Es mejor que disparen contra ti que ver sufrir a otros
A los soldados que han combatido les causa menos estrés postraumático haber estado bajo fuego enemigo que haber sido testigos del padecimiento ajeno.
Todos imaginamos que participar en una guerra tiene que ser una experiencia angustiosa y estresante. La constante amenaza de muerte a la que están sometidos los soldados en combate supone, sin duda, un trauma psicológico que puede generar síntomas de estrés incluso años después de aquella experiencia.
Lo llamativo del reciente estudio llevado a cabo por el psicólogo noruego Andreas Espetvedt Nordstrand y su equipo de investigación del Departamento de Psicología de la Universidad Noruega de Ciencia y Tecnología (NTNU) es que sus resultados apuntan a que estar expuesto a situaciones que ponen en peligro la propia vida produce menos síntomas de estrés postraumático para un soldado que experimentar el sufrimiento y la muerte en los demás, sin estar él mismo en peligro. En el estudio, publicado en el European Journal of Psychotraumatology, participaron 4.053 de los poco más de 7.000 soldados noruegos destacados en Afganistán entre 2001 y 2011.
Las causas de los traumas se pueden dividir principalmente en factores estresantes basados en el peligro y factores no basados en él. En entornos militares clásicos, los soldados pueden estar expuestos a un trauma basado en el peligro, como ser fusilados o ser emboscados. Se trata de una amenaza activa que está vinculada a la ansiedad.
Por su parte, el trauma no basado en el peligro, se divide en dos subgrupos: ser testigo del sufrimiento o la muerte de los demás –sin estar en peligro uno mismo– o los desafíos morales, es decir, ver o realizar un acto que viola las creencias morales de uno mismo. “Un ejemplo del primer caso podría ser que un terrorista suicida activase una bomba que hiriera o matara a niños y civiles –propone Nordstrand–. Luego, nuestros soldados acuden a limpiar o asegurar el área y experimentan la devastación que ha causado”.
Realizar acciones que violen los principios morales, por otro lado, puede implicar matar a una persona inocente. “Por ejemplo, un oficial puede ordenar que se dispare a una persona porque parece que está usando un chaleco suicida –explica el psicólogo noruego–. Sin embargo, luego resulta que no era un suicida, sino tan solo un civil, que termina siendo asesinado”.
El estudio muestra que tanto los factores de estrés basados en el peligro como los no basados en él conducen a un aumento en el trastorno de estrés postraumático (TEPT). El trastorno de estrés postraumático puede implicar estar muy alerta y nervioso, dormir mal y revivir los eventos después de que hayan ocurrido. Pero es probable que los factores estresantes no basados en el peligro desencadenen muchos más síntomas de angustia psicológica. “En nuestro estudio descubrimos que la depresión, los trastornos crónicos del sueño y la ansiedad estaban mucho más vinculados a los factores estresantes no basados en el peligro que a los temores por la propia vida”, señala Nordstrand.
Un trauma relacionado con la vergüenza y la culpa
Los resultados de la investigación también muestran que la exposición a amenazas personales a menudo conduce a un desarrollo personal positivo. Este tipo de trauma puede contribuir a que el individuo aprecie más la vida, se acerque más a sus familiares y experimente una mayor fe en su capacidad para manejar situaciones complicadas.
Por otra parte, los factores de estrés no basados en el peligro generalmente conducen a un desarrollo personal negativo, donde la persona valora menos la vida, se siente más distante de los demás y tiene menos fe en sí misma. “Muchos soldados contaron historias de lo difícil que les resultó superar el hecho de ser testigos del sufrimiento de otras personas, especialmente de los niños que se convirtieron en víctimas de la guerra”, explica el psicólogo noruego, quien pone como ejemplo el caso de un soldado concreto: “La experiencia vivida que no olvidaba y que lo agobiaba fue cuando salió al campo de batalla tras el estallido de una bomba y descubrió el zapato brillante de un niño, salpicado de sangre”.
Según Nordstrand, muchas personas ocultan su trauma no basado en el peligro y no hablan de ello con sus familiares, amigos o colegas. Él piensa que esto se relaciona con el hecho de que el trauma no basado en el peligro a menudo está relacionado con la vergüenza y la culpa, y que puede ser más difícil hablar de ello que de lo que temían en un intercambio de disparos.
“Nos apresuramos a ayudar psicológicamente cuando alguien ha estado en una situación que amenazaba su vida. Creo que podemos hacer un mejor trabajo para ayudar a las personas al reconocer que existe un riesgo real de enfermedad mental después de estar expuestos a traumas no basados en el peligro. Deberíamos desarrollar protocolos para poder descubrir a aquellos que son vulnerables y descubrir cómo podemos utilizar mejor nuestros recursos”, concluye Nordstrand.