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Los bochornosos fraudes en Paleontología

El interés que despierta la paleontología ha llevado a algunas personas a perpretar fraudes a lo largo de la historia. Afortunadamente, hoy es muy fácil desenmascararlos.

La Paleontología ha sido muy atractiva desde sus inicios, razón por la cual muchos eruditos se lanzaban a su estudio, y las sociedades científicas se hacían eco de los descubrimientos. Este gran interés hizo que, como es habitual en nuestra especie, mucha gente quisiera sacar provecho de la situación. A veces buscando la gloria, y otras veces, sacar tajada de la situación y del interés de los investigadores, nacieron algunos casos de fósiles fraudulentos.

El más famosos de ellos data de principios del siglo XX. En aquel momento los hallazgos de Paleontología Humana estaban en alza. En la segunda mitad del siglo XIX se habían descubierto varios especímenes de  neandertales, y todos los países del viejo mundo estaban queriendo encontrar restos fósiles del “eslabón perdido” dentro de sus fronteras.

En esta situación de carrera por encontrar ancestros de humanos se produjo un “hallazgo” en Piltdown, Sussex, Inglaterra. Un obrero encontró en una cantera unos fragmentos de huesos antiguos que parecían ser humanos, y se los llevó inmediatamente al arqueólogo Charles Dawson, quien presentó este hallazgo junto al paleontólogo Smith Woodward en la Sociedad Geológica de Londres: un “eslabón perdido” de la evolución humana, que además era todo lo que se esperaba según el pensamiento imperante en la época.

Entonces se creía que el origen de la humanidad había empezado con el crecimiento de nuestro cerebro, de manera que se esperaba encontrar un “eslabón” con una cavidad cerebral parecida a la de un humano moderno, pero con rasgos primitivos. Y esto era justo lo que habían encontrado: un cráneo con características parecidas a las de un humano moderno, pero con una mandíbula más simiesca. A este hallazgo se le denominó “Eoanthropus dawsonii”, y como era justo lo que se esperaba encontrar, se abrazó este hallazgo. Con el tiempo se descubrió que este “hombre de Piltdown” había sido un fraude construido a partir de un cráneo humano medieval y una mandíbula de orangután más reciente, ambos tratados químicamente para tener una coloración parecida y “fosilífera”.

Curiosamente, el hallazgo de fósiles reales de ancestros humanos en las últimas décadas nos ha enseñado que el proceso de hominización fue muy diferente a lo que sugerían los restos de Piltdown, siendo el aumento del cerebro uno de los últimos pasos, y empezando por la postura bípeda.

Un caso más reciente es el de “Archaeoraptor”, un falso fósil de dinosaurio. Este fraude estaba formado a partir del cuerpo de un ave y la cola de un dromeosaurio (grupo de terópodos al que pertenecen Velociraptor y sus parientes). El anuncio de este hallazgo se hizo en el año 1999, supuestamente tras encontrar el ejemplar, pero antes de que fuera convenientemente estudiado por expertos en paleontología de dinosaurios. ¡Tuvieron demasiada prisa los que fueron engañados con esta compra!

El exceso de entusiasmo fue fatal, ya que de haberse examinado minuciosamente, se habría descubierto el engaño. El fósil había sido comprado de manera ilegal a uno de los granjeros que recogían fósiles en la región de Liaoning en China, en lugares cercanos a los grandes yacimientos que han revelado muchos dinosaurios emplumados. En estos lugares donde afloran las mismas rocas que en yacimientos muy importantes, es habitual que gente local trate de ganarse la vida vendiendo fósiles que encuentran fuera de las canteras “oficiales”, y como es habitual entre los traficantes de fósiles, habían conectado partes de individuos diferentes para aumentar el precio de la pieza. En este caso, el estudio detallado del espécimen a las pocas semanas ya puso de manifiesto que la cola no pertenecía al pájaro. Una vez desmontada la quimera, el ave fue estudiada y nombrada como Yanornis en 2001, mientras que la cola se identificó como perteneciente a la especie de dromeosaurio que fue descrita en 2000, Microraptor.

En este caso el engaño duró sólo unos pocos meses, hasta que el espécimen fue estudiado en detalle, poniendo de manifiesto lo difícil que es que estos fraudes lleguen lejos en la actualidad. En paleontología debemos ser muy críticos y escépticos ante cualquier hallazgo. Y por suerte hoy en día tenemos técnicas de sobra para destapar estos engaños. Este incidente también demuestra el riesgo que conlleva la obtención de fósiles del mercado negro, sin tener controlado su lugar concreto de procedencia ni las condiciones de su hallazgo. Y es que la única manera de obtener toda la información de un fósil es excavarlo de manera científica, metódica, y legal.

Puede que en el mercado negro sigan queriendo engañar a paleontólogos sedientos de descubrimientos importantes con los que disparar su carrera, pero no cuentan con que nuestra ciencia tiene más de medicina forense que de coleccionismo. Afortunadamente.


Referencias:

Oliver, A.; Gascó, F. 2018. La Paleontología en 100 preguntas. Nowtilus, 352 pp.

Spencer, F. 1990. The Piltdown papers, 1908–1955: the correspondence and other documents relating to the Piltdown forgery. Natural History Museum Publications.

Zhou, Z. et al. 2002. Archaeoraptor's better half. Nature, Vol. 420, 285.

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