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Las claves del oscurecimiento de Mercurio

Un estudio revela que algunos materiales presentes en la superficie de este planeta evitan en gran medida que refleje la luz del Sol.

Los expertos en ciencias planetarias llevan décadas preguntándose por qué la superficie de Mercurio refleja tan poco la luz del Sol. Este planeta, el más pequeño del Sistema Solar –en 2006, la Unión Astronómica Internacional consideró que Plutón no lo era, y lo integró en una nueva categoría de objetos, denominados “planetas enanos”–, se encuentra a tan solo 58 millones de kilómetros del astro rey, esto es, se halla unas dos veces y media más cerca del mismo que la Tierra.
No obstante, refleja mucha menos luz solar que la Luna. Los astrónomos saben que los compuestos ricos en hierro presentes en la superficie de nuestro satélite contribuyen a “oscurecerla”, pero este no parece ser el caso de Mercurio.
Una de las hipótesis más sólidas que se han venido sosteniendo hasta ahora planteaba que la causa era, en realidad, la acumulación gradual de carbono, depositado en este mundo por los impactos de cometas y asteroides. Ahora, un equipo de investigadores del Laboratorio de Física Aplicada de la Universidad Johns Hopkins, en EE. UU., ha confirmado la presencia de carbono.
Sin embargo, en un reciente estudio publicado en la revista Nature Geoscience, indican que este no llegó a bordo de rocas espaciales, sino que se originó en las profundidades de Mercurio. De hecho, afirman que podría haber formado parte de su primitiva corteza, rica en grafito, que se resquebrajó y quedó enterrada durante el proceso de formación de la que luce en la actualidad.
Para determinarlo, el físico Patrick Peplowski, de la citada institución estadounidense, que ha coordinado la investigación, y sus colaboradores, llevaron a cabo un concienzudo análisis de los datos recabados por la sonda Messenger de la NASA entre 2011 y 2015. Las mediciones de la nave, en órbita alrededor de Mercurio, reflejaron una importante presencia de neutrones de baja energía, lo que, según los científicos, apunta a la presencia de carbono, en concreto, en forma de grafito.
Los modelos desarrollados por estos planetólogos revelan que cuando Mercurio era joven su mayor parte se encontraba cubierto por un océano de magma. Cuando este se enfrió, buena parte de los minerales que se solidificaron se hundieron. El grafito, sin embargo, se mantuvo “a flote”, de tal modo que daría origen a la primera corteza del planeta. Lo que queda de ella se encontraría mezclado con las rocas de origen volcánico y los restos de impactos que integran la que podemos ver hoy.
Imagen: NASA / JHUAPL / Carnegie Institution

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