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Las mujeres más relevantes en la historia de la medicina

Durante siglos, las mujeres han sido silenciadas y apartadas de la práctica médica, por lo que hay que bucear mucho en la antigüedad para descubrir féminas con nombre propio. En este artículo, os presentamos a algunas de ellas.

La medicina también tiene rostro de mujer

Durante mucho tiempo la Prehistoria tuvo género masculino. Y es que los especialistas defendieron durante décadas el rol de los “cazadores-varones” y las “recolectoras-mujeres”, ya que los primeros prehistoriadores consideraban que la actividad física de la caza era demasiado peligrosa y exigía una fuerza física que no tenían las mujeres. Sin embargo, este modelo ya no se sustenta, se ha demostrado que aquellas mujeres estaban dotadas de una fuerte musculatura y que eran muy vigorosas, por lo que las tareas debieron de estar repartidas de forma equilibrada.

Las mujeres de la prehistoria, además, debieron jugar un papel importante en la recolección de plantas, lo cual nos lleva a pensar que serían ellas las que, a través del método de prueba y error, adquiriesen los primeros conocimientos sobre plantas medicinales y, por tanto, fuesen los primeros médicos de la historia.

De Agnodice al Hildegarda de Bingen

Durante siglos las mujeres han sido silenciadas y apartadas de la práctica médica, por lo que hay que bucear mucho en la antigüedad para descubrir féminas con nombre propio. Una de las primeras fue Agnodice, una mujer que vivió en el siglo III antes de nuestra Era y que su vida se encuentra a caballo entre la realidad y la leyenda. Se cuenta que deseaba aprender medicina pero como la profesión estaba vetada a las mujeres, se cortó su cabello, se vistió de hombre y se fue a Alejandría, en donde fue discípula de Herófilo.

La medicina también tiene rostro de mujer

Al terminar sus estudios regresó al Peloponeso y se dedicó a la práctica de la ginecología. Pero los médicos se dieron cuenta de que ninguna mujer requería sus servicios y acusaron a Agnodice de seducirlas. Fue en el juicio en donde se reveló su condición de fémina, por lo que fue sentenciada a muerte. Sin embargo se libró de la pena máxima cuando intervinieron en su favor las mujeres a las que había ayudado.

Metrodora fue otra mujer griega que pasa por ser la autora del texto médico más antiguo de la Historia escrito por una mujer: “Sobre las enfermedades y curas de la mujer”. Se cree que vivió entre los siglos III y V después de Cristo y la etimología de su nombre procede de su profesión (metro, útero, y dora, regalo).

En el siglo XI se fundó la escuela de Salerno, cerca del monasterio benedictino de Montecassino, en las proximidades de Nápoles. Allí destacó Trótula de Ruggiero, una mujer nacida hacia 1110 y que ejerció de profesora de ginecología. En su obra “Passionibus Mulierum Curandorum” (Las dolencias de las mujeres) abordó temas tan controvertidos como eliminar que la menstruación era el origen de todos los males de las mujeres o que ellas eran las únicas responsables de la infertilidad. Además, preconizó el uso de plantas medicinales para mitigar los dolores del parto, un remedio que estaba totalmente prohibido en aquella época.

Frascos y botellas de medicina

En el siglo XII vivió Hildegarda de Bingen –la sibila del Rhin-, una abadesa polifacética que tenía conocimientos de física, filosofía, música y medicina. A ella debemos la introducción del lúpulo en la fabricación de la cerveza y la descripción más detallada del orgasmo femenino realizada hasta el momento. En su obra médica ahonda en ciertos aspectos relacionados con la alimentación, señalando que lo que es bueno para unos no lo es necesariamente para otros, recomendando un plato adaptado a la edad, estación y constitución física de cada persona, beber siempre un poco de agua o de vino con la comida y acompañar los platos con una salsa para facilitar las digestiones.

De Isabel Zendal a Rosalind Franklin

En 1803 partió de A Coruña la fragata “Maria Pita”, capitaneada por el médico español Francisco Xavier Balmis. Tenía por objetivo llevar la vacuna de la viruela a todos los territorios españoles de ultramar, para disminuir la elevada letalidad del virus. En la expedición, además de 22 niños huérfanos, estaba Isabel Zendal, la que puede ser considerada la primera enfermera en expedición sanitaria internacional de la historia.

Florence Nightingale (1820-1910) junto con un equipo de treinta y ocho enfermeras participó en la Guerra de Crimea. Gracias a su perenne curiosidad pudo observar que la mortalidad de los soldados que ingresaban en un hospital no se debía a las heridas de guerra, sino a la falta de instalaciones de agua potable y a las epidemias intrahospitalarias. Estas observaciones le permitieron realizar una serie de cambios y salvar la vida de miles de soldados. Por todo ello a Nightingale –la dama de la lámpara- se la considera la creadora de la enfermería moderna.

Florence Nightingale

Florence NightingaleGetty Images

La primera mujer en conseguir el título universitario de médico en todo el mundo fue Elizabeth Blackwell (1821-1910), lo consiguió en 1849. En nuestro país tuvimos que esperar hasta 1882, año en el que Dolors Aleu Riera se convirtió en la primera licenciada en medicina, profesión que ejerció durante un cuarto de siglo.

En 1914, Marie Curie (1867-1934) desarrolló un sistema para llevar rayos X portátiles hasta las líneas del frente de la Primera Guerra Mundial. Para ello consiguió adaptar una dinamo al motor de un camión, que contaba, además, con material fotográfico y cuarto oscuro para el revelado de placas. Se calcula que montó una flota de unos 200 “Petites Curies” (Pequeños Curies) que contribuyó de forma decisiva a salvar a más de un millón de solados heridos.

En este recorrido no podía faltar la figura de Rosalind Franklin (1920-1958), una química inglesa que contribuyó de forma decisiva a la comprensión de la estructura del ADN con su famosa fotografía 51.

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