Una nueva investigación aporta luz para mejorar las vacunas maternas
El estudio de la transferencia de anticuerpos entre la madre y el bebé por vía placentaria permitirá crear vacunas más eficaces.
Una de las herramientas más útiles con las que cuentan los médicos a la hora de combatir las enfermedades infecciosas es, sin duda, la vacunación. Pero esta aún tiene una eficacia limitada en la protección de un grupo concreto de pacientes: los recién nacidos, que llegan al mundo con sistemas inmunológicos nuevos que aún no saben diferenciar los microbios benignos de los perjudiciales. Dependen, por ello, de los anticuerpos que les transmitan sus madres por vía placentaria.
Una investigación llevada a cabo por el Instituto Ragon del Hospital General de Massachusetts, el MIT y Harvard –publicada en la revista ‘Cell’– acaba de determinar cómo se produce exactamente la transferencia de la inmunidad inducida por las vacunas desde el cuerpo de una madre a su bebé. Esta investigación podría ser útil en el desarrollo de vacunas maternas más efectivas.
"Para ayudar al sistema inmunitario del recién nacido a aprender a discriminar entre amigos y enemigos, las madres transfieren anticuerpos a sus bebés a través de la placenta –explica Galit Alter, doctora del Departamento de Medicina del Hospital General de Massachusetts (MGH) y coautora principal del estudio–. Desconocíamos las reglas mediante las cuales la placenta realiza esta función absolutamente esencial, pero, si se descodifican, podrían ser la clave para generar vacunas más potentes”.
Si bien los anticuerpos maternos contra algunas enfermedades, como el sarampión, pueden transferirse de madre a hijo y brindan cierta protección hasta que el niño tenga la edad suficiente para la vacunación individual, los anticuerpos contra otras enfermedades graves, como la poliomielitis, se transfieren de manera menos eficiente.
Las células NK, claves
Para investigar los mecanismos por los cuales los anticuerpos se transfieren de madre a hijo, Alter y su equipo –incluida la autora principal, Laura Riley, presidenta de Obstetricia y Ginecología en la facultad Weill Cornell Medicine– utilizaron una novedosa herramienta llamada serología del sistema para comparar la cantidad y la calidad de los anticuerpos contra la tos ferina en muestras de sangre de madres y de cordones umbilicales que transportan sangre, nutrientes y factores inmunitarios desde la placenta hasta el pequeño.
Su investigación reveló que la placenta da preferencia a los anticuerpos infantiles que activan las células asesinas naturales (NK), elementos clave del sistema inmunitario innato. Si bien varias células inmunitarias importantes son demasiado inmaduras en los recién nacidos para brindar una protección efectiva, las células NK se encuentran entre las células inmunitarias más abundantes y funcionales durante los primeros días de vida.
El equipo encontró una preferencia similar por la transferencia placentaria de los anticuerpos activadores de NK contra la gripe y el virus respiratorio sincitial –una enfermedad común en la niñez– y también identificó características de anticuerpos que parecen regular la selección placentaria, características que posiblemente podrían incorporarse a las vacunas de próxima generación para lograr una mejor transferencia de anticuerpos de madre a hijo.
"Ahora tendremos la oportunidad de crear mejores vacunas maternas y de administrarlas en el momento ideal durante el embarazo para proteger al máximo a los recién nacidos cuando son más vulnerables", concluye Riley.