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¿Quién inventó el termómetro?

La temperatura -que en el lenguaje cotidiano no se la diferencia claramente del calor- es el término coloquial que mide la sensación de calor o frío. ¿Es posible cuantificar esa sensación?

¿Quién inventó el termómetro? (Miguel Angel Sabadell)
El primero que lo intentó fue Galileo. Su intuición le decía que temperatura y calor estaban relacionados: a mayor sensación de calor, mayor temperatura. No necesitaba más. El siguiente paso fue dar con algún fenómeno natural donde fuera sencillo evaluar el efecto de los cambios de temperatura. Y lo encontró en un viejo amigo, la dilatación de los gases. Bien conocido desde la época de los griegos, las propiedades elásticas del aire habían sido determinadas mediante experimentos con aire comprimido en odres.
Galileo contaba con todos los ingredientes necesarios para diseñar el primer termómetro y lo construyó hacia el año 1597. Tenemos noticia de él no porque aparezca descrito en alguna de sus obras sino porque nos ha quedado el testimonio de sus contemporáneos. Consistía en un balón de cristal lleno de aire de cuya parte inferior descendía un tubo parcialmente lleno de agua hasta un recipiente inferior también con agua. Si la temperatura cambiaba, el volumen ocupado por el aire cambiaba y, por tanto, también lo hacía la altura a la cual ascendía el agua por el tubo. Ahora bien, la altura de la columna de agua dependía no sólo de la temperatura sino de la presión atmosférica y esto era algo desconocido para Galileo. Como ya sabemos, hasta tiempos de Torricelli creer que la atmósfera pudiera ejercer algún tipo de presión sobre la tierra era una idea absurda.
Galileo

Galileo Galilei

La palabra ‘termómetro’

La primera descripción impresa de un termómetro data de 1612, en un comentario a Galeno del médico y fisiólogo de la universidad de Padua Sanctorius (1561-1636), que lo utilizó para medir la temperatura corporal del ser humano. En 1636, Kaspar Enns publicaba un libro titulado El taumaturgo matemático donde dedicaba un capítulo al termómetro de Cornelius Drebble (1572-1634), un químico holandés cuyas metas científicas eran estudiar la dilatación de los gases y buscar el móvil perpetuo. Enns tituló el capítulo Sobre el termómetro o instrumento de Drebble mediante el cual se investigan los grados de calor y frío que se encuentran en el aire y se trata del primer texto conocido donde aparece la palabra termómetro, que lo describe como un tubo con un bulbo sellado en cada extremo que, para funcionar, dependía de la diferencia de temperatura del aire en cada uno de ellos y cuya escala seguía siendo la medieval de ocho grados.
A partir de entonces la construcción de termómetros se convirtió en un arte, sobre todo en la región italiana de Toscana donde los miembros de la Academia Florentina -o Academia del experimento, constituida en Florencia en 1657- comenzaron a medir sistemáticamente la temperatura, presión y humedad del aire en lo que podríamos llamar una incipiente investigación meteorológica. Los maestros florentinos se dedicaron a construir termómetros de vidrio, sellados y rellenos de alcohol, con los cuales podían medir la temperatura del agua al congelarse. Diseñadores de verdaderas obras de arte, fijaban las marcas divisorias con esmalte derretido y su precisión era bastante loable, del orden del grado según nuestra escala actual.
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Evolución

La historia de los primeros termómetros no podría estar completa si no se mencionara al burgomaestre de Magdeburgo Otto von Guericke. Entre sus invenciones destaca un termómetro excepcionalmente bueno. Constaba de una esfera de latón llena de aire y un tubo, relleno de alcohol, en forma de U. La temperatura la marcaba un hombrecillo que colgaba de una polea y estaba conectado a una cajita que flotaba sobre el líquido por el lado abierto del tubo. El único inconveniente es que Guericke escogió una escala de temperaturas bastante ingenua. El origen, situado a media altura en el tubo, correspondía a la situación del hombrecillo cuando llegaban las primeras heladas.
En 1703 el francés Guillaume Amontan, en un comentario al trabajo de Newton preparado para la Academia de Ciencias francesa, propuso un nuevo tipo de termómetro. En lugar de apoyarse en la variación de volumen del aire al calentarse, lo hacía en los cambios de presión medidos al bloquear el aire con una columna de mercurio.

El termómetro moderno

El termómetro moderno nació en 1724 de las manos de un vidriero holandés que respondía al nombre de Daniel Fahrenheit. De espíritu inquisitivo, curioso y cuidadoso, sus termómetros de alcohol pronto se ganaron una excelente reputación por su exactitud. Cuando se comparaban entre sí, por ejemplo, al introducirlos en un baño de hielo y agua, todos marcaban la misma temperatura; algo sorprendente para sus contemporáneos. 
Casa donde falleció Fahrenheit

El secreto del éxito estaba, simplemente, en marcar las divisiones de la escala con un cuidado exquisito, un hecho que hoy puede parecernos inconcebible. Sin embargo, no hay que olvidar que nuestra habilidad para medir con cierto grado de precisión algo tan simple como la longitud de una pared o el área de una parcela es relativamente reciente. En tiempos de Galileo los naturalistas no sabían medir bien prácticamente nada; una situación que fue mejorando muy lentamente durante los siglos siguientes. Por este motivo, realizar marcas en un estrecho tubo de vidrio con poco espacio entre ellas no era nada sencillo. Se necesitaba a alguien lo suficientemente esmerado y paciente para hacerlo. Y Fahrenheit lo era.

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