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Cómo ser menos racistas tras una siesta de 90 minutos

Cuando dormimos, el cerebro se esfuerza en potenciar en nuestra memoria todo lo que hemos aprendido durante el día. Es más, investigaciones recientes han demostrado que si una tarea de aprendizaje concreta se asocia a un olor o sonido, y éste se reproduce durante las horas de sueño, lo aprendido se consolida con más fuerza en nuestra mente.

Cuando dormimos, el cerebro se esfuerza en potenciar en nuestra memoria todo lo que hemos aprendido durante el día. Es más, investigaciones recientes han demostrado que si una tarea de aprendizaje concreta se asocia a un olor o sonido, y éste se reproduce durante las horas de sueño, lo aprendido se consolida con más fuerza en nuestra mente.
Según los resultados de un estudio de la Universidad de Northwestern y publicado en Science, esto puede ocurrir también con valores y actitudes aprendidos durante la etapa de la infancia. Para su experimento, los investigadores se centraron en sesgos raciales y de género. En esencia, se trató de una especie de entrenamiento en el que los participantes observaban imágenes de hombres y mujeres de distintas razas, y aprendían a asociarlas con características contrarias a prejuicios sociales. Además, se emparejó un sonido distintivo con cada ejercicio de “contrasesgo”.
Al finalizar la prueba, los participantes durmieron una siesta de 90 minutos. Mientras, oyeron de forma aleatoria repetidas veces el sonido utilizado durante el entrenamiento y otro distinto. La sorpresa para los científicos fue que estas personas notaron, poco después de despertar, cómo sus prejuicios raciales y de género habían mermado considerablemente, sensación que tuvieron presente una semana después. Los científicos tenían claro el porqué: la estimulación auditiva durante el sueño había hecho posible la reactivación del aprendizaje del contrasesgo.
Para el autor principal del estudio, Hu Xiaoqing, "es algo sorprendente que la intervención basada en el sueño pueda tener un impacto que aún era evidente una semana más tarde". Según explica, la expectativa habitual es que una breve intervención llevada a cabo una sola vez no es lo suficientemente fuerte como para tener una influencia duradera. “Pero nuestros resultados muestran cómo el aprendizaje, incluso este tipo de aprendizaje, depende del sueño", apostilla.
Aunque parezca algo surreal, esta y otras investigaciones recientes fueron ya adelantadas en 1932 por el escritor Aldous Huxley, al plasmar en su novela Un mundo feliz la idea de “adiestrar” a los niños durante el sueño, para que después se sintieran orgullosos de sus valores y de la casta a la que pertenecían.

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