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Las superbacterias colonizan la Estación Espacial Internacional

Pero que no cunda el pánico: ya existe un material antibacteriano que frena su expansión ahí arriba.


Donde hay humanos hay bacterias. Y superbacterias. Normal, porque en los intestinos de una sola persona viven alrededor de cien billones de microorganismos. Los astronautas se los llevan cuando viajan al espacio, y allí dejan parte al regresar a la Tierra. Y no solo los de su microbioma, también otro tipo de microbios.

El problema es que en entornos como el de la Estación Espacial Internacional (EEI), las condiciones extremas pueden aumentar la resistencia de estos microorganismos hasta convertirlos en superbacterias casi invulnerables a los antibióticos. Además, las tripulaciones, estresadas y aisladas en un ambiente cerrado y hostil (en el que hay microgravedad, radiaciones cósmicas…) sufren un debilitamiento del sistema inmune.

Es la tormenta perfecta: bacterias fortalecidas ante la adversidad que se aprovechan de las flaquezas de los organismos que las hospedan y alimentan dan como resultado un lugar colonizado por estos microorganismos dopados, muy difíciles de combatir.

Las infecciones son, por tanto, uno de los problemas que pueden convertir en un infierno las estancias prolongadas en el espacio. Es un asunto a solventar si queremos visitar –y quién sabe si colonizar– otros planetas, como Marte.


Metales vitaminados

Acabar con este inconveniente es el objetivo de un equipo de investigadores de varias instituciones científicas rusas y alemanas, que acaban de publicar en Frontiers in Microbiology los resultados de su experimento para combatir a las superbacterias astronautas. 

Han probado un nuevo material antimicrobiano, una capa que se aplica sobre superficies proclives a la contaminación bacteriana, como los inodoros de la EEI. Lo han llamado AGXX. Contiene plata –un metal del que se conocen sus propiedades contra los patógenos desde hace siglos–, rutenio y derivados de vitaminas, y mata a todo tipo de bacterias, además de a ciertos hongos, levaduras y virus. Y como explica la profesora Elisabeth Grohmann, principal autora del estudio, “la capa se autorregenera, no se desgasta con el uso”.


Rumbo al espacio profundo

La capa de AGXX demostró ser letal en las pruebas. Según Grohmann, después de seis meses en la EEI, no había ni una bacteria en las superficies que recubría. A los 12 y los 19 meses, solo se encontraron 12, un número irrisorio que es un 80 por ciento menor del que se da cuando se recubre una superficie con otras soluciones basadas en la plata. “Y lo que es más importante –añade la investigadora–, no se hallaron patógenos de origen humano. Ahora mismo, el riesgo de infección de los tripulantes de la Estación es bajo”.

Sin embargo, las bacterias han demostrado hasta qué punto son duras de pelar. El experimento ha revelado que las encontradas eran capaces de formar películas protectoras, y al menos tres resultaron resistentes a los antibióticos. 

El paso siguiente es mejorar estas soluciones, con la mente puesta en misiones tripuladas de larga duración como las que nos llevarán tal vez a Marte y más allá. Como señala Grohmann, “la inmunosupresión, la virulencia de las bacterias y por tanto el incremento de posibilidades de sufrir una infección se incrementan con la duración del vuelo”.

Imagen (NASA): La Estación Espacial Internacional –fotografiada desde el transbordador Discovery tras un acoplamiento– sobrevuela el Mar Caspio.

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