¿Por qué Nessie NO es un dinosaurio?
Muchos son los críptidos que han sido tentativamente explicados como dinosaurios o reptiles extintos. Y el más célebre de ellos es el Monstruo del Lago Ness.
El término “críptido” hace referencia a los animales todavía por descubrir desde la pseudociencia de la Criptozoología. Muchos de estos críptidos, de acuerdo con testimonios y leyendas, tienen un aspecto parecido a grandes reptiles. Razón por la que muchos han sido especulativamente explicados como dinosaurios u otros reptiles mesozoicos que, al contrario que sus compañeros extintos, sobrevivieron. Y el más célebre de ellos es, sin lugar a duda, Nessie, el Monstruo del Lago Ness.
En tiempos modernos se ha querido relacionar la figura de Nessie con los reptiles marinos del grupo de los plesiosaurios, tratando de encajar la descripción de este animal de leyenda con este grupo de reptiles extintos. Y lo primero es que estos reptiles acuáticos no son dinosaurios. Los plesiosaurios son un grupo de reptiles que pertenece a los sauropterigios, del que también son miembros los placodontos o notosaurios. Los plesiosaurios aparecen a principios del Jurásico o posiblemente a finales del Triásico y duraron hasta la extinción de finales del Cretácico, en la que también se extinguieron la mayoría de los dinosaurios. Se caracterizaban generalmente por una cola corta, un cuello largo y una cabeza pequeña provista de afilados dientes con los que alimentarse de peces e invertebrados marinos. No obstante, un grupo de plesiosaurios, los pliosaurios, evolucionaron hacia formas de cuello corto y robusto y cabeza grande. Eso sí, todos los plesiosaurios tenían las 4 extremidades convertidas en aletas.
Bien, las leyendas y avistamientos del monstruo del Lago Ness se remontan a hace siglos. En el texto religioso del siglo VII “La vida de San Columba” se relata cómo uno de los milagros de este santo fue salvar a una persona que estaba a punto de ser devorada por una criatura en el lago. Historias y batallitas alimentadas por esta leyenda continuaron a través de los siglos. Pero en todo este tiempo, nunca se habla de un reptil prehistórico hasta un avistamiento por parte de dos turistas en 1933. La descripción de los turistas es la primera que puede encajar con un plesiosaurio o incluso con un dinosaurio saurópodo, ya que mencionan su cuello largo.

Nessie como un Plesiosaurio
Durante las décadas posteriores aparecieron fotografías que pretendían demostrar la existencia de esta bestia, pero todas ellas fueron explicadas o bien como fenómenos naturales que no necesitaban de un plesiosaurio, o bien como fraudes. Una de ellas -en la que parecían observarse unas aletas romboidales- llegó a ser tomada en serio, hasta el punto de que fue usada por el naturalista británico Peter Scott para nombrar científicamente a Nessie en 1975 como “Nessiteras rhombopteryx” en la mismísima revista Nature. Eran otros tiempos, y finalmente las fotos resultaron ser imágenes de los sedimentos del fondo del lago y alguna ilusión óptica.
Lo cierto es que hay muchas razones que hacen altamente improbable la existencia de un plesiosaurio en el Lago Ness. En primer lugar, han pasado 66 millones de años desde que tenemos registro fósil de estos animales. Si hubieran sobrevivido, habríamos encontrado algunos fósiles de plesiosaurios a lo largo de todo el Cenozoico.
Por otro lado, es inviable la existencia de un solo animal, tendríamos que hablar de poblaciones. Primero, porque los animales tienen la manía de ser mortales. Y en el caso de hablar de poblaciones, para que éstas duren millones de años, necesitan reproducirse y que se vayan sucediendo generaciones sanas y viables. En este sentido, una población de animales grandes restringida a un valle o un lago no es viable a largo plazo. A nivel genético en poblaciones pequeñas aparecen problemas derivados de la endogamia o consanguinidad. Si una población de animales se ve reducida, también tiene una variabilidad pequeña, lo cual hace que sea más sensibles a cambios ambientales y, por otro lado, provoca que tiendan a expresarse genes recesivos que pueden tener efectos negativos.
Por si esto no fuera poco, los plesiosaurios, como animales terrestres que son, necesitan respirar aire con sus pulmones. Así que el escenario de estar sumergidos constantemente para escapar de las miradas es complicado.
Hablando del propio lago escocés, Loch Ness es de origen glaciar, y por lo tanto, reciente en términos geológicos. Los plesiosaurios ya llevaban muertos más de 60 millones de años cuando empezaron las glaciaciones del Plio-Pleistoceno.
Probablemente muchos de los avistamientos del monstruo sean confusiones con otros animales e incluso objetos, como troncos a la deriva o la liberación de gases generados durante la descomposición de materia orgánica en el fondo del lago.
Lástima, no lo vamos a negar. A todos nos encanta una buena historia o leyenda, y nuestras mentes quieren creer que estas criaturas pueden haber sobrevivido de alguna manera, pero lo cierto es que es altamente improbable. Por no decir imposible.
En tiempos recientes saltó a las noticias lo que se vendía como “un proyecto nuevo que va a buscar a Nessie a través de su huella genética”. Pero lo que realmente va a hacerse es un inventario genético, un análisis del llamado ADN ambiental del ecosistema del lago. Gracias a la secuenciación del ADN ambiental, se podrán detectar todas las especies de seres vivos que dejan su huella genética en los suelos o aguas. Y en caso de detectar algún genoma que no encaje con las especies previamente conocidas, se habrá descubierto una especie nueva. Pero antes de que nos emocionemos, lo más probable es que, de encontrarse ADN nuevo, se trate de especies o subespecies desconocidas de invertebrados o microorganismos.
Y es que, una vez más, nos encanta una buena leyenda.
Referencias:
Loxton, D.; Prothero, D. 2015. Abominable Science! Origins of the Yeti, Nessie, and Other Famous Cryptids. Columbia University Press.
Gascó, F. 2021. Eso no estaba en mi libro de historia de los dinosaurios. Guadalmazan.
Binns, R.; Bell, R. J. 1984. The Loch Ness mystery solved. Star Books.