Ben-Hur y la falsificación más chapucera de la historia
A finales del siglo XIX un pastor presbiteriano publicó una serie de documentos, supuestamente de la época de Jesús, que confirmaban punto por punto la historia narrada en los Evangelios... hasta que alguien los comparó con Ben-Hur.
El escritor y militar norteamericano Lewis Wallace publicó en noviembre de 1880 su más celebérrima novela Ben-Hur: A Tale of the Christ. Está considerada como "el libro cristiano más influyente del siglo XIX", y rápidamente se convirtió en la novela más vendida de Estados Unidos, superando en ventas a la famosa La cabaña del tío Tom (1852) de Harriet Beecher Stowe. Ben-Hur se mantuvo en el primer puesto de la lista de los libros más vendidos de todos los tiempos en Estados Unidos hasta que en 1936 fue desbancado por Lo que el viento se llevó de Margaret Mitchell.
Aunque de ella se han hecho tres películas -la más reciente de 2016-, la que todos guardamos en la memoria es la protagonizada por Charlton Heston en 1959, con la memorable carrera de cuádrigas, la escena más recordada de toda la película. Una carrera que, curiosamente, no fue dirigida por William Wyler, el director de la cinta, sino por el director de fotografía. Por cierto, poca gente sabe es que esta película es un remake de otra muda anterior, producida en 1925 y protagonizada por el actor mexicano de ascendencia burgalesa Ramón Novarro. Esta adaptación es la película más cara de toda la historia del cine mudo. Por su parte, la versión de Wyler se la considera una de las mejores películas jamás realizadas: ganó 11 premios Óscar en 1960.
La novela, que fue la primera en ser bendecida por un Papa (León XIII) no sólo ha inspirado a la industria del cine, sino que también sirvió de musa para una de las falsificaciones más sonoras de finales del siglo XX y principios del XX. Sonora y chapucera.
Un misterioso sabio alemán

Producción de Ben-Hur
Todo comenzó un día de invierno de 1856, cuando se desató una tormenta de nieve en la pequeña ciudad de De Witt, en Missouri. Allí ejercía de pastor de la Iglesia Presbiteriana de Cumberland William D. Mahan. Entonces llamó a su puerta Henry C. Whydaman, un sabio alemán que, mira tú por dónde, pasaba por allí. Pidió si se podía refugiar de la terrible tormenta, y el caritativo espíritu presbiteriano de Mahan lo acogió con júbilo. Debió de cuidarlo a cuerpo de rey porque el sabio se quedó varios días. Esto les dio tiempo para conocerse mejor y conversar sobre sus aficiones y trabajos. Whydaman le reveló que venía del Vaticano, en cuya biblioteca había descubierto un manuscrito que contenía detalles inéditos de la vida de Jesús. Semejante confesión espoleó el deseo de Mahan por obtener ese manuscrito que tenía por título Hechos de Pilato. Whydaman le dijo que se podría conseguir una transcripción de ese manuscrito.
El 22 de septiembre Mahan escribió a Whydaman para implorarle que le enviara una copia del texto. Whydaman había regresado a Alemania, pero respondió prometiendo que haría po que pudiera para conseguirlo. Algunos meses más tarde volvió a escribir a Mahan donde le informaba de sus progresos: el padre Peter Freelinhusen, el guardián-jefe del Vaticano, le iba a porporcionar una copia del texto latino por treinta y cinco dáricos una moneda persa antigua, de tiempos de Dario I), que al cambio eran sesenta y dos dólares y cuarenta y dos centavos. Mahan le envió un cheque al Foreign Exchange Bank de Nueva York y el 26 de abril de 1859 el cuñado de Whydaman, C. C. Vantberger, que vivía allí, le dijo que el documento había llegado y que por diez dólares se lo traducía del latín.
En este punto desaparece el manuscrito de la historia y no vuelve a saberse de él hasta 1879. Entonces Mahan publicó un librito de 32 páginas titulado A Correct Transcript of Pilate's Court, en lo que dice ser un informe de Pilato a César del juicio y muerte de Jesús.
Los Hechos de Pilato
Esta historia, que la contó Mahan en las primeras páginas del panfleto, hace aguas por todas partes. Empezando porque el nombre de Henry C. Whydaman no es que suene muy alemán, que no existía ningún Foreign Exchange Bank en Nueva York en 1858 y que en los registros de la Biblioteca del Vaticano no ha habido nunca un padre Freelinhusen. Y que en el Vaticano del siglo XIX se usaran monedas de la época persa tiene su miga.
El contenido del supuesto informe resulta sospechoso ya solo por detalles de lo más infantiles, como que Pilato le explique al emperador Tiberio que Herodes reinaba en ese momento en Galilea: ¿cómo no iba a saberlo? En definitiva, y como dijo el erudito neotestamentario y teólogo Edgar J. Goodspeed, “toda la obra es una fantasía débil y tosca, un revoltijo de palabras altisonantes pero sin sentido, y difícilmente merece una crítica seria. Es difícil ver cómo podría haber engañado a alguien”. Pero de hecho lo hizo; y a muchos.
Entrevista con los pastores de Belén

Primera página de Ben-Hur
Este éxito espoleó a Mahan a buscar nuevos documentos y en 1884 publicó un libro con sus descubrimientos. Su título es ciertamente espantoso: “Archaeological Writings of the Sanhedrin and Talmuds of the Jews, Taken from the Ancient Parchments and Scrolls at Constantinople and the Vatican at Rome, Being the Record Made by the Enemies of Jesus of Nazareth in His Day: The Most Interesting History Ever Read by Man”. En él, además de incluir una versión ampliada de los Hechos de Pilato, aparecen nuevos documentos: el informe de Caifás al Sanedrín acerca de la resurrección; una conversación de Juan con los pastores de Belén y otra del conocido rabino Gamaliel con José y María; la defensa de Herodes el Grande ante el Senado romano por la matanza de los inocentes. Pero lo mejor de todo era La historia de Eli sobre los Magos, que copia profusamente al Ben-Hur de Wallace. Así, y como en la novela, los Reyes Magos son un griego, un hindú y un egipcio. El problema es que Mahan lo hizo tan mal que durante la copia se saltó una línea de la novela, quedando una frase sinsentido.
Y es que ni tan siquiera Hechos de Pilatos es suyo, sino que plagió descaradamente Ponce Pilate à Vienne, una historia que se publicó en la Revue de Paris en 1837 del dramaturgo francés Joseph Mery (1798-1867), como pudo identificar el historiador y teólogo sueco Per Beskow: “comparado con el 'manuscrito' de Mahan encontramos un acuerdo literal en cada detalle, excepto donde el texto está distorsionado por malas traducciones o malas interpretaciones".
Mahan fue citado por las autoridades de su iglesia por falsedad y plagio. Condenado y expulsado de su iglesia, prometió retirar el libro de las librerías, pero fue reeditado por diferentes editoriales con el título El volumen Archko, que apareció sin la historia de los Magos.
Referencia:
Goodspeed, E. J. (1931) Strange New Gospels, Chicago University Press