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El hombre que quiso cruzar un simio y un humano

En el instituto de investigación de Askania Nova, en Ucrania, hay una placa que conmemora que el biólogo Ilya Ivanov trabajó allí. Este zoólogo fue uno de los grandes expertos en la inseminación artificial de animales. Pero lo que no cuenta es que fue el primer científico que quiso obtener un híbrido de humano y simio.

En 1910 se celebró en Graz (Alemania) el Congreso Mundial de Zoólogos. Entre las ponencias había una que podía tidarse, como mínimo, de extravagante: la propuesta de obtener un híbrido de hombre y simio. Quien lo dio no fue un advenedizo sino uno de los científicos más reputados en el campo de la inseminación artificial de animales superiores, Ilya Ivanovich Ivanov. Con la tecnología que desarrolló consiguió que con un semental se pudieran fertilizar hasta 500 vacas: no es extraño que ganaderos de todo el mundo fuerna a visitarle. Su trabajo era impresionante: "Por inseminación artificial, puedes concebir a un ser cuyo padre, en el momento de la inseminación, no solo haya, sino que ni siquiera exista ya en la naturaleza", escribió. Ivanov era el director de la estación de investigación experimental en la Reserva Natural Askania-Nova, en Ucrania. En el instituto podían verse los resultados de sus cruces interespecies: bisontes con vacas, zebras con burros, antílopes con vacas o ratas con ratones.
Todo esto era el preludio de lo que estaba por venir.
Antes de la Revolución, Ivanov intentó convencer al propietario de la reserva natural, el barón F. Falz-Fein, de que le financiara los experimentos, pero el barón se negó: el hombre tenía un origen divino y solo pensar en hacerlo era ya un grave pecado. Pero llegó la revolución y, por suerte para Ivanov, los ateos bolcheviques no tenían remilgos religiosos y se encontraron con un científico que se ofrecía a cruzar el mono con el hombre y demostrar así que no somos obra de un Creador. Era una época en que desde el Partido se propiciaba cualquier proyecto de mejora de la naturaleza humana, una búsqueda por alcanzar nuevos límites. Como dijera el que fuera compañero de armas de Stalin (y después ejecutado en una de sus purgas) Gueorgui Piatakov: “La expansión ilimitada de lo posible, la transformación de lo que se considera imposible en posible, esto es lo que caracteriza al Partido Comunista Bolchevique. Este es el verdadero espíritu del bolchevismo".
En 1924, el profesor Ilya Ivanov envió un memorándum al Comisario del Pueblo de Educación, A. Lunacharsky, y al Comisariado del Pueblo, A. Tsyurup, solicitando que el gobierno promoviera experimentos para cruzar simios antropoides y humanos "en interés de la ciencia rusa y la promoción de una visión natural del mundo entre las masas". Para estos experimentos Ivanov pidió 15.000 dólares. Pero el gobierno tenía otras prioridades, con un país hambriento y empobrecido tras una guerra civil.
Así que Ivanov dirigió sus pasos a Francia. Allí, durante su estancia en el Instituto Pasteur, recibió el permiso de los directores para instalarse en la Estación Experimental de Primates en Kindia, en la Guinea Francesa, y llevar a cabo su investigación. Parecía que empezaba a cambiar su suerte: gracias a su prestigio internacional el gobierno británico le prometió ayudarle a obtener el dinero necesario para el proyecto y diversos mecenas norteamericanos pusierton su granito de arena. Hasta en la URSS algo estaba cambiando: Nikolai P. Gorbunov, ingeniero químico y gerente del Consejo de Comisarios del Pueblo, se interesó en su propuesta y el presidente de la comisión de adquisiciones extranjeras del Comisariado del Pueblo para la Educación, Novikov, escribió sobre el proyecto: "...que el problema materialista de origen humano y la propaganda científica materialista, que están inextricablemente vinculados con este experimento, debería haber sido desarrollado en nuestra Unión". En septiembre de 1924 Gorbunov destinó 10.000 dólares de la Academia de Ciencias Rusa para los experimentos de Ivanov.
En marzo de 1926, Ivanov llegó a la ciudad de Kindia, en Guinea, donde solo estuvo un mes. El centro no tenía chimpancés que hubieran llegado a la pubertad. Regresó a Francia y poco después el gobernador francés de Guinea le dio permiso para realizar sus experimentos en el jardín botánicode Conakri.
Ivanov llegó allí en noviembre de 1926 acompañado de su hijo, también de nombre Ilya, para ayudarle en sus experimentos. Ivanov dirigió la captura de chimpancés adultos y en las selvas de Guinea y, al final, el 28 de febrero de 1927 Ivanov realizó la primera inseminación artificial de dos hembras de chimpancé, Babette y Syvette. Todo se hizo en secreto pues si los trabajadores de allí se enteraban de lo que iban a hacer sufrirían “consecuencias muy desagradables”, como dejó escrito el propio Ivanov. Fracasaron. El 25 de junio volvieron a intentarlo y nada. Los Ivanov abandonaron África en julio pero se llevaron consigo trece chimpancés, incluidos las tres utilizadas en sus experimentos. Por el camino murieron dos de ellos. Cuando llegó a Sujimi, junto al mar Negro, los chimpancés empezaron a morir de distintas enfermedades. Había que empezar con el plan B: inseminar a mujeres con semen de simio.
Lo había intentado en África, pero no encontró voluntarias: “es necesario no solo aumentar el número de experimentos sobre inseminación artificial de chimpancés hembras con esperma humano, sino también realizar experimentos a la inversa. Lo último es mucho más difícil y complicado de organizar en África que en Europa. Es más fácil de encontrar mujeres que quieren participar en el experimento en Europa que en África".
En la primavera de 1929, con la ayuda de Gorbunov, la Academia de Ciencias creó una comisión para planificar los experimentos de Ivanov en Sujumi. La resolución de la comisión, convocada el 14 de abril de 1929 en el Departamento Científico del Consejo de Comisarios del Pueblo de la URSS, decía entre otras cosas que “los experimentos de hibridación por inseminación artificial de mujeres con esperma antropoide se pueden hacer solo con el consentimiento por escrito de la mujer” y que “deben realizarse en tantas mujeres como sea posible, al menos cinco”.
En julio de 1929, incluso antes de que comenzara el experimento, Ivanov se enteró de que el único mono macho en Sujumi, el orangután que había alcanzado la pubertad, había muerto. Un nuevo grupo de chimpancés llegó a Sujumi en el verano de 1930. Los protocolos de estos experimentos no han aparecido, pero sí se tiene sospechas de que no solo se llevaron a cabo en Sujumi sino también en los gulag, cuyos resultados desconocemos.
¿Cuál fue el destino del principal iniciador del cruce de un hombre con un profesor mono Ivanov? A mediados de 1933, un obituario se publicó en la revista Priroda: "el destacado biólogo soviético Ilya Ivanovich Ivanov falleció el 20 de marzo de 1932 a la edad de 62 años".

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