El efecto Mateo: cuanto menos lees, menos sabes lo que estás leyendo
Un fenómeno que tiende a ocurrir cuando se lee mucho es que los efectos son acumulativos y cada vez se aprende más al leer, lo contrario a lo que sucede cuando se lee poco.
El 'efecto Mateo' es un término que fue empleado por primera vez por el sociólogo Robert K. Merton en un artículo publicado en Science, en 1968. Si bien en un principio aludía al fenómeno de la acumulación de bienes, riqueza o fama (simplificado en la frase de Percy Shelley “el rico se hace más rico y el pobre se hace más pobre”), su uso se ha extendido a otras disciplinas como la economía, la psicología y la educación.
En este último ámbito, el término fue adoptado sobre todo por el psicólogo Keith Stanovich para explicar los desórdenes en la lectura y la escritura que identificó en sus investigaciones: los niños que tienen grandes habilidades lectoras desde el principio acumulan ventajas de por vida frente a los que no. Esto ocurre porque los niños que fracasan en lectura, leen menos, aumentando la brecha entre ellos y los compañeros que tienen habilidades leyendo, que acaban por leer más.
Stanovich, así, comparaba la riqueza material con la riqueza del vocabulario en el ámbito de la lectura: los ricos en palabras se hacen más ricos, y los pobres en palabras se hacen más pobres, parafraseando a Shelley.
A esto se suma que, al aprender a leer mejor, prestando más atención y desplegando una mayor capacidad de comprensión, somos capaces no solo de discernir lo que es verdad o mentira en el texto, sino que añadimos o completamos lo leído con lo que ya sabemos de antemano (lo que ya hemos leído en otros textos).
La riqueza de la lectura
Ralph Waldo Emerson señaló cómo la lectura es más productiva para el lector avezado que para el principante con estas palabras: “Cuando la mente se apuntala con trabajo e invención, la página de cualquier libro que leemos se ilumina con múltiples referencias. Cada frase es doblemente significativa”.
Maryanne Wolf, directora del Centro para la Dislexia, Estudiantes Diversos y Justicia Social de la Universidad de California en Los Ángeles, hibrida el efecto Mateo con las palabras de Emerson en su libro Lector, vuelve a casa: “Aquellos que han leído mucho y bien tendrán muchos recursos que aplicar a lo que lean; y los que no lo hayan hecho, tendrán menos que aportar, lo que, a su vez, les dará menos base para la inferencia, la deducción y el pensamiento analógico, haciéndoles más propensos a caer presa de información no contrastada, ya sean informaciones manipuladas o completamente falsas”.
Dicho de otro modo, quienes han leído poco, no sabrán cuánto ignoran de lo que están leyendo y también tenderán a ignorar más fácilmente cuánto ignoran.
Un fenómeno psicológico que ha venido a llamarse Efecto Dunning Kruger. Un sesgo cognitivo que se define como el hecho de que individuos con escasa habilidad o conocimientos sufren de un sentimiento de superioridad ilusorio, considerándose más inteligentes que otras personas más preparadas. Es decir, la incompetencia sobre la propia incompetencia. Un sesgo cuyo principal alimento es, precisamente, leer poco. Leer poco en los primeros años de nuestra vida y, sobre todo, dejar de hacerlo porque nos supone un desafío o un esfuerzo demasiado gravoso.