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¿Cómo fue la primera Navidad?

Sabemos del nacimiento de Jesús por dos evangelistas, Mateo y Lucas. ¿Pero estamos ante relatos que nos cuentan lo que realmente sucedió o son invenciones con un objetivo teológico?

¿Jesús nació en una cuadra o en su casa? ¿Le adoraron unos magos venidos de muy lejos o unos pastores? Las únicas referencias al nacimiento de Jesús nos las dan los evangelios de Lucas y Mateo y ambas narraciones son totalmente contradictorias. Mateo dice que Jesús nació en Belén, en su casa. Nada de cuevas, pesebres o pastores. Pero como debe justificar que acabaran viviendo en Nazaret, Mateo hace viajar a la familia por el desierto, huyendo a Egipto por miedo a Herodes. Imaginar a dos padres con un niño de menos de dos años cruzando el durísimo desierto del Sinaí supera con mucho al novelero Código Da Vinci. Al final, a la muerte de Herodes José decide regresar e instalarse en Nazaret, en Galilea. ¿Por qué no vuelven a su casa en Belén? Porque el hijo de Herodes, Arquelao, reinaba en Judea y José “tuvo miedo de ir allá”. Mateo no debía considerar al pobre José como una persona con muchas luces porque Galilea estaba gobernada por otro hijo de Herodes, Herodes Antipas, y futuro asesino de Juan el Bautista. Al parecer el miedo de José era selectivo.

Mateo, Jesús y Moisés

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Evangelio según Mateo

¿A qué vino este periplo? Debemos entender que todo el relato de Mateo tiene una clara intención teológica sin pretensiones de ser histórico. Así, que los Magos se detuvieran en Jerusalén para hablar con Herodes es una exigencia del guión que está desarrollando porque, como muy bien señala Robert McNair Price, profesor del Seminario Teológico Johnnie Colemon, “deberían haber ido directamente a Belén guiados por las profecías de Miqueas, pues sabían lo suficiente como para ir en busca del rey de los Judíos”. ¿Por qué se detienen en el palacio de Herodes? Para ellos era algo innecesario. Eso sí a Mateo le viene bien esa parada para alertar al rey de los judíos de que había nacido quien le derrocaría del trono y así justificar el asesinato de los niños menores de dos años. Una matanza totalmente imaginaria pues no hay registro de semejante barbarie en ningún documento histórico, ni tan siquiera se menciona en todo el propio Nuevo Testamento (a parte de Mateo, claro está).
¿Entonces por qué la incluye el evangelista? Porque la intención teológica de Mateo es construir un paralelismo entre Moisés -el gran héroe judío- y Jesús: la huída de José con su hijo y su mujer a Egipto porque Herodes quiere matarlo es reflejo de la de Moisés, porque el faraón desea suprimirlo; Herodes manda matar a todos los niños lo mismo que el faraón ordena que los infantes hebreos sean arrojados al Nilo; y cuando muere Herodes y un ángel ordena a José regresar de Egipto es otro reflejo de la historia de Moisés, cuando muere el faraón y Yahvé le ordena volver a Egipto. Así, dice el gran exégeta católico Raymond E. Brown, en el relato de la infancia “el Jesús de Mateo revive el éxodo y el destierro y cumple la historia de Israel”.

De pesebres y pastores

Por su parte Lucas no tiene tiempo para el largo viaje descrito por Mateo así que invierte el camino. La familia vive en Nazaret y se trasladan a Belén a causa de un antinatural censo romano que obligaba a sus ciudadanos a registrarse en su ciudad de nacimiento y no en la de residencia –uno puede imaginarse a los judíos de la diáspora cruzar todo el Mediterráneo para censarse en su ciudad de origen-. Eso sin tener en cuenta que un censo de César no tenía aplicación en Galilea, territorio gobernado por el tetrarca Herodes Antipas.
A pesar de eso, ¿podemos imaginar a un marido obligando a su mujer, casi salida de cuentas, a dejar su casa y familiares y viajar 130 km por caminos complicados, sujetos al ataque de ladrones y salteadores, para cumplir con un censo que sólo debía firmar él? Y no era necesario hacerlo con tanta premura: podía haber esperado a que su mujer diera a luz a su hijo y viajar luego a Belén. Visto lo visto, Lucas tampoco parece tener un gran aprecio por José como padre y esposo. La conclusión es obvia: si ambos evangelistas crean semejantes peripecias para hacer que Jesús nazca en Belén es porque Jesús no nació allí.

Jesús no nació en Belén

Y es que el nacimiento de Jesús en Belén no se sostiene. Primero, porque Belén solo aparece en los relatos de la infancia de Jesús de Mateo y Lucas y nunca más se le vuelve a mencionar; a partir de ahí todos los evangelistas siempre se refieren a Jesús como oriundo de una pequeña población de Galilea llamada Nazaret. Segundo, el mismísimo Evangelio de Juan insiste una y otra vez en que nació allí. Si realmente hubiera nacido en Belén, no hay ninguna razón por la que Juan tuviera que negarlo. ¿Por qué Mateo y Lucas están empeñados en Belén? Porque hay un título de Jesús que es vital para Mateo y Lucas, “Hijo de David”, y eso implica que Jesús debía nacer en Belén, algo que a Juan le tiene sin cuidado y, por tanto, no se ve forzado a cambiar la historia para ajustarla a un argumento teológico. Como dice el sacerdote católico y exégeta John P. Meier, “debemos aceptar el hecho de que Jesús era de Nazaret y solo de Nazaret”.

¿Historia o leyenda?

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Huída de Egipto

Según coinciden los expertos neotestamentarios -tanto confesionales como no confesionales-, las narraciones del nacimiento e infancia de Jesús de Mateo y Lucas se escribieron al final, cuando los autores ya habían creado los títulos de Hijo de David, Mesías, Hijo de Dios... Debemos tener en cuenta que uno de los objetivos de los cuatro evangelistas era responder a una pregunta clave: ¿en qué punto de la vida de Jesús, Dios le instituye como su Hijo, Salvador y Mesías? Para el evangelio más antiguo, el de Marcos, esto sucede con la resurrección, Lucas y Mateo lo retrotraen al momento de su nacimiento y Juan lo lleva aún más allá, al principio de los tiempos. En definitiva, los relatos de la infancia de Jesús son mitológicos y responden a la agenda ideológica de cada uno de los autores. O dicho de otro modo: los evangelios de la infancia no son relatos históricos, sino teológicos.
Entonces, ¿cómo fue la primera Navidad? Eso nunca lo sabremos.
Referencias:
Borg, M. J. Y Crossan, J. D. (2007) The First Christmas, Harper
Brown, R. E. (1982) El Nacimiento del Mesías: Comentario a los Relatos de la Infancia, Ediciones Cristiandad
Meyer, J. P. (1991) A Marginal Jew: Rethinking the Historical Jesus. Volume 1: The Roots of the Problem and the Person, Yale University Press

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