La mujer cuando besa, es que besa de verdad pero... ¿y el hombre?
El beso es una parte esencial en la estrategia del cortejo y el coctel de sustancias de la saliva puede informarnos de si la pareja escogida es la idónea desde el punto de vista biológico.
Para la antropóloga y experta en el tema de amor Helen Fisher besarse es una manera de evaluar potenciales parejas. “Cuando tienes una especie inteligente, que se empareja y que además requiere dedicar años de crianza de la descendencia, la evolución selecciona más y más mecanismos para eliminar a los perdedores y encontrar el que te vale”, comenta. Después de todo, ¿quién no ha perdido todo interés después de un mal primer beso? ¿Puede ser porque no tengamos las proporciones correctas de nuestra química en la saliva? "Creo que el beso es la punta del iceberg. Seguro que vamos a encontrar todo tipo de sistemas químicos en juego de los que no sabemos nada", añade Fisher.
"Besar", dice el biólogo Gordon G. Gallup, Jr de La Universidad de Nueva York en Albany, "conlleva un intercambio de información muy complicado, olfativa, táctil y postural, que pueden indicarnos la presencia de mecanismos inconscientes subyacentes que permiten a la gente tomar ciertas decisiones... como el grado en que son genéticamente compatibles".
Gallup es de los que piensan que el beso es crucial en una relación. En la película Hitch de 2005, el profesional de la seducción Alex "Hitch" Hitchens -Will Smith- dice a su cliente y amigo: "Bailas, miras, besas... un disparo, es lo que marca la diferencia entre 'felices para siempre' y '¡Oh! es un tío con el que tuve algo una vez'".
¿Es tan poderoso un beso?
Gallup, junto con Susan M. Hughes y Marissa A. Harrison, publicaron en el número de agosto de 2007 de Evolutionary Psychology un estudio que revelaba que el 59% de 58 hombres y el 66% de 122 mujeres admitieron que ha habido veces que su atracción por alguien se había evaporado tras el primer beso. "Los besos 'malos' no es que sean erróneos; simplemente no te hacen sentir bien... es el beso de la muerte para esa relación". La razón para ello, hipotetiza Gallup, es que hace llegar una información inconsciente sobre la compatibilidad genética de una posible pareja. Y es que va a ser que no.
Según los trabajos de Gallup, besar significa diferente para hombres y mujeres. En su estudio de 2007 entrevistó a 1 041 estudiantes de ambos sexos. Para la mayoría de los hombres el beso profundo era un obvio avance hacia el siguiente nivel, mantener relaciones sexuales, aunque también les valía como camino para la reconciliación. Por contra, las mujeres lo usaban para llevar la relación al siguiente nivel emocional: la otra persona no era simplemente una fuente de ADN sino que le servía para ver si podría ser una buena pareja en un futuro. "Las mujeres usan el beso como fuente de información sobre el nivel de compromiso si da la casualidad de que se establece una pareja de facto. El beso es un barómetro emocional: cuanto más entusiasta, más sana es la relación". Y una vez establecida, les sirve como medida de comprobación del grado de compromiso de su pareja.
Hombres y mujeres besan por motivos diferentes

El beso humano
Según estos investigadores no solo las mujeres ponen más énfasis en el besar, sino que la mayoría no tendría relaciones sexuales sin haber besado antes. Incluso enfatizan su importancia durante y después de tales encuentros. Por contra, a los hombres no les importa tener relaciones sin besar -algo común en el mercado del sexo por dinero- e incluso son capaces de mantenerlas con alguien que no es un “buen” besador. James Jones expresa esto este hecho en la novela De aquí a la eternidad: "El tabú decía que nunca se besa a las putas. A ellas no les gusta. Sus besos son privados, como el cuerpo para la mayoría de las mujeres".
Los autores concluyen que el estudio proporciona pruebas de que el beso romántico evolucionó como una estrategia de cortejo adaptativa que sirve como una técnica de evaluación de pareja, un medio de iniciar la excitación y la receptividad sexual, y una forma de mantener la relación: “En una pareja ya establecida, si no ocupa un lugar central o está totalmente ausente, hay una alta probabilidad de que haya problemas”, apostilla Gallup.
¿Cómo son los besos?
La naturaleza física de un beso fue puesta de manifiesto por primera vez hace más de una década gracias a un escáner animado de una sección vertical de la cabeza por Elaine Sassoon, Annabelle Dytham, Robert Scully y Gus McGrouther del Rayne Institute en el University College de Londres. El escáner reveló que un beso no solo utiliza los 34 músculos faciales “sino también 112 músculos posturales", comenta McGrouther, ahora en la Universidad de Manchester.
Y no solo eso. En 2006 aparecía un intrigante artículo sobre el problema de qué hacer con la nariz durante un beso la revista Nature Neuroscience por Martin Sereno y Ruey-Song Huang de la Universidad de California en San Diego. Plantar un beso en los labios y evitar el problema de la probóscide requiere un "rápido procesado bien coordinado de la información somatosensorial, visual y espacial”, dice Sereno.
Ahora podemos responder a la pregunta del poeta Victor Hugo: “¿Cómo sucedió que sus labios se juntaron?” Solo hay que ejercitar 34 músculos faciales y otros 112 posturales para tomar una buena medida de la situación, poner en funcionamiento el sulcus intraparietal ventral del cerebro, volver la cabeza a la derecha moverse suavemente…y aplicar algo de succión.
De los 12 o 13 nervios craneales que afectan a la función cerebral, cinco se ponen a trabajar cuando besamos, llevando mensajes de los labios, la lengua, las mejillas y la nariz al cerebro sobre la temperatura, el gusto, el olor y los movimientos de todo lo que está pasando. Parte de esa información llega al córtex somatosensorial, una franja de tejido en la superficie del cerebro que representa la información táctil en un mapa del cuerpo. En ese mapa, los labios surgen imponentes porque el tamaño de cada parte del cuerpo es proporcional a la densidad de las terminaciones nerviosas que posee.
Toda esta actividad desencadena una cascada de eventos. La sangre fluye a los labios, las pupilas se dilatan y el cuerpo se calienta. La saliva sale a raudales de las glándulas, los niveles de testosterona se disparan y aparecen sustancias que nos hacen sentir bien como las endorfinas y la oxitocina. La presión sanguínea sube, el corazón pasa de 70 a más de 120 latidos por minuto y las calorías empieza a quemarse a un ritmo de 6 por minuto, muchísimo comparado con la caloría por minuto que quemamos sentados viendo la tele.