Investigadores desvelan cómo podríamos encontrar vida en las lunas heladas del sistema solar
Algunas lunas heladas del sistema solar son candidatas interesantes para la existencia de vida extraterrestre. Los océanos de agua liquida situados bajo gruesas capas de hielo podrían reunir las condiciones necesarias para el desarrollo de la vida, pero tal vez no necesitemos sumergirnos para detectar la vida.

La existencia de vida extraterrestre es una de las grandes preguntas de la ciencia actual. Este es el objeto de estudio principal de la astrobiología, una ciencia muy joven y que está avanzando rápidamente en los últimos años gracias a los rápidos avances astrofísicos que se están haciendo en diferentes áreas. Por un lado están los más de 5000 exoplanetas que conocemos orbitando alrededor de las estrellas de la Vía Láctea. Instrumentos como el telescopio espacial James Webb también contribuyen a esta ciencia, pues con cada detección de los compuestos que constituyen una atmósfera extraterrestre se dan pasos agigantados en nuestra búsqueda del conocimiento.
Esta vida extraterrestre, de existir, no tiene porqué habitar un mundo inaccesible situado a miles de años luz, si no que podría encontrarse en algún otro cuerpo del sistema solar. Actualmente la mayoría de esfuerzos en este tema se concentran en Marte, por la relativa facilidad que tenemos de alcanzarlo y estudiarlo, pero hay otros cuerpos del sistema solar que podrían ser incluso más interesantes que el planeta rojo. Varios de las lunas que orbitan alrededor de los planetas gigantes del sistema solar contienen océanos de agua líquida bajo capas kilométricas de hielo. Incluso pensamos que cuerpos como Plutón podrían contener cierta cantidad de agua líquida bajo su superficie helada. De hecho se estima que en el sistema solar existen unas 25 veces la cantidad de agua líquida que podemos encontrar en nuestro planeta.
Una de estas lunas que despierta especial interés es Encélado, una pequeña luna de Saturno de apenas unos 250 kilómetros de radio que tiene un océano en su interior. Esto lo sabemos por el estudio de su rotación, su gravedad y su densidad pero sobre todo por los cientos de géiseres que se han observado emanando desde su polo sur. Éstos lanzan cada segundo toneladas de agua hasta cientos de kilómetros de altura e incluso creemos que son responsables de parte del contenido de uno de los anillos más exteriores de Saturno.

En un artículo reciente, un equipo de investigación ha propuesto cómo podríamos descubrir la presencia de vida en el océano de Encélado sin necesidad de alcanzar dicho océano ni aterrizar sobre su superficie. Analizando el material expulsado en estos géiseres creen que podríamos llegar a detectar signos inequívocos de vida.
Cuando la sonda Cassini sobrevoló las cercanías de Encélado pudo detectar metano entre los gases expulsados al espacio desde el interior de la luna. En la tierra este gas tiene un origen biológico, pues es creado por multitud de bacterias y microorganismos diferentes.
No solo se detectó metano sino multitud de otras moléculas, algunas de ellas orgánicas y que suponen los bloques más básicos de los que se construye la vida. El interior de Encélado se calienta constantemente por la fricción generada en su interior por el tirón constante de Saturno y del resto de lunas que lo orbitan. De manera similar a como Júpiter y sus lunas calientan el interior de Io hasta formar un océano de lava y la superficie con mayor actividad volcánica del sistema solar, Encélado se calienta lo suficiente para derretir parte del hielo que la compone. En su caso, como en el de muchos otros satélites como Europa, Ganímedes o Tritón, el hielo es el componente principal de su geología.
De haber surgido vida en el interior de alguna de estas lunas, probablemente lo habría hecho en alguna de las muchas fuentes hidrotermales que deben poblar la superficie de su océano interior. Estas fuentes expulsan agua sobrecalentada y muy rica en minerales. En la Tierra están rodeadas de una diversidad biológica increíble, especialmente dada la falta de luz y las increíbles presiones del fondo oceánico.
Por el menor tamaño de Encélado y las condiciones extremas de su océano interior, la vida estaría mucho más limitada que en nuestro planeta, sobreviviendo principalmente en las cercanías de estas fuentes hidrotermales. El equipo de Régis Ferrière, el investigador principal del estudio, calcula que la biomasa presente en Encélado podría ser comparable a la masa de una ballena terrestre.
A pesar de la diminuta cantidad, el estudio ha calculado que sería suficiente como para poder encontrar signos inequívocos de vida en los materiales expulsados al espacio, suponiendo por supuesto que se recopile suficiente material. Si tal vez encontrar una célula (o algo equivalente) sería muy complicado, sí podrían encontrarse compuestos orgánicos complejos que no pudieran crearse más que por procesos biológicos.
Mejor que todo esto sería por supuesto poder sumergirse en el océano de Encélado o por lo menos posarse sobre su superficie, pero esto resulta muchísimo más complicado. Aún así hay varias propuestas de misiones que podrían intentar algo así, aunque su lanzamiento probablemente no ocurriría antes del 2050.
Aún así, puesto que podría ocurrir que hubiera presencia de vida pero que no fuéramos capaces de detectarla entre el material expulsado al espacio los autores del estudio recomiendan centrarse no solo en la cuestión de qué cantidad de compuestos orgánicos complejos podría ser suficiente para probar la existencia de vida sino también en qué cantidad máxima de material orgánico podría haber en Encélado en ausencia de vida.
Referencias:
- Antonin Affholder et al, 2022, Putative Methanogenic Biosphere in Enceladus's Deep Ocean: Biomass, Productivity, and Implications for Detection, Planet. Sci. J. 3 270, DOI 10.3847/PSJ/aca275