Christina Koch: de la Antártida a astronauta de la NASA
Christina Koch es una astronauta de la NASA en activo, con una carrera envidiable y repleta de retos, pero sobre la que aún queda mucho que contar.
Cuando pensamos en grandes astronautas pensamos en los protagonistas de los inicios de la carrera espacial. Pensamos en nombres como Yuri Gagarin, Neil Armstrong o Valentina Tereshkova. Y aunque estas 3 personas jugaron un papel protagonista en las grandes hazañas espaciales de aquellos años, en la actualidad también tenemos figuras destacables, aunque menos conocidas. Por eso queríamos aprovechar hoy para hablaros de una de esas figuras: la astronauta Christina Koch.
Ella nació en Estados Unidos, en el estado de Michigan y apellidándose Hammock, aunque se crió a más de 1000 kilómetros de allí, en Jacksonville, en el estado de Carolina del Norte. Tal y como contaba en una entrevista a un medio local de Jacksonville, desde pequeñita ya soñaba con ser astronauta. Al parecer a los 5 años anunció sus deseos de abandonar la atmósfera terrestre (probablemente lo hizo con otras palabras) a sus padres, los cuales la apoyaron desde entonces. Para conseguirlo entró a la Universidad Estatal de Carolina del Norte, donde se graduó por partida doble, obteniendo titulaciones en ingeniería eléctrica y en física en 2001. También por esta época acabó una formación que la NASA ofrecía a jóvenes universitarios para introducirles en el funcionamiento de la agencia y el mundo de la exploración espacial.
Tras graduarse y superar un máster en ingeniería eléctrica, Koch comenzó su carrera profesional en la NASA, concretamente desarrollando sensores para instrumentación científica que volaría en varias misiones futuras. Buscando ampliar su experiencia en trabajo de campo, en 2004 decidió unirse al Programa Antártico de EEUU, participando en varias misiones que le llevarían a pasar largas temporadas investigando las regiones árticas y antárticas. La más larga de estas misiones tuvo un año de duración (incluyendo por tanto una estancia invernal), que Koch pasó en la estación Amundsen-Scott de la Antártida.
Ésta es la única estación situada en el polo sur terrestre. Fue construida en 1956 y ha estado habitada desde entonces por diferentes equipos científicos. La población residente varía desde el máximo de 200 personas en verano (que, recuerda, aquí ocurre entre el 21 de diciembre y el 21 de marzo) hasta un mínimo de unas 50 personas en invierno. En unas declaraciones que hizo para la NASA sobre su experiencia en Antártida, Koch dijo que “[Esta experiencia] significaba pasar meses enteros sin ver el sol, con el mismo equipo y sin contacto físico con el resto del mundo. Ni correo, ni comida fresca. La soledad, la ausencia de familia y amigos y la falta de nuevos estímulos son cosas con las que debes aprender a convivir.”
Tras su regreso del Polo Sur, Koch compaginó su trabajo de ingeniería eléctrica aplicada a la instrumentación científica espacial con varias estancias en ambas regiones polares, hasta que en 2013 fue seleccionada en la promoción 21 de astronautas de la NASA. Tras dos años de formación básica como astronauta, ya estaba preparada para participar en misiones al espacio. Su formación incluyó temas técnicos y científicos especializados para la tarea de astronauta, así como formación intensiva en el funcionamiento de los cientos de sistemas que hacen funcionar la Estación Espacial Internacional, formación en robótica, pilotaje del avión supersónico T-38 o supervivencia en entornos remotos y acuáticos.
El 14 de marzo de 2019 voló por primera vez al espacio, uniéndose a la tripulación de la EEI, junto con el cosmonauta Aleksey Ovchinin y el astronauta Nick Hague. El 29 de marzo, dos semanas después de su llegada a la Estación, se había planeado la primera actividad extravehicular llevada a cabo por 2 mujeres, Koch y Anne McClain, pero al no disponer de 2 trajes de su talla tuvo que reasignarse de McClain a Hague. Por suerte se aprendió del error y el 18 de octubre de ese mismo año Koch completó junto a la astronauta Jessica Meir (de la misma promoción de astronautas que Koch) el primer paseo espacial llevado a cabo íntegramente por mujeres, paseo que se repetirían en dos ocasiones más a lo largo de los meses siguientes. Durante estos se repararon algunos sistemas dañados y se instalaron mejoras en algunos de los observatorios a bordo de la EEI. A su regreso a tierra el 6 de febrero de 2020, Christina Koch se convirtió en la mujer que más tiempo consecutivo había estado en el espacio, habiendo durado su estancia unas horas más de 328 días. Estancia que está siendo aprovechada para estudiar los efectos físicos, biológicos y psicológicos de estancias prolongadas en el espacio en mujeres.
Como evidencia el error de previsión que impidió a McClain llevar a cabo aquél paseo espacial junto a Koch, la perspectiva de género es necesaria. Este término, tan odiado por mucha gente, en este caso tan solo significa eso: ser consciente de que no todos los cuerpos responden igual a las condiciones del espacio. Si nos centramos en estudiar la respuesta de un tipo concreto de cuerpos bajo estas condiciones, difícilmente podremos garantizar la democratización del acceso al espacio en las próximas décadas. Por eso iniciativas como la de la ESA de incluir a personas con diversidad funcional entre sus astronautas, son tan importantes.
Sin embargo, la carrera de Christina Koch no ha hecho más que comenzar. A finales de 2020 se anunció su presencia en el grupo de astronautas de la NASA que formarán parte de las futuras misiones Artemisa, con las que EEUU, junto con la ESA y la JAXA, pretende volver a la luna en 2025. Esta misión tiene entre sus objetivos llevar a la primera mujer a la superficie lunar. Tal vez sea Koch, o tal vez sea una de las otras 8 astronautas que forman este grupo inicial de 18 astronautas estadounidenses. Sea como fuere, a Koch le quedan muchos años en los que batir récords e inspirar a nuevas generaciones de futuras científicas y astronautas.