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¿Sabías que eres incapaz de recordar las cosas con precisión?

Mucho nos fiamos de nuestra memoria a la hora de recordar sucesos del pasado, pero en realidad nuestra memoria no solo no es fiable sino también falible.

¿Sabías que eres incapaz de recordar las cosas con precisión? (Miguel Angel Sabadell)
¿Hasta qué punto es fiable ese familiar que nos cuenta algo que sucedió en la pasada cena de Navidad? Por mucho que queramos, tanto nuestro cerebro como nuestros ojos no son buenos almacenes de información fiable. Por un lado nuestro cerebro no recuerda los hechos como si fuera un DVD, sino que construye lo visto llenando los espacios en blanco con imágenes e historias que nunca sucedieron.
Prueba de ello fue el accidente aéreo que sucedió Exposición Aeronaútica de Farnborough (Inglaterra) de 1956. Ante unos 100 000 espectadores un caza a reacción se desintegra durante un picado. Deseosas de esclarecer el accidente, las autoridades pidieron a los testigos oculares de la catástrofe que dieran su versión de los hechos. Una vez analizados miles de informes, la sorpresa que los expertos se llevaron fue mayúscula: Sólo un informe fue de cierta utilidad, y sólo media docena de personas vieron más o menos correctamente la secuencia de los hechos. La mayoría de los testigos vieron la secuencia del accidente al revés, llenaron el resto con su imaginación y prefirieron las teorías a los informes.

Lo que vimos no es lo que sucedió

Lo que este suceso nos demuestra de modo tan indiscutible es que el ser humano recuerda muy mal lo que observa, sobretodo cuando se enfrenta a un hecho que se sale de lo común: un robo, un asesinato, una extraña luz en el cielo... Suceden demasiadas cosas de las cuales no se es totalmente consciente, simplemente porque no se puede estar atento a todo y no es posible conocer a priori a qué detalles se debe estar especialmente alerta. Aquí es donde surge el problema. Cuando a veces se señala este hecho, sobre todo en personas que dicen haber visto un OVNI o un fantasma, muchos entienden que se está dudando de la palabra de los testigos. No es eso. De lo que se está dudando no es de su observación, sino de la calidad de ésta y sobre todo de la interpretación que hace el testigo. Habitualmente siempre concedemos a los testimonios de personas sinceras y honradas un valor que no tienen.
Goya

El Aquelarre (1823)

Un viejo ilusionista, el jesuita Carlos María de Heredia, lo expresó muy claramente: «El testimonio humano es criterio de verdad cuando el que lo da no sólo dice lo que cree que es verdad, sino cuando lo que cree que es cierto coincide con la verdad objetiva. Si una persona confunde la impresión que recibió con lo que pasó realmente, siendo cosa diversa, su testimonio no vale nada». Al identificar erróneamente el objeto observado el cerebro cree ver el tipo de acciones y movimientos que se supone debe hacer y en realidad no hace. De esta manera se construyen pseudomisterios.

Nuestro cerebro no es una grabadora

La siguiente mistificación viene cuando debemos recordar lo ocurrido. La memoria humana no funciona como una cassette; fabrica, inventa y adapta los recuerdos a nuestras creencias y deseos. Por eso, cualquier suceso insólito se hace más enigmático si pasa el tiempo necesario. El abogado J. W. Ehrlich deja bien claro la poca utilidad del testimonio humano al hablar del valor de los testigos oculares en un juicio: «Su testimonio es un informe de sus creencias como resultado a su reacción a un suceso. La observación y la memoria no son procesos mecánicos. Un testigo ocular no reproduce necesariamente de manera correcta lo visto y oído... Llenamos los vacíos de nuestras observaciones. Interpolamos, con la imaginación inconsciente, cosas que no observamos». En definitiva, con demasiada frecuencia vemos lo que queremos ver.
Pero lo peor de todo es que nos pueden hacer creer que hemos visto cosas que nunca han ocurrido.

Recuerdos reprimidos

En la década de 1980 algunos terapeutas estadounidenses descubrieron que, guiando oportunamente a niños hipnotizados y haciéndoles las preguntas correctas, conseguían hacerles recordar atroces situaciones arrinconadas en algún lugar del cerebro: preescolares secuestrados, forzados a beber orina, atados desnudos a los árboles, abusados sexualmente y algunos de ellos forzados a participar en orgías satánicas. Cerca de un millar de juicios se celebraron en aquellos años por culpa de estos recuerdos reprimidos.
Recuerdos

Los defensores de esta “terapia” asumían que recordamos todo a la perfección y que aquello que nos produce daño lo podemos enterrar en lo más profundo de nuestro córtex cerebral, olvidarlo y luego recuperarlo hasta la última coma. Esta creencia llevó a la cárcel en 1990 a George Franklin por el asesinato de la niña de 9 años Susan Nason sucedido en 1969. ¿La prueba? El recuerdo súbito de su hija 20 años después, tras acudir a un psicoterapeuta que le practicó una hipnosis en busca de memorias reprimidas. Fue testigo presencial de cómo su padre violaba a Susan y luego aplastaba la cabeza de su amiga con una piedra. George fue encarcelado por asesinato en primer grado. Cinco años más tarde se probó su inocencia.

Las inventoras de los recuerdos reprimidos

Uno de los motores de semejante plaga fue el libro The Courage to Heal, de la terapeuta Ellen Bass y una de sus pacientes “recuperadas”, Laura Davis Have. Ha sido comparado con el Malleus Maleficarum o Martillo de Brujas, uno de los libros de cabecera de los perseguidores de brujas. En el Malleus se dice que si tras el interrogatorio una mujer arrestada por bruja lo confirma, lo es; si lo niega también lo es. Ahora compárenlo con este argumento de Bass y Davis: “Que una mujer no tenga recuerdos de haber sido víctima de abusos, o que no los llegue a tener nunca, no es prueba de que no los haya tenido”.
Sin embargo, gracias al trabajo de científicos como Elizabeth Loftus se ha demostrado que nuestra memoria es frágil y constructiva, que los testigos oculares son a menudo poco fiables y que basta la sugestión para inducirnos falsos recuerdos al 25% de los humanos. Incluso se puede alterar el recuerdo dando información incorrecta una vez que ha ocurrido el suceso.

Referencias:

  • Bjorklund, D. F. (2014) False-memory Creation in Children and Adults: Theory, Research, and Implications, Psychology Press
  • Conway, M. A. (1997) Recovered Memories and False Memories, Oxford University Press
  • French, C. (2003)."Fantastic Memories: The Relevance of Research into Eyewitness Testimony and False Memories for Reports of Anomalous Experiences", Journal of Consciousness Studies 10: 153–174

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