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De los pollos de Java a las vitaminas

El descubrimiento de las vitaminas y su efecto en el organismo ha sido uno de los hallazgos científicos más importantes y complicados de la historia de la medicina.

De los pollos de Java a las vitaminas (Miguel Angel Sabadell)
A finales del siglo pasado la enfermedad tropical llamada beriberi traía de cabeza al gobierno holandés pues afectaba sobremanera a sus gobernadores en las colonias de Asia. En 1886, una comisión del ejército enviada para investigar llegaba a la conclusión de que el beriberi era causado por algún tipo de agente infeccioso. Antes de regresar a su país dejaron a un joven médico llamado Christiaan Eijkman a cargo de la escuela de medicina de Java. Fue allí donde Eijkman observó algo muy extraño. Unos pollos de la granja del hospital habían enfermado y presentaban síntomas muy parecidos a los del beriberi. Y, de pronto, un día sanaron sin motivo aparente. La investigación posterior reveló que todo ocurrió con la llegada de un nuevo cocinero al hospital. Al contrario que su predecesor se negó a alimentar los pollos con el carísimo arroz limpio que comían los europeos. En su lugar los alimentó con el arroz sin limpiar de la dieta javanesa. Eijkman llegó a la conclusión que algo había en las cáscaras del arroz que impedía el desarrollo de la enfermedad. Pero, ¿qué era?

Limones y escorbuto

Algo similar le había ocurrido un siglo antes al cirujano escocés James Lind en 1747, cuando descubrió que los alimentos cítricos ayudaban a prevenir el escorbuto, una enfermedad mortal en la que el colágeno no se forma correctamente, lo que provoca que cicatricen mal las heridas, sangren las encías, y se sufra de un dolor intenso que termina en la muerte. En 1753, Lind escribió Tratado sobre el escorbuto, donde recomendaba usar limones y limas para evitar el escorbuto. Aunque su recomendación fue adoptada por la Royal Navy británica, no fue ampliamente seguido en las expediciones árticas inglesas del siglo XIX, pues se creía que el escorbuto se podía prevenir con una buena higiene, practicando ejercicio regularmente y manteniendo alta la moral de la tripulación a bordo, en lugar de seguir una dieta rica en alimentos frescos. Como resultado, las expediciones árticas continuaron plagadas de escorbuto.
Christiaan Eijkman

Christiaan Eijkman

La investigación continúa

En 1881, el médico ruso Nikolai I. Lunin estudió los efectos del escorbuto en la Universidad de Tartu. Alimentó a los ratones con una mezcla artificial de todos los componentes de la leche conocidos hasta ese momento, a saber, proteínas, grasas, carbohidratos y sales. Los ratones que recibieron solo los constituyentes individuales murieron mientras que los alimentados con leche se desarrollaron normalmente. Lunin concluyó que "un alimento natural como la leche debe contener, además de estos ingredientes principales conocidos, pequeñas cantidades de sustancias desconocidas esenciales para la vida".
Por su parte, en 1884, Takaki Kanehiro, médico de la Armada Imperial Japonesa, observó que el beriberi era endémico entre la tripulación de bajo rango que a menudo solo comía arroz, pero no entre los oficiales a los que se les servía una dieta de estilo occidental. Con el apoyo de la armada japonesa, experimentó con tripulaciones de dos acorazados; una tripulación recibió solo arroz blanco, mientras que la otra recibió una dieta de carne, pescado, cebada, arroz y frijoles. En el grupo que comió solo arroz blanco 161 tripulantes contrajeron el beriberi y 25 murieron, mientras que en el otro grupo solo hubo 14 casos de beriberi y ninguna muerte. Esto convenció a Takaki y a la Marina japonesa de que la dieta era la causa del beriberi, pero creyeron erróneamente que ingiriendo suficientes cantidades de proteína lo prevenían. En 1898 siguiente, Frederick Hopkins postuló que algunos alimentos contenían "factores accesorios", además de proteínas, carbohidratos, grasas..., que son necesarios para las funciones del cuerpo humano.
Enfermos de beriberi

Enfermos de beriberi

Y llegaron las vitaminas

La respuesta a la incógnita llegó durante la I Guerra Mundial. El gobierno británico había encargado a unos expertos que estudiasen la forma de racionar la comida sin perjudicar la salud. Entre ellos estaba Frederick Gowland Hopkins, un químico experto en los efectos de las dietas alimenticias en los animales. Por ejemplo, al estudiar la pigmentación de las alas de un cierto tipo de mariposa muy común en Inglaterra había descubierto una relación entre la pigmentación y el ácido úrico, y entre el ácido úrico y la dieta de la mariposa. También había encontrado que la ausencia de leche en la comida de las ratas hacía que muriesen porque no ingerían una determinada proteína. De sus investigaciones para el comité del gobierno descubrió que durante cualquier periodo de racionamiento no podían faltar ciertas sustancias esenciales si se quería tener una dieta sana. En 1919 bautizaba a estos nuevos factores con el nombre de vitaminas.

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