Familia hay más de una
Nuestra visión de la familia no es universal ni, por supuesto, la mejor, salvo que caigamos en la falacia del etnocentrismo. Lo único universal es que el ser humano forma grupos familiares, pero cada cultura tiene su propia definición de lo que es la familia y quién pertenece a ella.

Fuera del mundo occidental los terapeutas tendrían poco éxito como consejeros matrimoniales, como cuando dicen que los esposos deben poner al otro en primer lugar. En los años 30 una mujer nativa americana kiowa comentaba que "una mujer puede tener otro marido, pero su hermano es siempre su hermano". Y en China solía decirse "uno tiene una única familia, pero siempre puede tener otra esposa".
¿Y qué decir de la infidelidad, uno de los mayores peligros para una pareja europea? Un estudio realizado por D. R. White en 1987 sobre 109 sociedades reveló que solo en 48 se prohibía el sexo extramatrimonial tanto al marido como a la esposa. Por su parte, en ciertos pueblos sudamericanos, como los bari de Venezuela, si una mujer embarazada mantiene relaciones con otro hombre, se cree que parte de su sustancia contribuye a la formación del nuevo niño, y aunque al marido se le reconoce como el padre primordial, el amante o amantes también tienen responsabilidades paternas.

Mujer nativa americana kiowa
En los años 1990 Stephen Beckerman entrevistó a un grupo de ancianas bari y descubrió que la mayoría de ellas habían tenido amantes durante al menos uno de sus embarazos y, en general, los maridos no se oponían a esas relaciones. Cuando una mujer daba a luz debía nombrar a todos los hombres con los que había compartido lecho desde el momento que supo que estaba encinta. En Europa esto sería motivo de divorcio, pero entre los bari eso se hace pensando en el bien del niño, pues esos "padres secundarios" le van a suministrar parte de su pesca y su caza. Entre los dogon de Malí las mujeres jóvenes casadas buscan abiertamente establecer relaciones extramatrimoniales con el beneplácito de sus madres, y las mujeres rukuba de Nigeria puede tomar un amante durante su primer matrimonio. Cuando esta relación pasajera termina, el ex-amante puede pedir a la mujer que case a una de sus hijas con un hijo de él.
Intercambio de parejas y amantes
El intercambio de parejas, algo considerado marginal y de mal gusto en Europa, es práctica habitual entre los esquimales del norte de Alaska, donde se practica el conmatrimonio con otra pareja, y aquellos que expresan abiertamente sus celos por estas relaciones son considerados personas groseras. Los hijos que surgen de estas prácticas sienten que comparten un vínculo especial y la sociedad los trata a todos como a hermanos. En el caso de los Nuer del Sudán existe el matrimonio entre mujeres y los hijos llegan por relaciones extramatrimoniales. Para los Nayar, un pueblo de la costa Malabar, en India, el matrimonio es una ceremonia simbólica. Las mujeres casadas pueden tomar cuantos amantes quieran y los hijos pertenecen a la línea materna. La autoridad familiar no es el marido sino los hermanos de la esposa. Los Na de China dan un paso más allá y prescinden del matrimonio y, por tanto, del marido. La libertad sexual es absoluta y los hijos son engendrados por visitas de los amantes (muchas mujeres tienen más de un centenar). Los vástagos no tendrán padre ni de hecho ni de derecho y viven en la casa del linaje de su madre.

