El desarrollo de los bebés: la otra ''evolución'' estudiada por Darwin
El padre de la teoría de la evolución por selección natural no solo investigó cómo las especies cambian a lo largo del tiempo. También realizó observaciones sobre el desarrollo de la infancia… ¡en sus propios hijos!
Si algo caracterizaba a Charles Darwin es que se trataba de una persona extraordinariamente metódica. Anotaba cualquier observación de manera sistemática y ponía a prueba, con rigor, todas sus hipótesis. Así de metódicas fueron las observaciones que realizó en las hasta entonces inexploradas islas Galápagos, como rigurosa fue la puesta a prueba de sus hipótesis empleando cría selectiva. Y gracias a ello, terminó desarrollando junto a Alfred Russell Wallace la teoría de la evolución por selección natural, presentada en la Sociedad Linneana de Londres en 1858. Al año siguiente, y no exento de dificultades, publicó su Supeventas, El origen de las especies, obra por el que todos conocemos al naturalista inglés.
Pero su afán por hacer metódicas anotaciones de todo cuanto observaba no se quedó en el desarrollo de la teoría que hoy, mucho más completa y ampliada, forma parte de la base misma de la biología. Él lo anotaba prácticamente todo.
En el año 1877, la revista británica Mind —Mente—, de reciente fundación, publicó un artículo de Hippolyte Taine sobre el desarrollo infantil; el primero que conoce la ciencia. Charles Darwin no tardó en responder a aquella publicación, con otra, en la misma revista, titulado Un esbozo biográfico de un bebé, escrito a partir de una enorme cantidad de manuscritos que el propio Darwin había terminado dos décadas antes, y que abarcaban desde 1839 hasta 1856.

Busto de Charles Darwin en el Museo de Historia Natural de Berlín
Los apuntes de Charles Darwin comienzan con su primer hijo, William, durante sus primeros seis años de vida, y continúan, solapándose, con su siguiente hija Anne, quien era el ojo derecho de su padre. En todo el proceso, Darwin mostraba una gran capacidad de disociarse de sus propias emociones; tenía un gran cariño por sus hijos, pero cuando escribía sus anotaciones, lo hacía con el tono de sobriedad que un científico tiene por un espécimen de estudio. Darwin continuó, aunque con menor intensidad, anotando expresiones y reacciones de los críos, hasta que, en un momento alrededor de 1844, abandonó el diario.
En su octavo día de vida frunció mucho el ceño, y creo que lo hizo antes. Ahora sus cejas son muy poco prominentes y con un ligero vestigio de vello. Por lo tanto, si fruncir el ceño tiene alguna relación con la visión, ahora debe ser bastante instintivo: además, la visión a esta edad es extremadamente imperfecta. Al noveno día, sin embargo, pareció seguir una vela con los ojos.
Charles Darwin, manuscrito de observación sobre sus hijos. 1839.
Fue Emma, su esposa, la que retoma el manuscrito desde 1852; aunque ella tiende a anotar más las interacciones sociales que sus hijos —que en ese momento son muchos más— tienen con otras personas, muchas de ellas en forma de anécdotas. La aportación de Emma representó un paréntesis de dos años que enriqueció el texto con un nuevo prisma, cambiando el énfasis hacia la asociación de ideas, el desarrollo del pensamiento lógico y el lenguaje.
Lenny siguió molestándome preguntándome una y otra vez “dónde estaba su foto”, y al final le regañe y le dije que se callara, cuando él inmediatamente me preguntó “pero dónde crees que está”. Y cuando le dije “Lenny, por qué me has vuelto a preguntar”— él respondió en un tono muy herido “no, no lo he hecho, porque solo he preguntado dónde creías que estaba.—
Emma Darwin, manuscrito de observación sobre sus hijos. 1855.
Charles retomó el cuaderno en 1854, con algunas anotaciones más de Emma, hasta 1856, donde el diario de observaciones se cierra. El manuscrito concluye con varias páginas, escritas por ambos, Darwin y Emma, con conclusiones sobre la lógica de los niños, el desarrollo de su autopercepción y de su autoconciencia.

Manuscrito de observación sobre sus hijos de Charles y Emma Darwin
En Un esbozo biográfico de un bebé, Charles Darwin reflexiona que la adquisición del lenguaje es un suceso clave para el desarrollo mental del niño, y lo extrapola a la importancia que tiene el haber desarrollado la capacidad de lenguaje en la humanidad. Él apostaba por derrumbar la barrera artificiosa del lenguaje entre los animales no humanos y nosotros, y lo argumentaba indicando que muchos animales tenían la capacidad de entender y comprender ciertas palabras u órdenes si se les enseñaba. La diferencia, decía Charles, radicaba en un “poder infinitamente mayor” del ser humano a la hora de asociar conceptos con sonidos, como resultado de la coevolución del lenguaje y el cerebro.
Este artículo científico fue uno de los primeros estudios de psicología infantil, campo bastante ignorado hasta entonces, con el consiguiente impacto a la ciencia de la Gran Bretaña Victoriana, y también supuso una innovación metodológica, ya que nadie antes había llevado un registro tan pormenorizado y durante tanto tiempo.
REFERENCIAS
Darwin, C. and Darwin, E. (1839-1856) Darwin’s observations on their children, Darwin Correspondence Project. Available at: https://www.darwinproject.ac.uk/people/about-darwin/family-life/darwin-s-observations-his-children (Accessed: 2 February 2022).
Darwin, C. (1877) ‘A biographical sketch of an infant’, Mind, os-2(7), pp. 285–294. doi:10.1093/mind/os-2.7.285.
Hellal, P. and Lorch, M. (2010) ‘Darwin’s Contribution to the Study of Child Development and Language Acquisition’, Language & History, 53(1), pp. 1–14. doi:10.1179/175975310X12640878626147.