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Los primeros híbridos creados por humanos son de hace 4500 años

Un nuevo estudio desvela que los mesopotámicos usaban un cruce de burros domésticos y asnos salvajes sirios, 500 años antes de que se usaran caballos con el mismo propósito.

Los arqueólogos ya sospechaban que se trataba de un burro híbrido, pero no sabían con qué équido se había hibridado. Se ha logrado conocer el origen híbrido de estos animales gracias a los análisis genéticos del ADN antiguo de los huesos de estos animales. Los híbridos producidos reciben el nombre de “kungas” y son referenciados en las fuentes antiguas como “tiradores de carros”.
“Por los esqueletos sabíamos que eran équidos, pero no se ajustaban a la medida de los burros ni de los asnos salvajes sirios”, afirma Eva-Maria Geigl, especialista en genómica del Instituto Jacques Monod de París y co-autora del estudio. “Por lo que de alguna manera eran diferentes, aunque no estaba claro cuál era la diferencia”.
Los équidos o equinos (Equidae) son una familia de mamíferos que contiene solo un género viviente, Equus. Son animales parecidos a los caballos, como los asnos o las cebras. El estudio muestra que los kungas eran híbridos fuertes, rápidos y estériles, proveniente de una burra doméstica hembra y de un asno salvaje macho (Equus hemionus hemippus) u onagro (Equus hemionus), un équido nativo de la región. Los registros antiguos mencionan a los kungas como animales muy apreciados y caros, tal vez debido al complejo proceso a la hora de criarlos, explica Geigl. “Textos de la región de Diyala en Mesopotamia y del reino de Ebla [Siria] afirman que los precios de estos équidos eran considerables, llegando a costar hasta seis veces el precio de un burro”, afirma el estudio. Incluso eran usados como dote en matrimonios reales.
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Debido a la esterilidad de los kungas, igual que las mulas (híbrido estéril de yegua y burro), debían ser producidos únicamente apareando una burra doméstica con un asno salvaje, que tenía que ser capturado para la ocasión. La dificultad podría estar en que los asnos salvajes podían correr más rápido que los burros e, incluso, que los propios kungas. Y, además, era imposible domarlos.
“Realmente crearon bioingeniería para estos híbridos”, defiende Geigl. “Fueron los primeros híbridos de la historia, hasta donde sabemos y tenían que hacerlos cada vez que producían un kunga, lo que explica que fuesen tan valiosos”.
Los kungas aparecen mencionados en la Antigüedad, en muchos tablillas de arcilla en escritura cuneiforme de Mesopotamia. Aparecen representados tirando de carros de guerra de cuatro ruedas en el famoso “Estandarte de Ur”, un mosaico sumerio de hace unos 4500 años y que se exhibe en el Museo Británico de Londres. Eran usados por la diplomacia, en las ceremonias y en la guerra. Los kungas macho de gran tamaño se usaban para tirar de los vehículos de la “nobleza y de los dioses”. Los machos de menor tamaño y las hembras se empleaban para la agricultura, frecuentemente tirando de arados.

El último asno salvaje

Un espécimen de asno salvaje sirio galopando en el Zoológico de Schönbrunn, en 1915

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Esta especie está ahora extinta y el último asno salvaje sirio murió en 1927. No medía mucho más de un metro de altura y falleció en el zoológico más antiguo del mundo, el zoológico de Schönbrunn de Viena, Austria. Los restos de aquel pequeño asno se conservan en el Museo de Historia Natural de Viena. La investigación usó el genoma de los huesos de este último asno salvaje sirio para compararlo con los huesos de un asno salvaje de 11 000 años de antigüedad, desenterrados en el enclave arqueológico Göbekli Tepe, Turquía.
La comparativa reveló que, a pesar de ser de la misma especie, el asno antiguo era mucho más grande. Es decir, el asno salvaje sirio se ha vuelto más pequeña en los últimos años debido a diversas presiones ambientales, como puede ser la caza.
Los historiadores creen que fueron los sumerios los primeros en criar kungas, al menos 500 años antes de que se introdujeran los primeros caballos domesticados de la estepa al norte de las montañas del Cáucaso, según un estudio de 2020 en la revista Science Advances. Los registros indican que los estados que vinieron después de los sumerios, como los asirios, continuaron criando y vendiendo kungas durante siglos. Muestra de ello es el relieve en piedra hallado en Nínive (capital asiria) y conservado en el Museo Británico, donde aparecen dos hombres con un asno salvaje capturado y controlado mediante cuerdas (imagen D).
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De hecho, los huesos de kunga para el presente estudio provienen de un complejo funerario principesco en Tell Umm el-Marra, al norte de Siria, que data de alrededor de la Edad de Bronce, entre 3000 a. C. y 2000 a. C. Se piensa que este enclave son las ruinas de la antigua ciudad de Tuba, que es mencionada en las inscripciones egipcias.
Jill Weber es arqueóloga en la Universidad de Pensilvania y coautora de la publicación. Fue una de las personas responsables de excavar los huesos, hace unos 10 años. Weber ya había propuesto que los animales de Tell Umm el-Marra eran kungas, porque sus dientes tenían marcas de arneses y patrones de desgaste que mostraban que habían sido alimentados a propósito, en lugar de dejarlos pastar como burros normales.
Los kungas podían correr más rápido que los caballos, por lo que la práctica de usarlos para tirar de los carros de guerra probablemente continuó después de la introducción de los caballos domésticos en Mesopotamia, sostiene Weber.
Y, después de tanto auge, los últimos kungas murieron y no se criaron más burros y asnos salvajes, probablemente porque los caballos domesticados eran más fáciles de criar, dice Geigl. De portar dioses a quedar enterrado para siempre.
El artículo se titula The genetic identity of the earliest human-made hybrid animals, the kungas of Syro-Mesopotamia y se publicó el 14 de enero en Science Advance.

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