Familia de esquimales
Familias matrilineales
Todos estos casos demuestran que la visión occidental de la familia y el matrimonio no es universal ni, por supuesto, la mejor, salvo que caigamos en la falacia del etnocentrismo. Lo único cierto es que el ser humano forma grupos familiares, pero cada cultura tiene su propia definición de lo que es la familia y quién pertenece a ella. En la nuestra nos unen los lazos consanguíneos biológicos, pero eso no implica que sea así en otros puntos del planeta. Por ejemplo, entre los isleños de las Trobriand (cuyo nombre oficial es islas Kiriwina), junto a Papúa-Nueva Guinea. Esta sociedad fue estudiada exhaustivamente por el antropólogo británico Bronislaw Malinowski a principios del siglo XX. La sociedad trobriandesa se organiza alrededor del linaje materno (en antropología se dice que es matrilineal), luego todo varón pertenece al clan de su madre: ésa es su familia. Ser padre no tiene las implicaciones que tiene en nosotros; de hecho, no tiene ninguna. No comparte sustancia ni consanguinidad con sus hijos: la fecundación sirve simplemente para darle el parecido, pero nada más, y sus hijos lo llaman "el marido de mi madre".
Esta organización del parentesco tiene peculiares implicaciones. Para un varón las mujeres se dividen en dos grandes categorías, en función de su accesibilidad sexual: veryogu o "mis parientes", y se refiere a ellas con el mismo término con el que designa a su hermana, luguta; y lubaygu o "amantes", a las que llama tabugu, que es el término que emplea para referirse a la hermana del padre y a sus hijas. Mantener relaciones sexuales con "la hija de la hermana de la madre" (la prima hermana por parte de madre) es un crimen gravísimo cuyo descubrimiento puede llevar al suicidio, pero no así con una prima hermana por parte de padre. Como vemos, la terminología que usamos para aludir a los familiares define las relaciones de parentesco, y una de las más peculiares la tenemos entre los nativos americanos Crow. En ellos el padre, el hermano del padre (nuestro tío paterno) y el hijo de la hija de la hermana del padre (el hijo de nuestra prima hermana) se designan bajo el mismo nombre.
Relaciones familiares complejas
Otro pueblo peculiar son los !Kung San, los famosos bosquimanos del desierto del Kalahari y una de las sociedades más estudiadas por los antropólogos. Elizabeth Marshall Thomas fue de los primeros investigadores en hacer un estudio completo de su sociedad en los años 1950. Descubrió que las mujeres se casaban muy jóvenes, entre 8 y 12 años, antes de su primera menstruación. Mientras, los hombres se casaban más tarde, con 18 a 25 años, e incluso algunos con 30. Sin embargo, a los maridos no les estaba permitido tener relaciones con ella hasta que su mujer fuera sexualmente madura: si no se cumple esta regla los !Kung San creen que la mujer se vuelve loca. Mientras, el marido vive en el grupo de la novia (lo que los antropólogos llaman residencia uxorilocal) y debe trabajar para sus suegros, cazando para ellos, y esperar varios años para tener relaciones con su esposa.

Familia Nayar
Este "servicio a la novia" es común en diferentes sociedades de la Amazonía, como en el pueblo urarina al norte de Perú. Entre los !Kung termina cuando han pasado 10 años o ha nacido el tercer hijo. Entonces se considera que el matrimonio es estable y pueden vivir con el grupo que deseen, que suele ser el del esposo (residencia virilocal). Hasta que llega esta madurez de pareja puede haber varios matrimonios de prueba y divorcios, pero lo innegable es que, según han descubierto los antropólogos que han estudiado las sociedades cazadoras-recolectoras, "superar los cinco primeros años o tener varios hijos es un buen indicador de que puede ser un matrimonio de larga duración, que no son raros en esas sociedades", dice la antropóloga Janie E. Stockard.
Si al final hay divorcio, uno de los esposos abandona el grupo: el remedio para todo conflicto irresoluble. Una mujer divorciada no pierde estatus y suele casarse de nuevo con rapidez. Pero un hombre divorciado, al igual que un soltero, es fuente de conflicto porque necesita una esposa: en la cultura !Kung el objetivo último de la vida del hombre es casarse. Un soltero o divorciado no tiene choza propia, y por tanto ni puede recibir y charlar con otros varones, ni tiene derecho a un fuego donde una mujer le prepare la comida con lo que ha recogido durante el día, ni participa en las reuniones del grupo. Un hombre soltero es un ser marginal, no es un adulto.