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¿Cuándo empezamos a ir a la escuela?

La invención de la escritura conllevó la aparición de los primeros centros en los que se enseñara cómo hacerlo: las escuelas. Desde entonces la difusión del conocimiento ha dependido de ellas.

Las primeras escuelas estuvieron ligadas, obviamente, a la aparición de la escritura, por lo que no es de extrañar que aparecieran en Sumeria hacia el año 3 500 a.C., cuando apareció la escritura cuneiforme. Se han encontrado libros de texto -o mejor dicho, tablillas de texto- en la ciudad de Uruk, en la ribera oriental de Éufrates, y consistían en cientos de tablillas de arcilla que contenían listas de palabras con la apariencia de haber sido dispuestas de tal modo para ser memorizadas.

Aunque la mayoría de las tablilla que se han encontrado tiene que ver con memorados financieros y administrativos, esas “hojas de estudio” claramente indican que no mucho más tarde de la invención de la escritura ya se había diseñado una enseñanza rigurosa y formal de la misma. A mediados del tercer mileno ya había escuelas donde impartían clase a niños y adolescentes: se han encontrado el equivalente a apuntes y tareas para casa en la ciudad de Shurupak, con fecha hacia 2 500 a. C. Ahora bien, como los hijos solían continuar con la tradición familiar, el hijo de un carpintero aprendería el oficio de su padre y terminaría como tal. De ahí que solo los hijos de los reyes, nobles y escribas recibieran esa formación. Por otro lado, aunque no era común que las niñas acudieran a la escuela tampoco estaba prohibido, pues se han encontrado pruebas de que en Mesopotamia había escribas mujeres.

El trabajo al que se enfrentaban los alumnos era duro pues aprender con soltura la escritura cuneiforme exigía destreza y concentración. No por ello había un proverbio que decía: "Quien busque destacar en la escuela de los escribas debe levantarse al amanecer". Ser escriba era un empleo con futuro: desde llevar la contabilidad y los asuntos administrativos a redactar albaranes, contratos de compra-venta o simples cartas. Así que no es extraño que su número aumentara hasta acabar convirtiéndose en una clase social.

Por los restos arqueológicos encontrados se deduce que la educación de los escribas se se realizaba en casa privadas llamadas eduba (escuela de escribas). El mejor ejemplo es la Casa F en la ciudad de Nippur, donde se han encontrado alrededor de 1 500 trozos de tablillas datadas hacia el 1 750 a.C.; la mayoría son ejercicios escolares hechos por los estudiantes.

Escritura cuneiforme

Escritura cuneiformeEscritura cuneiforme


El plan de estudios mesopotámico

De esos restos hemos podido deducir el plan de estudios de una eduba típica de Nippur. Lo que podríamos definir como la educación primaria consistía, obviamente, en aprender a lo largo de cuatro cursos los conceptos básicos de la escritura cuneiforme, escribiendo largas listas de signos y palabras y copiando textos simples. En primero aprendían las técnicas de escritura, como trabajar la arcilla y las tablillas, el manejo del pincel para hacer los tres tipos de cuña (horizontal, vertical y oblicua), empezar a dominar los signos básicos y a escribir el nombre de las personas. En este curso el estudiante aprendía el Alfabeto Silábico B, que son signos o sílabas con cierto parecido a palabras sumerias pero cuyo uso era enseñar al alumno a conocer los signos correctos. En segundo curso los estudiantes memorizaban y escribían listas de palabras organizadas por temas, como las del grupo de madera, las de pieles y cuero... En tercero iban un poco más allá y aprendían los números, las medidas y fórmulas comunes utilizadas en los contratos económicos. Además aprendían listas de palabras más complejas que las del año anterior. Y en cuarto empezaban a trabajar oraciones completas en sumerio, copiaban modelos de contratos y textos legales (como el de venta de una casa) y, finalmente, proverbios sumerios. Esto les servía de transición a la secundaria, compuesta de solo dos cursos y cuyo objetivo era que el escriba aprendiera a redactar textos completos y a disfrutar de los principales textos de la literatura sumeria.

¿Y los centros de enseñanza superior, donde se podía aprender medicina, astronomía, geometría...? Para eso tuvimos tendríamos que esperar bastantes siglos.

Las primeras universidades

En el siglo IX, las primeras escuelas de medicina aparecieron asociados a los bimaristanes, palabra persa que significa hospital o casa de enfermos, unos centros donde se trataba a todo aquel que lo necesitara sin que tuviera que pagar nada (es lo mas parecido a la primera seguridad social del mundo), pues se financiaban a través de donaciones.

La otra fuente de formación en el mundo islámico eran las madrazas, que aunque nosotros las asociemos a algo similar a los seminarios católicos, en realidad es un término que designa cualquier tipo de escuela. En 859 Fátima al-Fihri, la hija de un rico comerciante llamado Mohammed Al-Fihri, decidió utilizar la fortuna que le había legado su padre al morir para construir una madraza junto a la mezquita Al-Qarawiyyin en Fez (Marruecos). Aunque empezó como lugar de estudio del Corán y de la jurisprudencia islámica, muy pronto derivó hacia la enseñanza de la gramática, retórica, lógica, medicina, matemáticas y astronomía, lo que la convierte en la universidad más antigua del mundo.

Ahora bien, muchos historiadores europeos se rebelan contra ese título pues consideran que la universidad no lo define lo que enseña sino cómo se enseña, esto es, que una universidad es “una comunidad de docentes que poseen ciertos derechos, como la autonomía administrativa y el diseño y puesta en marcha de planes de estudio y de los objetivos de la investigación, así como la concesión de títulos reconocidos públicamente”. Y eso es un producto puramente europeo. Considerándolo así, la universidad más antigua sería la de Bolonia, fundada en 1088 y reconocida como tal en 1158.

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