Saturno pierde sus anillos a gran velocidad
Un nuevo estudio de la NASA sostiene que antes de 300 millones de años se habrán esfumado los famosos anillos del gigante de gas.
Los datos que enviaron las sondas Voyager 1 y 2 de la NASA cuando se aproximaron a Saturno en 1980 y 1981 respectivamente llevaron a algunos expertos en ciencias planetarias a sospechar que el gigantes de gas parecía estar perdiendo sus característicos anillos. Pues bien, un nuevo estudio de la agencia espacial estadounidense no solo ha confirmado aquella hipótesis, sino que ha permitido averiguar que estos se están esfumando a la velocidad que estimaba el peor de los escenarios previstos por los investigadores. En un comunicado, estos indican que se están viendo arrastrados por la gravedad del planeta y la influencia de su campo magnético, lo que origina una lluvia de partículas de hielo, del que están compuestos en buena parte.
“Cada media hora, este fenómeno sustrae del sistema de anillos una cantidad de agua equivalente a la que alberga una piscina olímpica”, indica James O’Donoghue, del Laboratorio de Magnetosferas Planetarias del Centro de vuelo espacial Goddard de la NASA. Según O’Donoghue, que ha coordinado el citado trabajo, recientemente publicado en la revista Icarus, “si tuviéramos en cuenta únicamente este hecho, podríamos afirmar que en unos 300 millones de años habrán desaparecidos por completo; no obstante, las mediciones efectuadas por la sonda Cassini –esta se desintegró en las capas altas de la atmósfera de Saturno el 15 de septiembre de 2017–, que determinaron que más material de los anillos estaba cayendo sobre el ecuador del planeta, podrían adelantar considerablemente ese momento. Probablemente les quedan menos de 100 millones de años, relativamente poco tiempo si lo comparamos con la edad de Saturno, que supera los 4.000 millones de años”.
Una composición ‘efímera’
Precisamente, los astrónomos han debatido durante décadas si este se formó ya con sus aros, una estructura que en la actualidad tiene 275.000 km de diámetro, o si los adquirió con el tiempo –una de las propuestas más sopesadas considera que surgieron cuando chocaron entre sí algunos pequeños cuerpos helados que se encontraban en órbita alrededor del gigante gaseoso–. El nuevo ensayo apuesta por esta última hipótesis y sus autores señalan que, asimismo, es muy probable que no tengan más de 100 millones de años, el plazo que le llevaría al anillo C, más tenue que el A y el B, adquirir el aspecto que presenta hoy en día, al menos si suponemos que una vez fue tan denso como el que le precede. “Somos afortunados; podemos observar el sistema de anillos de este planeta, que parece encontrarse en la mitad de su vida. Sin embargo, si, como sospechamos, son efímeros, seguramente nos habremos perdido poder contemplar unas formaciones tan impresionantes como estas en Júpiter, Urano o Neptuno, cuyos anillos son, en la actualidad, mucho más finos”, añade O’Donoghue.
Imagen: NASA / JPL-Caltech
Referencia: Observations of the chemical and thermal response of ‘ring rain’ on Saturn’s ionosphere. JamesO’Donoghue et al. Icarus (2018). DOI: doi.org/10.1016/j.icarus.2018.10.027