Por qué los extraterrestres nunca sabrán cómo somos por detrás
El ser humano está buscando a ET desde mediados de la década de 1950. Y no solo buscamos algún tipo de emisión de radio suya, sino que también hemos les enviado mensajes con información sobre nosotros. Pero hay cosas que nunca sabrán.
El 12 de febrero de 2016 el presidente Obama apareció en el programa de televisión The Ellen DeGeneres Show. La presentadora también había invitado a una pequeña niña prodigio de 6 años, Macey Hensley, ya recurrente en su programa, para hacerle una serie de preguntas, cuando menos embarazosas. Y una de ellas fue si los extraterrestres eran reales. Obama respondió: “Realmente todavía no hemos contactado directamente con ellos. Pero cuando lo hagamos, te lo haré saber”.
Dejando a un lado las reflexiones que semejante respuesta provocó entre los conspiranoicos de los ovnis, que siempre está a la que salta para acusar al gobierno de todo lo inimaginable, la cuestión fundamental no es si podemos contactar con ellos, sino cómo hacerlo. O dicho de otro modo: suponiendo que existieran extraterrestres con deseos de comunicarse con otras civilizaciones de la Galaxia, ¿cómo lo harían? Esto es lo que intentan responder desde mediados del siglo XX los científicos que dedican parte o toda su carrera al programa SETI (acrónimo de Búsqueda de Inteligencias Extraterrestres). Situado en la fina línea que separa la ciencia de la pseudociencia, se trata de un programa que por su propia naturaleza ha sufrido los devaneos de la moda: vivió su época dorada en los años 70 y 80 -momento álgido también del mundo de la ufología- y fue decayendo hasta casi su desaparición a comienzos de este siglo. Pero ahora ha renacido pues en 2016 un multimillonario ruso, Yuri Milner, donaba 100 millones de dólares para financiar durante 10 años el proyecto Breakthrough Listen, con el que se pretende observar alrededor de un millón de estrellas en busca de alguna señal de origen extraterrestre.
La Tierra al ataque
Pero nosotros no solo esperamos escuchar las emisiones de Radio Antares o de cualquier otra estrella; también hemos pasado al ataque. Así el 16 de noviembre de 1974 y para conmemorar la remodelación del radiotelescopio de Arecibo, se envió desde allí un mensaje al cúmulo globular M13, situado a 25 000 años-luz de nosotros. Si hay alguna civilización allí, va a tardar un poco en recibirlo. Además, la conversación no será muy fluida: en el mejor de los casos tardaremos 50 000 años en recibir una respuesta. Si ies que los extraterrestres son tan listos como nosotros y son capaces de descifrar el mensaje.

Pero no todo queda ahí: también hemos mandado mensajes a posibles naves espaciales que pululen por nuestro espacio cercano y se dediquen a recoger chatarra espacial.
Un disco para ET
El 2 de marzo de 1972 partía desde cabo Cañaveral la sonda espacial Pioneer 10. Trece meses después salía la Pioneer 11. Aunque su misión científica era investigar Júpiter y Saturno, ambas naves espaciales saltaron a la fama por ser las primeras en llevar un mensaje destinado a los extraterrestres.
El mensaje consistía en una placa de aluminio anodizado al oro más pequeña que un folio. Fue diseñado por el conocido astrofísico Carl Sagan, Linda Salzman, la que era por entonces su mujer y el astrónomo pionero en la búsqueda de civilizaciones extraterrestres Frank Drake. El mensaje contenía unos misteriosos dibujos y símbolos. uno de ellos representa la molécula de hidrógeno para que los extraterrestres se den cuenta de que sabemos cuál es el átomo más abundante del universo; una imagen del sistema solar con una flecha que indica la trayectoria seguida por las Pionero desde el tercer planeta, la Tierra; y un mapa donde se da la situación del Sol con relación a catorce púlsares. Se escogieron estas estrellas porque son como los faros de nuestras costas, que emiten su luz en dos direcciones determinadas. Vistos desde la Tierra los púlsares se comportan como una estrella que se enciende y se apaga a un ritmo extremadamente regular. En realidad, son tan precisos que su periodo de encendido y apagado constituye, port sí sólo, la marca, la huella dactilar del púlsar.
Saludos desde la Tierra
Pero quizá lo más extraño que los extraterrestres descubran en la placa de las Pioneer sean dos figuras representando a un hombre y a una mujer, totalmente desnudos, y colocados junto a una representación de la sonda espacial, para que los perspicaces hombrecillos verdes se hagan una idea de nuestro tamaño. Ambos están de pie y el hombre lleva levantada la mano derecha saludando al estilo terrícola.
La polémica estalló de inmediato: para los puritanos la imagen era pornográfica al presentarlos tal y como vinieron al mundo; para las feministas la imagen era sexista pues era el hombre quien llevaba la voz cantante y la mujer desempeñaba un papel totalmente pasivo; para los agoreros era un tremendo error dar la situación de nuestro planeta en la galaxia: ¿y si los extraterrestres son malos y vienen y nos invaden? A pesar de las críticas las sondas partieron con el mensaje. Habiendo dejado atrás Saturno, las Pioneer se dirigen hacia la estrella alfa centauri a 4 años-luz de distancia de nosotros. Eso quiere decir que tardarán del orden de 80.000 años en llegar hasta ella. Es más, después de algo más de 26.000 años de viaje las naves llegarán a la llamada nube de Oort, el lugar de donde provienen los cometas, y todavía se encontraran en el sistema solar.
Y si después de todo ese tiempo algún extraterrestre cabezón y con nariz de trompetilla capturase alguna de las dos naves, aprenderá muchas cosas de nosotros. Pero como comento el astrónomo Rudolf Kippenhahn, "una cosa nunca la descubrirán: qué aspecto tenemos vistos de espaldas. Esto será un eterno misterio para ellos".