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Plantas carnívoras: alta tecnología de origen natural

Las plantas carnívoras son las que más parecen tener una vida activa, porque cazan, comen, se mueven y palpan. Se han investigado mucho, pero todavía no se ha logrado desenmarañar todas sus propiedades biológicas.

Plantas carnívoras: alta tecnología de origen natural (Miguel Angel Sabadell)

En las islas Seychelles, el lugar donde siglos atrás los marinos pensaban que se había encontrado el Paraíso de Adán y Eva, se puede encontrar una planta insectívora llamada Nepenthes pervillei. Su aspecto es el de una curiosa y elegante copa. De hecho, en su interior hay agua pero su objetivo no es otro que ahogar insectos y digerirlos.

La pervillei produce un sutil perfume que es irresistible para los insectos. Unido al tentador olor, su atractivo color funciona como un imán y sus presas se acercan a la parte superior del ascidio, pues con ese nombre se conoce a la metamorfosis que sufre una hoja al adquirir la forma de una copa o cucurucho. Al posarse, el infortunado insecto se desliza por lo que no es otra cosa que un tobogán muy resbaladizo, sembrado de pelos dirigidos hacia abajo, colocados así para impedir cualquier esfuerzo destinado a escapar. Cuando caen al fondo los pobres no sólo se ahogan: allí les espera una tortura que para sí la hubieran querido los inquisidores medievales.

Nepenthes pervillei

Nepenthes pervillei

En el agua del fondo habita una populosa comunidad de queresas y otros organismos que poseen las mandíbulas de las que carece la planta. Allí, en la oscuridad, el insecto es devorado y descompuesto por las piezas bucales y los jugos digestivos de esos diminutos inquilinos de la planta, cuyo alimento no es otra cosa que los excrementos y las sobras que dejan los organismos que viven en esa pequeña charca interior.

Esta planta carnívora es lo que llamaríamos un buen casero. No sólo les proporciona alimento a sus inquilinos sino que además cuida de ellos. Si se analiza el agua de una planta carnívora de ascidios encontraremos que no es fétida, como podríamos esperar de un agua estancada, sino rica en oxígeno, algo fundamental si las queresas quieren vivir allí. De hecho, parece como si la planta estuviera diseñada para eso, porque las células que cubren los ascidios son más ricas en clorofila que las que están expuestas al Sol. La razón es bien sencilla: como no tiene boca para masticar ni aparato digestivo para digerir, alguien debe hacer el trabajo. Y si quiere que ese trabajo sea eficiente debe mimar a quien lo realiza.

Un mundo peculiar

Las plantas carnívoras se encuentran en todo el mundo. Crecen en zonas de alta montaña, en bosques tropicales, en pantanos, incluso hay diferentes especies que viven en el agua. Pero, su hábitat siempre se caracteriza por la carencia de nutrientes. Porque las plantas se convierten en carnívoras cuando están enfrentadas a situaciones de malnutrición permanente. La falta de nitrógeno y fósforo ha provocado que se hayan desarrollado alternativas a la dieta vegetal: cuando no es posible extraer la comida del suelo, hay que sacarla de donde se pueda. En el caso de las plantas carnívoras la comida, como el maná, cae del cielo, en forma de insectos.

Aunque la eficiencia de la captura de presas parece bastante eficaz, ninguna de estas plantas se ha convertido totalmente a la dieta de filetes de insecto. Como el resto de las plantas, las carnívoras siguen utilizando la fotosíntesis para sus necesidades energéticas. Además, si se encuentran en condiciones favorables, pueden sobrevivir perfectamente sin comer ni un sólo insecto. De hecho, quienes las cultivan para venderlas pueden hacer crecer muchos ejemplares a la vez sin necesidad de proporcionarles toneladas de moscas. Sin embargo, su baja competitividad en ambientes más ricos hace que no puedan sobrevivir en presencia de plantas que crecen más rápido y utilizan los recursos del suelo más eficazmente. La posibilidad de alimentarse con animales es una adaptación para sobrevivir en lugares donde los nutrientes son muy escasos. En circunstancias más normales, la manera tradicional de extraer los minerales desde el suelo da un rendimiento claramente más alto.

