Declarada la emergencia climática
El Parlamento Europeo declara la emergencia climática con 429 votos a favor, 225 en contra y 19 abstenciones.
La Eurocámara acaba de declarar la emergencia climática. A pocos días de la celebración de la Cumbre Mundial del Clima de Madrid (COP 25) y aún digiriendo la pésima noticia que dio la Organización Meteorológica Mundial (OMM) esta semana advirtiendo que en 2018 se batieron récords en concentración de gases de efecto invernadero, llega esta llamada de atención para tomar medidas urgentes que ayuden a frenar el calentamiento global.
De seguir con las políticas actuales, se espera que la temperatura de la Tierra aumente más de tres grados de aquí al año 2100. Las consecuencias devastadoras de esto son entre otras que se produzcan extinciones en masa y que grandes áreas del planeta se conviertan en inhabitables.
Para llegar al objetivo marcado de aumento de la temperatura global como máximo de 1,5 grados, las emisiones necesitarían reducirse un 7,6% cada año a partir de 2020. Según el informe especial del IPCC que se publicó a finales de 2018, si la temperatura global sobrepasa los 1,5 grados, las consecuencias serán catastróficas.
Europa es el primer continente en el que se aprueba una resolución que recomienda actuar ya para evitar el desastre. Sin embargo, una cosa es aprobar una resolución y otra bien distinta es actuar en consecuencia. La pelota está ahora en las medidas que lleven a cabo las clases políticas.
La concentración de gases de efecto invernadero, más elevada que nunca
El pasado 25 de noviembre la OMM advirtió que la concentración de gases de efecto invernadero batió un nuevo récord en 2018. Si la tendencia se mantiene al alza durante un periodo largo de tiempo, los efectos serán cada vez más graves, contemplándose el aumento de las temperaturas, la existencia de fenómenos meteorológicos más extremos, el estrés hídrico (se da cuando la demanda de agua es mayor que la cantidad de la que se dispone o cuando su uso se ve restringido por su baja calidad), la subida del nivel del mar y la alteración de los ecosistemas marinos y terrestres.
Los gases de efecto invernadero son aquellos que forman parte de la atmósfera de manera natural y antropogénica (emitidos por la actividad humana) y cuya presencia contribuye al efecto invernadero. Una pequeña cantidad de ellos es necesaria, pues de lo contrario la temperatura de la Tierra rondaría los -18 ºC. Sin embargo, la actividad humana está disparando su emisión, con lo que el efecto invernadero no ha hecho otra cosa más que calentar el planeta.
Cuando se habla de emisión, nos referimos a la cantidad de gas emitido a la atmósfera. Con concentración haremos referencia a la cantidad de gas que se queda en la atmósfera tras las distintas interacciones que tienen lugar entre la atmósfera, la biosfera, la criosfera y los océanos.
Los principales gases de efecto invernadero son el CO2, el metano y el óxido nitroso pero existen más. El CO2 puede permanecer en la atmósfera siglos y en los océanos aún más tiempo. Su concentración media alcanzó, según el Boletín de la OMM sobre los Gases de Efecto Invernadero, las 407,8 partes por millón (ppm) en 2018, una concentración comparable a la que se dio hace entre 3 y 5 millones de años, cuando la temperatura era entre 2 y 3 grados más alta y el nivel del mar entre 10 y 20 metros superior al actual. En cuanto a las concentraciones de metano y óxido nitroso, en el Boletín se refleja que han crecido a mayor ritmo que en los últimos diez años.
“No hay indicios de que se vaya a dar una desaceleración, y mucho menos una disminución, de la concentración de los gases de efecto invernadero en la atmósfera a pesar de todos los compromisos asumidos en virtud del Acuerdo de París sobre el cambio climático”, manifestó el Secretario General de la OMM, Petteri Taalas. “Tenemos que plasmar los compromisos en acción y aumentar el nivel de ambición en aras del bienestar futuro de la humanidad”, afirmó.