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Nuestros primos Neandertales no fueron tan distintos

Desde el primer hallazgo de fósiles de neandertales en 1856, hemos llegado a conocerlos en profundidad.

En 1856, los trabajadores de una cantera cerca de Düsseldorf, en el Valle de Neander, Alemania, descubrieron los primeros huesos fósiles de neandertales. Fueron también los primeros fósiles humanos encontrados, y en aquel momento representaron un enigma.

Al estudiar estos enigmáticos huesos, el anatomista alemán Hermann Schaaffhausen se dio cuenta de algunos rasgos muy toscos, por lo cual creyó que pertenecieron a un “bárbaro prehistórico”, anterior a la llegada de las tribus celtas o germanas. La sociedad científica aún no estaba preparada para un bombazo semejante, y las interpretaciones de Schaaffhausen no gustaron y le costaron la carrera académica.

Más bien recibida fue la interpretación de Franz Mayer, otro anatomista alemán. Al contrario que Schaaffhausen, opinaba que las características de aquel antiguo esqueleto se debían al raquitismo, y a llevar toda su vida montando a caballo. Especuló que se trataría de un cosaco ruso que deambulaba por la zona durante la guerra de liberación contra Napoleón.

Mucho tiempo después, en 1864, y habiendo entrado en una nueva era de las ciencias naturales, ya sacudidas por las ideas evolucionistas, William King describió el ejemplar humano fósil de Neander como una nueva especie, Homo neanderthalensis. Y en este momento, podemos decir que nace la disciplina de la Paleontología Humana o Paleoantropología.

Pero mucho ha llovido desde entonces, y la imagen de los neandertales que tenemos hoy día dista mucho de aquella. Así que vamos a ponernos al día.

El origen de los neandertales podemos rastrearlo hasta próximo Oriente, donde se han encontrado poblaciones de los llamados preneandertales. Desde allí, estos preneandertales se expandieron por toda Europa, donde dieron lugar a los neandertales. ¿pero cómo eran estos homininos y por qué nos hemos referido a ellos como nuestros primos?

Los  neandertales fueron una especie humana extinta que vivió durante el intervalo comprendido entre hace unos 300.000 y unos 28.000 años. Su distribución geográfica fue muy amplia y abarcó multitud de hábitats, desde las costas de Portugal hasta el Próximo Oriente e incluso Siberia occidental.

Las características físicas de los neandertales incluían una complexión muy robusta. Su gran robustez esquelética y las fuertes marcas de inserción de sus músculos indican que tendrían un cuerpo muy musculado. Tenían los hombros anchos, una gran caja torácica en forma de barril -no como la nuestra, que se estrecha- y extremidades cortas. Sus cráneos eran mayores que los nuestros, y poseían una capacidad craneal mayor, de lo que se extrae que su cerebro era más grande que el nuestro. El techo del cráneo era bajo, la frente huidiza, y tenían muy marcados los torus supraorbitales, los huesos sobre los ojos donde tenemos las cejas. Sus mandíbulas, al contrario que las nuestras, no tenían un mentón marcado. En cuanto al cabello y el color de piel, gracias a la secuenciación del genoma de individuos neandertales procedentes de El Sidrón (Asturias), sabemos que, al menos algunos de ellos tenían la piel clara y el cabello rojizo.

La dieta de los neandertales, a pesar de lo que se ha creído tradicionalmente, no era predominantemente carnívora. Los investigadores de El Sidrón han hallado, en placa dental calcificada, evidencias moleculares de ingesta de una gran variedad de plantas. Además, restos de asentamientos neandertales en la cueva de Bajondillo (Málaga) datados en hace 150.000 años, han revelado que también comían marisco.

Culturalmente, los neandertales se enmarcan en el Paleolítico medio, y suya es la cultura llamada Musteriense. Ya enterraban a sus difuntos -de hecho, en preneandertales ya se tiene constancia de enterramientos comunales, pero hay cierto debate en torno a ellos. Su industria lítica es la llamada modo III o Musteriense, que es una versión perfeccionada del modo II o Achelense que muchos preneandertales ya exhibían. También hay evidencia de que realizarían colgantes y otros adornos corporales. E incluso se han hallado pinturas rupestres de cronología neandertal, aunque son muy polémicas y son objeto de debate en la comunidad científica.

Cuando llegamos los humanos modernos a Europa, se debió producir algún tipo de convivencia, ya fuese más pacífica o violenta. De hecho, la secuenciación del genoma neandertal ha desvelado que los individuos euroasiáticos actuales compartimos entre el 1% y el 4% de nuestro ADN con los neandertales. Estos resultados plantean la hipótesis de que el ser humano moderno, a su llegada al Próximo Oriente tras salir de África, se hibridó durante un corto periodo de tiempo con los neandertales. Finalmente, tras un tiempo de convivencia, los neandertales se extinguieron. Y nos quedamos solos en el planeta.

Como veis, la imagen de los neandertales que tenemos ahora dista mucho de aquellos barbaros primitivos que imaginábamos hace décadas. Y es que no éramos tan distintos después de todo. E incluso como hemos visto, algunos todavía portamos un pequeñísimo porcentaje de ADN neandertal. Y bien orgullosos que deberíamos estar de ello.

Referencias:

Arsuaga, J.L.; Martínez, I. 1997. La especie elegida: la larga marcha de la evolución humana. Temas de Hoy.

Rosas, A. 2010. Los neandertales. ¿Qué sabemos de? Consejo Superior de Investigaciones Científicas y Los Libros de la Catarata.

Dalton, R. 2006. Neanderthal DNA yields to genome foray. Nature, 441, 260–261.

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