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¿Cómo vivían los primeros agricultores?

Una de las transiciones fundamentales en la historia del ser humano fue el paso de cazador-recolector a agricultor. ¿Pero cómo vivían esas primeras comunidades agrícolas?

Podemos hacernos una idea bastante ajustada de este paso gracias a las excavaciones que se realizaron en uno de los sitios más emblemáticos de la Revolución Neolítica: Abu Hureyra, en el valle del Éufrates en Siria. Se terminaron en un tiempo récord, entre 1972 y 1973. Fue una increíble operación de rescate porque el gobierno sirio iba a construir la represa Tabqa en el Éufrates, que crearía el lago Assad. Lo que se obtuvo en aquellas dos campañas de excavaciones lideradas por el británico Andrew Moore ha dado trabajo a los arqueólogos durante décadas: en 2000 se publicó el informe final. Hoy Abu Hureyra reposa bajo las aguas del Assad. ¿Qué fue lo que se desenterró? La transición más antigua conocida de cazadores-recolectores a agricultores.

El comienzo de una revolución

Su historia comienza hacia 11500 a. E. como una diminuta aldea de casas sencillas y excavadas parcialmente en el suelo, con techos de ramas y carrizos. En el interior se han encontrado grandes cantidades de semillas correspondientes a 150 plantas comestibles diferentes. La elección del asentamiento por sus primeros pobladores demuestra que no tenían ni un pelo de tontos: por un lado está la llanura aluvial del Éufrates, que, como la del Nilo, es terreno fértil, y no muy lejos de allí, a distancia de un paseo, había un tupido bosque de robles y otros árboles de frutos secos. Durante la primavera y el verano tenían acceso al trigo y dos variedades del centeno que crecían en las lindes del robledo, y en las primeras semanas del estío tenían a su alcance grandes rebaños de gacelas del desierto: el 80% del suministro de carne provenía de estos animales. Sus habitantes no iban de caza, solo salían a los alrededores, elegían un rebaño entero y mataban animales de todas las edades.

Pero como en el caso de otros asentamientos, lo que ancló a la población fue el largo tiempo de trabajo que exigía el procesamiento de los alimentos vegetales, realizado por las mujeres. Desde ese momento se hizo imposible una movilidad como la de antaño.

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Los primeros agricultores

Después de 11000 a.E. los poblados habían crecido desmesuradamente y muchas áreas el Creciente Fértil estaban densamente pobladas. Pero alrededor de aquel 11000 se produjo una tremenda sequía que se prolongó durante miles de años: se dejó de recolectar bellotas y otros frutos de los árboles, los cereales silvestres desaparecieron hacia 10.600 a.E. e incluso los pistachos se volvieron escasos. La gente se vio obligada a recurrir a alimentos menos apetitosos y que requerían más trabajo para eliminar los componentes tóxicos, como los tréboles o la alfalfa. Con el tiempo el paisaje se volvió más árido y los bosques retrocedieron. Al final, Abu Hureyra fue abandonada.

Y llegó un cambio climático

¿A qué se debió esta pertinaz sequía? A algo que sucedió muy, muy lejos, en Norteamérica: el lago Agassiz, situado en lo que hoy es la región de los grandes lagos entre Estados Unidos y Canadá, se vació. El agua del deshielo no dejaba de fluir hacia él y comenzó a derramarse en dirección al mar de Labrador. El derrame se convirtió en desborde y formó una cubierta de agua en el Atlántico, que impidió que el agua templada se enfriara y se hundiera. Este hecho funcionó como un interruptor que apagó la circulación atlántica, una de los principales termorreguladores del clima del planeta. Las temperaturas invernales cayeron, los veranos se hicieron más frescos y durante diez siglos volvieron las condiciones climáticas de la anterior glaciación, provocando una intensa sequía en todo el sudoeste asiático. Así fue cómo el destino de Abu Hureyra quedó sellado.

Aprendiendo a cultivar cereales

Sabemos dónde aparecieron las primeras sociedades agrícolas, ¿pero dónde se empezó a experimentar con el cultivo de cereales? En las montañas de Karaca Dag, un volcán de escudo en el este de Turquía. Allí vivían unos humanos que sobrevivían recolectando escanda silvestre, hoy casi extinta salvo en algunas zonas montañosas de Europa. En un peculiar experimento, Jack Harlan de la Universidad de Ilinois se dedicó a recolectar escanda a mano y demostró que en tres semanas una familia podría recoger tanto grano como para subsistir todo un año. En 1997 el genetista noruego y experto en cereales Manfred Heun, junto con colegas turcos e italianos, identificó 11 variedades silvestres que podrían ser los antepasados del trigo moderno; todas ellas crecían junto a la ciudad turca de Diyarbakir, muy cerca de las montañas de Karaca Dag. En 2006 investigadores el Instituto Max Planck de Investigación en Cultivos de Colonia descubrieron que el antepasado común silvestre de 68 variedades actuales de cereal todavía crece en las colinas de esta montaña. Todos estos descubrimientos apuntan a que la domesticación de la escanda sucedió aquí: estamos ante la primera manipulación genética de la historia.

Ingenieros genéticos intuitivos

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Agricultores

Los pobladores de la zona se dedicaron a seleccionar aquellas variedades que dieran semillas más pesadas y densas y con un raquis -la parte que une la semilla con el tallo- más firme para poder cosechar cuando quisieran el grano maduro en lugar de esperar el momento de la cosecha a cuando están a punto de caer. Gordon Hillman y Stuart Davis del University College de Londres se dedicaron a plantar trigo silvestre para calcular cuánto tiempo hubieran necesitado los primeros agricultores en obtener la variedad doméstica. Encontraron que si este crucial experimento se hubiera hecho en una hectárea lo habrían conseguido en un lustro, pero si lo realizaron a una escala menor, en unos 25 metros cuadrados -lo que es más probable pues involucra menos recursos-, la domesticación completa se habría conseguido en unos 30 años. Esto demuestra que la transición a una economía agrícola se hizo en muy pocas generaciones.

La escanda no fue la única especie domesticada con rapidez en Turquía: también lo fueron el garbanzo y el yero, una leguminosa parecida a la algarroba. Mientras, en otros lugares del Creciente Fértil se domesticó la cebada, el farro, el guisante, la lenteja y el lino.

El origen del trigo actual

¿Pero de dónde viene nuestro trigo candeal, el trigo común que se planta por todo el planeta? De la hibridación del Aegilops squarrosa, una gramínea que crece incluso en invierno y que se encuentra cerca del Mar Caspio, con el farro doméstico. Así apareció el más valioso de todos los cultivos antiguos.

El porqué de estos cereales y no otros obedece a una razón muy simple: necesitan de pocos cambios genéticos para transformase en una planta doméstica. Por supuesto esto no se consigue por ciencia infusa: hay que observar con cuidado el proceso de germinación y crecimiento de una planta, todo un programa de investigación científica, pasando por darse cuenta de lo evidente, que las semillas germinaban cuando se las entierra o se colocan en suelo húmedo. Una vez constatado este hecho, dispersar las semillas para expandir las zonas de cultivo y obtener más grano fue el siguiente paso lógico. Por otro lado, el cambio en el aprovisionamiento de alimentos obligó al desarrollo y mejora de nuevas herramientas: haces de piedra con mango de hueso para segar y numerosos tipos de mortero para moler los frutos secos. Y así, de esta forma y casi sin darse cuenta, estos primitivos agricultores acabaron de conseguir lo que nadie ha hecho desde entonces: cambiar la vida de toda la especie humana para siempre.

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