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Los verdaderos Daredevil

Daredevil, alter ego de un abogado ciego con un sentido del oído muy acentuado, usa la ecolocalización para luchar contra el crimen. Los animales la usan para buscar comida.

Es innegable que en los últimos años los personajes de cómic, ya sean los de Marvel o de DC, han logrado colarse en las listas de éxitos con sus adaptaciones cinematográficas. Tal vez, el que menos haya disfrutado de la gloria haya sido el Daredevil de 2003, interpretado por Ben Affleck y dirigido por Mark Steven Johnson, pues a pesar de recaudar el doble de su presupuesto no recibió muy buenas críticas.

La historia es un clásico de cómo se crean superhéroes: exposición al algo radiactivo. En el mundo real eso te mata pero en el Universo de Marvel te convierte en un superhumano. En este caso a Matt Murdock le ciega una sustancia radiactiva que transporta un camión al salvar a un invidente de ser atropellado. Esta exposición no le mata sino que le deja ciego y también aumenta la sensibilidad del resto de sus sentidos, sobre todo el del oído. Con el propósito de luchar contra las injusticias estudia derecho y mientras trabaja en un bufete de abogados durante el día, por la noche se dedica a desfacer entuertos a golpe de kung-fu. Para vencer a sus adversarios se sirve de la ecolocalización, su gran equilibrio y, sobre todo, de una auténtica ausencia del miedo.

Ecolocalízame, Daredevil

La ecolocalización que usa Daredevil se parece a la utilizada en los sónares de los submarinos para navegar por las profundidades del océano: el sónar emite un sonido que rebota al hallar un obstáculo. Al analizar el tiempo que tarda ese rebote en volver se consigue identificar la distancia a la que se encuentra el objeto interpuesto en su camino. Sin embargo hay una importante diferencia entre ambas: el sonar se basa en enviar un estrecho haz de sonido para localizar el objetivo, y Daredevil utiliza sus dos oídos. Gracias a que están separados cierta distancia uno del otro, el sonido rebotado llega con diferencias en la intensidad, tiempo y frecuencia a cada uno de ellos, dependiendo de la posición espacial del objeto que lo ha generado. Esta diferencia, Aunque sutil, permite a Daredevil recrear la posición espacial del objeto, incluso su distancia, tamaño y características.

Daredevil del mundo animal

En el mundo real hay bastantes Daredevil: son los animales que utilizan la ecolocalización, aunque no tienen que ser necesariamente ciegos. Los más famosos son los murciélagos, y estos, a pesar de no tener una gran visión, no carecen de ella. La ecolocación les permite encontrar lugares donde hay muchos insectos, poca competencia para obtener el alimento y pocos depredadores para ellos. Para ello emiten ultrasonidos que generan en la laringe a través de la nariz o de la boca abierta.

También los cetáceos como delfines, marsopas, delfines de río, orcas y cachalotes se sirven de la ecolocalización. Para ellos es muy útil cuando bucean en zonas de aguas turbias. En el caso de los los delfines, emiten los ultrasonidos en forma de ráfaga de clics, y los costados de su cabeza y su mandíbula inferior, que contienen una grasa aceitosa, son las zonas que sirven de receptores del eco.

Los animales que sí son ciegos, y además sordos, son los topos. La mayoría son excavadores y viven bajo tierra, por lo que la evolución ha hecho que sus pequeños ojos acaben tapados por piel y les sean inservibles. Tampoco disponen de pabellones auditivos pero en cambio tienen muy desarrollado los sentidos del tacto y del olfato, a lo que contribuye la presencia de vibrisas, unos pelos rígidos que se encuentran en la cara, las extremidades y la cola y que tienen gran sensibilidad táctil. Otros animales sin ojos son la anguila ciega del Yucatán, en peligro de extinción, o la culebrilla ciega, endémica de la Península Ibérica. Ambas especies tienen receptores sensoriales en la cabeza, tienden a ocultarse en cuevas o bajo tierra y algunos de los ejemplares presentar carácter albino.

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Delfines

En el fondo del mar

Pero los más increíbles y desconocidos son las especies abisales. Aquellas que viven en las profundidades marinas de más de 2 500 metros, donde apenas llega entre un 2 y un 7% de la luz solar, tienen un escaso desarrollo de sus ojos y son casi ciegos. Por eso utilizan otros sentidos más adecuados para percibir el entorno, como la sensibilidad a los campos eléctromagnéticos producidos por otros animales. En estas especies los huesos son bajos en calcio y están poco desarrollados debido a la oscuridad, y para superar la gran presión a esas profundidades tan grandes su cuerpo está lleno de agua y, por lo tanto, pueden aguantar el peso de la columna de agua simplemente manteniendo igualadas las presiones externa e interna.

No se conoce cuántas especies distintas habitan los fondos marinos, pero las que han sido avistadas tienen formas monstruosas si las comparamos con peces de lugares más superficiales y de los cuales descienden. Los peces abisales tienden al gigantismo debido a las condiciones extremas en las que viven. Crecen muy lentamente, su metabolismo es también muy lento y viven muchos años. Para salvar la falta de alimento y luz, presentan cambios evolutivos tales como grandes bocas, estómagos deformables, órganos bioluminiscentes, dientes desproporcionados...

Desde la superficie apenas llega alimento. Sólo el 5% del alimento que se produce en la zona iluminada llega hasta su hábitat, de modo que estos animales esperan inmóviles a que sus detectores de movimiento les comuniquen la llegada de algo comestible.

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