La vida se recuperó rápidamente tras el meteorito que acabó con los dinosaurios
Se publican los últimos hallazgos realizados en el cráter de Chicxulub, un agujero de 180 kilómetros de diámetro originado por el asteroide responsable de la extinción de los dinosaurios.
Hace 66 millones de años un enorme asteroide impactó en la península de Yucatán (México) y provocó la desaparición de más del 70% de las especies que vivían en nuestro planeta. No fue la más dramática, pero esta extinción masiva del Cretácico-Paleógeno es la más famosa de todas, ya que originó la desaparición de los dinosaurios.
Este hecho determinaría la posterior historia natural de la Tierra: con la extinción de los llamados “reyes del Cretácico” se liberarían multitud de nichos ecológicos que ocuparían otras especies. Por ejemplo, un estudio publicado en Nature Ecology & Evolution reveló que, tras la aniquilación de los dinosaurios, los pequeños mamíferos que hasta entonces eran de hábitos nocturnos comenzaron a estar activos durante el día, un hito que marcó la evolución de este grupo de animales al que pertenece la especie humana.
Seguro que a muchos científicos les encantaría poderse asomar por una mirilla a ese momento y observar en directo todo lo que aconteció en el planeta tras el impacto del asteroide. Desafortunadamente, no podemos visitar el pasado, pero el análisis de los sedimentos del cráter nos ofrece una especie de viaje en el tiempo y nos puede dar pistas sobre lo que sucedió en aquel momento. Los últimos hallazgos al respecto se acaban de publicar en la revista Nature, y nos revelan que, en la misma zona en la que impactó el meteorito, la vida se recuperó a una velocidad asombrosa.
Una catástrofe de gran magnitud
Vamos a ponernos en situación: estamos hablando de un golpetazo cuya violencia se equipara a la de nada menos que mil millones de bombas atómicas, que produjo tsunamis de entre 100 y 300 metros de altura, terremotos de magnitud superior a 11 en la escala de Richter, lluvia ácida, aumento de temperatura e incendios a distancias de hasta 4.000 kilómetros del cráter. Una auténtica catástrofe.
Sin embargo, el equipo de científicos que ha participado en este estudio revela que, en el mismo cráter de Chicxulub, originado en el lugar de impacto del asteroide y con un diámetro de 180 kilómetros, la vida reapareció muy pocos años después, y además el ecosistema de alta productividad marina se recuperó en los primeros 30.000 años, un tiempo geológico comparativamente breve. Otros trabajos ya habían registrado rápidas recuperaciones en áreas alejadas de la “zona cero”, como España, sur de Francia o Túnez, pero se trata de la primera evidencia de este hecho en la propia zona del impacto, donde el cambio en las condiciones ambientales fue, obviamente, mucho mayor.
Los autores del estudio son miembros de la Expedición 364 del International Ocean Discovery Program (IODP) “Chicxulub: drilling the K-Pg impact crater” y han realizado sus análisis, que combinan datos geoquímicos con datos paleontológicos, en testigos obtenidos tras la perforación del cráter.
“Esta recuperación es incluso más rápida que en otras zonas más alejadas del impacto, y es consecuencia de la importante conexión de la zona del impacto con aguas abiertas, lo que permite el rápido restablecimiento de las condiciones favorables para el desarrollo de la vida”, ha explicado Francisco Javier Rodríguez-Tovar, investigador de la Universidad de Granada y uno de los participantes en el trabajo. El descubrimiento de trazas fósiles en los primeros sedimentos depositados tras el impacto ha confirmado la rápida recuperación de los organismos que viven en el fondo marino.
Durante los primeros días de junio se volverán a reunir los miembros de la Expedición 364, incluido el Dr. Rodríguez-Tovar, en Mérida (México) para visitar los afloramientos del límite K-Pg asociados al cráter y abordar las próximas líneas de investigación.
Referencia: Lowery et al. 2018. Rapid recovery of life at ground zero of the end-Cretaceous mass extinction. Nature doi:10.1038/s41586-018-0163-6