Estudian el interior de un asteroide desde la Tierra con un radar astronómico
Analizando la luz que emiten diferentes astros hemos conseguido aprender mucho del universo, pero estudiando la luz que reflejan podemos conocer incluso más. Eso han hecho investigadores en Alaska, utilizando un radar astronómico para estudiar el interior de un asteroide cercano a la Tierra. Con esto podría evitar una futura catástrofe.

Existen muchas formas diferentes de estudiar el universo. Desde el principio de los tiempos lo hemos hecho aprovechando la luz que nuestros ojos eran capaces de ver. Primero a simple vista y después con la ayuda de telescopios cada vez más potentes. Después aprendimos que había luz más allá de la visible que podía aportarnos gran cantidad de información sobre los astros que pueblan el universo. Observando la luz ultravioleta o infrarroja o los rayos X y las ondas de radio aprendimos cosas que casi no podíamos ni imaginar. Más recientemente hemos empezado a observar el universo utilizando otras partículas u ondas que no son luz. La astronomía de neutrinos nos permite observar el interior del Sol directamente o los alrededores de un agujero negro supermasivo mientras que la detección de ondas gravitatorias nos permite entender qué ocurre cuando agujeros negros y estrellas de neutrones chocan entre sí.
En astronomía, especialmente en todo lo que esté fuera del sistema solar, no podemos analizar nuestro objeto de estudio in situ. No solo es que muchos de los objetos estudiados serían mortales a miles de kilómetros de distancia sino que directamente las distancias que nos separan nos impiden acercarnos a ellos significativamente. Por suerte hemos aprendido a extraer la máxima información posible de los pocos rayos de luz (sea esta de la longitud de onda que sea) u otras partículas que nos llegan. Una pregunta habitual para quienes se dedican a divulgar sobre las maravillas del universo es aquella de ¿cómo lo sabemos, si nunca hemos estado allí, no lo hemos visitado, ni visto con nuestros ojos de cerca?. Quien hace esta pregunta parece creer que la única forma de obtener conocimiento sobre algo es tocándolo, estando en contacto directo.
Esto no es así. ¿Necesitamos tocar una bombilla para saber que está encendida? ¿Necesitamos acercarnos a un fuego para saber que está caliente? ¿Necesitamos cruzar la calle para saber que aquella persona lleva una camiseta roja? ¿Necesitamos estar montados en ella para saber que una ambulancia se mueve? La respuesta a todas estas preguntas es no. La luz que llega a nuestros ojos, el sonido que llega a nuestros oídos o nuestro conocimiento sobre eventos pasados nos permiten deducir propiedades de todas estas cosas. Igual ocurre con la luz que recibimos de los astros que pueblan el universo. Con un simple rayo de luz, con unos cuantos fotones, podemos estimar su temperatura, su composición química, su velocidad, su distancia e incluso su masa. Pero en la mayoría de los casos estamos hablando de luz o neutrinos u ondas gravitatorias emitidas por los diferentes astros, o de la luz visible que éstos reflejan.

También podemos aprender cosas incluso por cómo rebota cierta luz sobre los diferentes astros. Esto mismo es lo que ha hecho un equipo de investigación de la Universidad de Alaska en Fairbanks. Lo que han hecho concretamente es emitir ondas de radio, es decir luz de muy baja frecuencia, en dirección a un asteroide cercano a la Tierra, para recibir más tarde las ondas reflejadas y estudiar con ello la estructura del asteroide. El cuerpo elegido ha sido el conocido como 2010 XC15, una roca de unos 150 metros de tamaño que pasará por nuestro planeta próximamente al doble de la distancia que nos separa de la Luna.
Esto ya se había hecho anteriormente, aunque con una diferencia. Las ondas de radio utilizadas en esta ocasión han sido de especial baja frecuencia. Las utilizadas anteriormente, de mayor frecuencia, son capaces de rebotar en superficie y darnos información sobre el tamaño y la forma del asteroide elegido, pero no son capaces de penetrar en él y darnos información de su interior. Las ondas utilizadas esta vez sí. Estos resultados, que serán analizados y publicados en las próximas semanas y meses, pueden ser fundamentales para una futura estrategia de defensa planetaria. En función de la estructura interna del posible futuro asteroide que suponga un riesgo para la humanidad, deberemos elegir un método u otro para librarnos de dicha amenaza.
Las observaciones realizadas con 2010 XC15 recientemente han sido posibles gracias a dos observaciones similares donde se utilizó la luna como blanco y además han servido como ensayo para futuras observaciones de un objeto más grande y potencialmente más peligroso para la Tierra. En un futuro se repetirá el experimento y se rebotarán ondas de radio de baja frecuencia contra el asteroide Apophis. Este asteroide, de algo más de 300 metros de tamaño, fue descubierto en 2004. Con el estudio de su órbita se descubrió que pasaría a poco más de 30 000 kilómetros de la superficie de la Tierra el 13 de abril de 2029. Esto es más cerca que los satélites geoestacionarios que orbitan alrededor de la Tierra.
La combinación de esta técnica de estudio con programas como DART podrían darnos una importante ventaja en el caso de que localizáramos algún objeto cuya trayectoria lo llevara a chocar con la Tierra. Incluso aunque dicho objeto no fuera capaz de una destrucción de la escala del meteorito que acabó con la mayoría de los dinosaurios, cualquier defensa que podamos tener será mejor que la alternativa.
Referencias:
- NASA and HAARP conclude asteroid experiment, 2022, Geophysical Institute, University of Alaska Fairbanks