Planta carnívora

Los modos con que las presas son atraídas son tan diversos como las formas de las plantas carnívoras, aunque todos se basan en los trucos tradicionales utilizados en el reino vegetal. Néctar dulce y colores llamativos prometen una comida fácil a bichos pequeños, sobre todo a insectos. Así, estos son recursos que tienen las flores para llevar a cabo la polinización son los que se usan para llenar el buche. Por si esto no fuera poco, algunas especies despiden sustancias narcóticas en sus trampas. Cuando el insecto entra, el somnífero le anestesia cayendo en un sueño del que no despertará jamás. Otras especies, menos consideradas con el pobre bicho, utilizan pegamentos para impedir su huida. Son recursos maravillosos de plantas maravillosas… para nosotros, claro, pues creo que los insectos tienen otro concepto de ellas.

Ingenio para sobrevivir

Las plantas carnívoras, como aquella proveniente del espacio exterior en la película La pequeña tienda de los horrores, son muy ingeniosas. Por ejemplo, uno de los mecanismos más sorprendentes es el de la planta acuática Utricularia, una hierba delicada que posee trampas en forma de pera de unos 5 mm de diámetro. Para su funcionamiento, la trampa debe estar continuamente sumergida en el agua, para que así la bolsa de captura tenga siempre una presión más baja que el entorno. En el exterior se encuentran unos pelos sensitivos que, como los sensores de nuestras máquinas, disparan la apertura de una válvula que mantiene la trampa herméticamente cerrada. Cuando un bicho acuático toca una de los pelos disparadores, la válvula se abre de golpe. Al abrirse, la bolsa se hincha y la diferencia de presión hace que fluya una corriente de agua hacia dentro, llevando el insecto consigo. Rápidamente, la válvula se cierra de nuevo y la digestión del preso comienza.

Utricularia

Utricularia

En general, pasan unos veinte minutos hasta que la trampa pueda volver capturar a la próxima víctima. Lo curioso es que, a diferencia de otras plantas carnívoras, la Utricularia no atrae a sus presas. Ni falta que le hace, porque vive en los estratos altos del agua, donde hay una multitud de organismos pequeños. La actividad propia de estos animales les conduce a la planta, que solamente tiene que esperar a que, como el cartero, llamen a la puerta. Y no necesariamente dos veces.

Pero la más famosa de todas las plantas carnívoras es la atrapamoscas. Su mecanismo de captura es sorprendentemente activo. La lamina de la hoja de Dionaea muscipula se parece a una trampa de acero, donde el borde tiene dientes largos y rígidos para evitar que la presa se escape. Esta planta de los pantanos de Carolina del Sur tiene una hoja que se compone de dos láminas que pueden cerrarse mediante una bisagra central. En medio de cada lámina hay tres pelos táctiles, que son los que regulan el funcionamiento de la trampa de una manera muy eficiente. Cuando un animal toca los pelos, las dos láminas se cierran rápidamente.

Dionaea muscipula

Dionaea muscipula

Alta tecnología

Fijémonos en la sutileza del mecanismo. Para que funcione no basta con tocar un solo pelo. Para que se cierre la trampa o bien un pelo tiene que ser rozado dos veces seguidas, o bien se tienen que tocar dos pelos diferentes. Así la planta se asegura que hay algo vivo, que intenta escapar de la trampa. Sin embargo, si el animal ha podido liberarse o no es algo comestible para la planta, las láminas se abrirán de nuevo después de unas horas. El sistema que emplea la planta para diferenciar entre aire, tierra y seres vivos aún no se conoce a ciencia cierta, pero la presencia de aminoácidos en la trampa es imprescindible. Una vez que se detecta una presa, las glándulas en la superficie de la hoja empiezan a excretar enzimas que digieren el animal capturado. La digestión puede durar doce días, después se abren las hojas de nuevo. El mecanismo que cierra la trampa, utiliza corrientes eléctricas para transmitir la señal. Algo muy sorprendente, dado que las plantas no utilizan electricidad como transmisor de información.

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