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El monstruo acorazado de América era un armadillo

El análisis genético indica que los gliptodontes eran parientes gigantescos de este animal moderno.

El gliptodonte es una de las estrellas de la paleontología. Extinguido hace 10.000 años en Sudamérica, era, según se deduce de sus fósiles, una chocante y terrorífica criatura: dotado de una cola armada similar a una porra, estaba cubierto por un duro caparazón óseo y tenía el tamaño de un utilitario. Los primeros vestigios fueron descubiertos por el mismísimo Charles Darwin en la década de 1830, y desde entonces ha alimentado la imaginación de aficionados y expertos, que lo emparentaban, dado su aspecto, con los armadillos. Pero no sabían dónde colocar exactamente a este monstruo americano en el árbol de la vida.
Ahora ya casi no hay dudas: el gliptodonte pertenecería a una subfamilia de armadillos gigantes, de acuerdo con un estudio publicado en la revista Current Biology. Esta conclusión es fruto de las últimas técnicas de análisis genético: los investigadores consiguieron extraer ADN de un Doedicurus (uno de los gliptodontes más grandes que existieron) con 12.000 años de antigüedad, cuyos fósiles se guardan en un museo de Buenos Aires.
Luego lo compararon con el ADN de otros mamíferos placentarios del grupo Xenarthra (que incluye a los perezosos, los osos hormigueros y los armadillos), e hicieron una reconstrucción virtual del genoma del animal extinto. Así no solo determinaron el linaje del gliptodonte, una rama de la evolución del armadillo, sino que también han encontrado un posible ancestro común del monstruo sudamericano y su pariente moderno: un pequeño mamífero de unos seis kilos. El gliptodonte llegó a pesar dos toneladas en su momento de máximo esplendor, en el Pleistoceno.

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