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Asedio a Nicea: cuando se lanzaban cabezas decapitadas al enemigo

Los cristianos lograron atemorizar a los musulmanes durante la Primera Cruzada.

Fran Navarro

Las cabezas cortadas volaban por encima de la muralla y caían golpeando en las calles y casas de una población aterrorizada por el macabro espectáculo. Podría parecer que esta narración recreara el asedio de cualquier película de ambientación medieval. Pero no, no hablamos de orcos a la conquista de Minas Tirith en una de las batallas de “El Señor de los Anillos”, si no que tan esperpéntico método fue empleado por los cristianos contra los turcos durante la Primera Cruzada.

Terrorismo contra el enemigo

En el arte de la guerra hay factores fundamentales para lograr la victoria frente al enemigo. El engaño e infundir el mayor temor posible forman parte de las estrategias más extendidas a lo largo de la historia para alcanzar objetivos bélicos. Desde los asirios hasta los atentados más actuales se han dado innumerables situaciones cuya finalidad ha sido desmoralizar a las víctimas de los ataques en un procedimiento que solemos reconocer como terrorismo. Las guerras medievales no estuvieron exentas de estas prácticas, más aún en las luchas entre distintas posturas religiosas, donde la crueldad ejercida por el enemigo alcanzaba cotas atroces. Los primeros cruzados no mostraron piedad alguna por favorable que pudiesen tener la situación. En Nicea se enfrentaron por primera vez contra los turcos selyúcidas. Fue el inicio bélico de las cruzadas y ya volaron cabezas sobre las murallas de la primera ciudad asediada.

La humillación y ofensa fueron conductas recurrentes entre los cristianos y los musulmanes que se enfrentaron durante la Edad Media. Templos utilizados como establos para los caballos, ataques en plena celebración de actos religiosos, imágenes cristianas y símbolos musulmanes profanados para horror de los vencidos.

Fracaso en el primer intento

Nuestra historia tuvo lugar a finales del siglo XI. El papa Urbano II, realizó un llamamiento durante el Concilio de Clermont en 1095 para que los cristianos alzaran su cruz (y sus espadas, claro) y acudieran a reconquistar los lugares santos del Próximo Oriente, en manos de los musulmanes, quienes plantaron cara a Occidente (la Cristiandad sería lo correcto para la época) por la hegemonía en el Mediterráneo. Las peregrinaciones armadas tomarían el itinerario desde Constantinopla hacia la península de Anatolia y desde allí debían conquistar el territorio hasta Jerusalén.

Los primeros en acudir al llamamiento del papá fueron un puñado de campesinos y clérigos menores con más entusiasmo que preparación para una empresa que se antojaba complicada. La conocida como Cruzada de los Pobres fue el capítulo piloto del complejo proceso que habría de suceder. Guiados por Pedro de Ermitaño y Walter el Indigente (sí, los sobrenombres no auguran nada épico), este ejército indisciplinado fracasó estrepitosamente en su intento de conquistar Nicea.

Nicea se situaba al noroeste de la actual Turquía. Se trataba del primer enclave importante a superar por parte de los cruzados en su camino hasta Jerusalén. Desde el año 1077 estaba en manos de los turcos selyúcidas, que le arrebataron el territorio al imperio bizantino y establecieron allí la capital del sultanato de Rüm.

En 1096, el sultán Kilij Arslam I y su ejército derrotaron a Pedro el Ermitaño y los suyos a las afueras de Nicea. Ni siquiera necesitó defenderse tras sus murallas. Esta superioridad pudo influir demasiado en una confianza temerosa por parte del sultán, que dejó de tomar a los cruzados como una amenaza a tener en cuenta.

La conquista de Nicea

Pero la segunda intentona tuvo un calibre significativamente distinto. Varios nobles europeos, sobre todo franceses y del Sacro Imperio Germánico Romano, además de la ayuda ofrecida por el emperador bizantino, plantaron un ejército de gran calado frente a Nicea en mayo de 1097. Los turcos quisieron vencer de la misma manera y cometieron el error de luchar al pie de las murallas en un enfrentamiento directo en el que sufrieron una dura derrota. Godofredo de Bouillón y Bohemundo de Tarento fueron dos de los nobles destacados que participaron en la contienda. Derrotados los turcos los cruzados mantuvieron un asedio sobre Nicea durante más de un mes, en el que las máquinas de asedio y las cabezas de soldados turcos tuvieron el protagonismo. No solo fueron arrojadas a Nicea, sino que:

“Mil de estas cabezas fueron enviadas al emperador [bizantino], un presente que ganó su favor de todo corazón”.

El 19 de junio de 1097, los turcos se rindieron y Nicea regresó a manos bizantinas. Fue el primer paso hacia la conquista de Jerusalén.

Referencias:

Ibrahim, R. 2021. The Christian Siege of Muslim Nicaea. raymondibrahim.com.

Pérez, P. 2022. Los cruzados toman Nicea. zendalibros.com.

Poudereux, I. 2021. La primera Cruzada: causas, características, batallas y consecuencias. redhistoria.com.

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