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¿Qué pasa si el cohete explota? Aseguradoras de satélites

Una misión espacial conlleva muchos riesgos. Cada año se lanzan cientos de satélites al espacio, que pueden llegar a costar millones de dólares y años de trabajo. Para no echar a perder ese esfuerzo se opta por asegurar lo satélites, como asegurarías tu coche o tu casa. Te contamos más sobre esta parte olvidada de la industria espacial.

¿Qué pasa si el cohete explota? Aseguradoras de satélites (Jose Luis Oltra)

Muchas cosas pueden salir mal en un lanzamiento espacial. No solo es que el cohete pueda explotar, sino que también puede haber problemas para alcanzar la órbita deseada o el propio lanzamiento puede posponerse indefinidamente o cancelarse, es por eso que la multitud de empresas y agencias espaciales que desean llevar uno de sus satélites más allá de la atmósfera terrestre ven la necesidad de asegurarlos frente a cualquier evento adverso. Esta parte desconocida de la industria aeroespacial tiene mucha complejidad y mueve mucho dinero cada año.
Esta práctica no es algo reciente, ni empezó con esta segunda carrera espacial que estamos viviendo en el siglo XXI. El primer satélite asegurado fue el Intelsat I de COMSAT, el primer satélite de comunicaciones comercial colocado en una órbita geosíncrona, en abril de 1965. Más tarde en 1968 se aseguró también el Intelsat III, extendiendo la garantía a los daños que pudiera sufrir previos al lanzamiento. Los satélites, desde su concepción, son instrumentos muy complejos, sofisticados y como consecuencia caros. El presupuesto para los grandes satélites puede llegar a los miles de millones de dólares y para los más modestos no baja de los varios millones de dólares. Además su desarrollo puede llevar varios años, incluso más de una década en algunos casos. Es por esto que asegurarlos frente a los incontables riesgos de un lanzamiento espacial ha sido parte de la industria desde un principio. Más recientemente, desde la popularización de los satélites y nanosatélites, se han conseguido rebajar los costes de producción y de lanzamiento de forma que para algunos casos puede resultar más rentable crear una copia del satélite antes que asegurarlo.
¿Qué pasa si el cohete explota? Aseguradoras de satélites

Las aseguradoras de satélites cubren principalmente el riesgo que afecta directamente al satélite aunque también pueden llegar a cubrir el que afecta a las instalaciones de tierra desde las que se controlan estos instrumentos. Hay cuatro áreas principales en las que se puede asegurar un satélite.
Toda la operación previa al propio lanzamiento del satélite. Esto incluye desde el momento en que el satélite abandona las instalaciones de quien lo ha manufacturado hasta que el cohete de lanzamiento enciende sus motores. Por tanto incluye también el traslado de la fábrica al lugar de lanzamiento, todos los tests que se hagan y la integración con el cohete. Esta etapa de la operación no suele conllevar mucho riesgo, pero siempre puede haber accidentes (humanos o naturales) que estropeen el satélite antes de que pueda cumplir su cometido.
Desde que se encienden los motores hasta que el satélite se separa del cohete para llegar a su órbita se considera la fase de despegue. Esta es la parte más peligrosa de toda la misión, aunque en los últimos años el porcentaje de lanzamientos fallidos ha disminuido considerablemente con respecto a los primeros años de la carrera espacial. Históricamente se calculo que un 7 % de los satélites han fallado durante esta fase de despegue. Además de la posibilidad de que explote el cohete o no funcione correctamente y la carga no llegue a órbita, puede haber golpes o rozaduras por un mal montaje de la carga que durante la separación de cada componente en órbita creen problemas mayores, llegando incluso a invalidar alguno de los satélites completamente.
Una tercera posibilidad es que ocurra algo en órbita que provoque el mal funcionamiento del satélite. Los motores internos que debían colocarlo en la órbita precisa u orientarlo para su correcto funcionamiento pueden dejar de funcionar. Puede también recibir un impacto de alguno de los incontables fragmentos diminutos de basura espacial que flotan en la baja órbita terrestre. Los extremos de temperatura o radiación pueden también afectar al correcto funcionamiento. Si la protección térmica no se ha instalado correctamente o incluso si el satélite es alcanzado por radiación emitida por el Sol o proveniente de algún lugar de la galaxia, el satélite puede fallar. Reparar un satélite una vez ha sido colocado en su órbita es prácticamente imposible. Tan solo se ha hecho en contadas ocasiones desde que nació esta industria hace poco más de 60 años. El telescopio Hubble [Cómo Hubble captó una auténtica fábrica de estrellas] es el caso más famoso de reparación de un satélite en órbita. En este caso el altísimo coste del satélite hacía más rentable una reparación que lanzar una segunda versión al espacio.
Accidente de cohete

Por último está el seguro a terceros, por los daños que pueda causar tu satélite a cualquier otro satélite, al cohete que lo ha llevado a órbita o a las instalaciones de lanzamiento. A la hora de calcular los precios existe mucha variabilidad. En un principio se hacía en función de la fiabilidad del vehículo de lanzamiento. Si un determinado cohete tenía una probabilidad de 1 entre 10 de fallar durante el despegue, la póliza ascendería a un 10 % del coste total del instrumento. A día de hoy se utilizan estadísticas y modelos informáticos para llegar a un precio determinado.
Esta parte de la industria aeroespacial a veces queda olvidada, pero su función es importante para garantizar la seguridad del lanzamiento y para proteger a las diferentes empresas y gobiernos que se lanzan a la arriesgada aventura de construir y poner en órbita un satélite.

Referencias:

  • Gould, Allen J.; Linden, Orin M. (2000). "Estimating Satellite Insurance Liabilities". Casualty Actuarial Society.

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