algunos colapsistas aseguran que no importa lo que haga el ser humano; esa inercia que la humanidad lleva décadas impulsando no se va a detener tan fácilmente, y que incluso aunque, de la noche a la mañana, se pase a un escenario global de cero emisiones y sostenido en el tiempo, el colapso es inevitable.
Otros no son tan drásticos, y admiten que, al menos teóricamente, el colapso podría evitarse, pero, en la práctica, no hay forma alguna de alcanzar esos objetivos. Según estos colapsistas ‘moderados’ el ser humano es incapaz de llevar a cabo los cambios necesarios para lograr decrecer; el ‘punto de no retorno’ hacia el colapso no ha llegado aún, pero la humanidad va encaminada directamente hacia él inexorablemente, y no va a cambiar de rumbo.

La ansiedad climática o ‘ecoansiedad’ afecta a muchos jóvenes - xijian
‘Ecoansiedad’: el miedo al cataclismo ambiental
En este escenario tan catastrófico (¿o catastrofista?), es normal que haya personas que sufran un temor casi crónico a un futuro, cada vez más oscuro.
La ‘ecoansiedad’ o ‘ansiedad climática’, no está aceptada como diagnóstico clínico, y por tanto, no se reconoce como tratorno. Sin embargo, varias publicaciones científicas recogen el término, su significado y sus causas. Un estudio científico publicado en 2021 en la prestigiosa revista médica The Lancet y llevado a cabo por Elisabeth Marks y colaboradores de la Universidad de Bath recopiló información abundante sobre los síntomas que perciben los jóvenes con ansiedad climática.
La mayoría reportaron tristeza, ansiedad, enfado, impotencia, indefensión y, también, culpa. Más del 45 % de los participantes en el estudio afirmaron que sus sentimientos sobre el cambio climático afectaban negativamente a su vida diaria, y muchos afearon las respuestas gubernamentales, percibiendo sentimientos de traición por su parte.
No es de extrañar que, entre las nuevas generaciones, vaya apareciendo toda una nueva ola de activismo climático: ellos son, al fin y al cabo, quienes heredarán un mundo en ruinas.

El tecnooptimita apuesta por que la tecnología nos salvará de la catástrofe — metamorworks/iStock
‘Tecnooptimismo’: la tecnología nos salvará
Los avances tecnológicos ya han evitado desastres en el pasado. Ante la gran crisis que planteaba el exceso de consumo de carbón, la tecnología permitió emplear un nuevo combustible, mucho más abundante, barato y eficiente: el petróleo. Es esa misma tecnología la que, ahora, está reduciendo el consumo de combustibles fósiles en favor de energías renovables.
La tecnología ha solucionado otras veces el problema de la ‘catástrofe malthusiana’, y no solo en términos energéticos: también en agricultura, en medicina, y en otros campos. ¿Por qué no iba la tecnología a superar esta nueva crisis?
Los tecnooptimistas apuestan por esta vía. Según esta corriente, la crisis climática será superada gracias a la tecnología; gracias a los avances tecnológicos, es posible mantener el ritmo de consumo actual, sostener un crecimiento económico, y a la vez, resolver la crisis climática. Un verdadero desarrollo sostenible. ¡Viva la tecnología!
¿Qué dice la ciencia?
Lo cierto es que el debate está abierto tanto en la sociedad como en los círculos científicos. La postura colapsista se considera, en general, demasiado extrema; al margen de ello, hay especialistas que se declaran decrecentistas, y otros más tecnooptimistas.
Sin embargo, las pruebas parecen apuntar más en una dirección que en otra. El tecnooptimismo es una apuesta a futuro, con una gran incertidumbre. Anteriores crisis resueltas gracias a soluciones tecnológicas han llevado siempre a un crecimiento, pero también es verdad que es ese crecimiento, en un escenario de consumo masivo, el que ha desembocado en la situación actual.
Otra crítica científica al tecnooptimismo es que se plantea como una solución retroactiva, en la que el futuro puede tener, de algún modo, efecto sobre el presente, ignorando los posibles límites de la tecnología —todavía desconocidos— y asumiendo una omnipotencia irreal en la tecnología. Para el investigador Alexander Wilson, el mecanismo subyacente tras el optimismo tecnológico es, en esencia, un pensamiento supersticioso.
Lo cierto es que los avances tecnológicos en un mundo capitalista no suelen desembocar en una reducción de las emisiones o del consumo, sino en el aumento: la paradoja de Jevons es muy difícil de evadir. Si un avance tecnológico permite producir el doble con la mitad de recursos, idealmente se puede optar por reducir al mínimo el consumo del recurso y producir solo la cantidad necesaria de producto. Este desacoplamiento relativo es útil, pero insuficiente. En palabras del investigador Ernesto Hinojosa, el desacoplamiento entre el crecimiento económico y las emisiones debe ser absoluto, global, rápido y permanente.
Pero la economía capitalista empuja a consumir aún más recurso, para multiplicar la cantidad de producto y las ganancias, aunque ese producto sea innecesario —ya se encargará el consumismo de crear falsas necesidades— o incluso termine desechándose, incrementando con ello los residuos. El capitalismo no permite el cumplimiento de esos requisitos para el desacoplamiento.
Los avances tecnológicos parecen necesarios en la transición hacia un mundo sostenible, pero no son suficientes. El decrecimiento es, también, una necesidad, en tanto que implica un cambio de paradigma para reducir emisiones y consumo, a cambio de producir lo realmente necesario, que termine en manos de quienes lo necesitan.
Referencias:
- Hickel, J. et al. 2022. Degrowth can work — here’s how science can help. Nature, 612(7940), 400-403. DOI: 10.1038/d41586-022-04412-x
- Marks, E. et al. 2021. Young People’s Voices on Climate Anxiety, Government Betrayal and Moral Injury: A Global Phenomenon (SSRN Scholarly Paper N.o 3918955). DOI: 10.2139/ssrn.3918955
- Mukherji, A. et al. 2023. SYNTHESIS REPORT OF THE IPCC SIXTH ASSESSMENT REPORT (AR6).
- Parrique, T. et al. 2019. Decoupling Debunked. Evidence and arguments against green growth as a sole strategy for sustainability. A study edited by the European Environment Bureau EEB.
- Vadén, T. et al. 2020. Decoupling for ecological sustainability: A categorisation and review of research literature. Environmental Science & Policy, 112, 236-244. DOI: 10.1016/j.envsci.2020.06.016
- Wilson, A. 2017. Techno-Optimism and Rational Superstition. Techné: Research in Philosophy and Technology, 21(2/3), 342-362. DOI: 10.5840/techne201711977