El máximo galardón de cualquier disciplina ha recaído ocho veces en manos españolas. Aunque las claras vencedoras son las letras con seis galardones, las ciencias tampoco se quedan atrás.
Decía Karl Marx, filósofo y economista conocido por escribir ‘El capital’ y el ‘Manifiesto comunista’, que “acaso ningún otro país, excepto Turquía, es tan poco conocido y tan mal juzgado por el resto de Europa como lo es España”. Esta particular reflexión no debería apuntar únicamente a los otros países europeos sino también a la propia España, ya que es sencillo olvidar las grandes hazañas y los personajes que tanto destacaron en sus respectivos campos. Sin duda, el pueblo español es tan particular como su gente, una sociedad compleja y orgullosa que solo se puede comprender profundizando en ella y conociéndola. Ya sea en ciencias o letras, las grandes mentes del país consiguen destacar por su genialidad y hacerlo con un estilo propio que resulta, como poco, interesante.
Entre todos los premios que la comunidad internacional otorga en distintos campos, pocos gozan de tanto reconocimiento como los Premios Nobel. El galardón que creó Alfred Bernhard Nobel, muchos consideran que producto de su mala conciencia por las muertes que provocó la fabricación de la dinamita, ha ido ganando fama desde esa lejana primera edición en el año 1900. Más allá de la medalla o del dinero que compone el premio (8 millones de coronas salidas en parte de la fortuna de Alfred Nobel), la verdadera importancia de este reside en el reconocimiento que se hace de aquellas personas que más se han esforzado por contribuir y hacer avanzar los campos de la Física, la Química, la Economía, la Medicina, la Literatura y la Paz. En los más de 100 años que se llevan entregando los Premios Nobel, solo ocho científicos y literatos españoles han sido agraciados con este reconocimiento, un número nada desdeñable.
Los dos científicos, el médico Santiago Ramón y Cajal y el bioquímico y biólogo molecular Severo Ochoa, fueron dos de las figuras más relevantes del panorama español en el campo de la ciencia biológica y médica y sus descubrimientos cambiaron el panorama científico a nivel internacional. Por otro lado, a los autores de poesía, novela y teatro que han recibido el Nobel se les solía reconocer cómo conseguían innovar y profundizar en sus respectivos campos sin olvidar el respeto por la tradición literaria española, una de las más ricas y difundidas de Europa.
Estos son los nombres por los que se conoce a las grandes mentes españolas que recibieron el Premio Nobel.
José de Echegaray
La estela de los nobel españoles comenzó en 1904 con el Nobel de Literatura a José Echegaray. Lo curioso es que Echegaray fue matemático, ingeniero y político además de dramaturgo, y por ello le llovieron las críticas del campo de los literatos, sobre todo de la Generación del 98, que no le consideraba excepcional. Triunfó en todas las áreas en las que se involucró. Su andadura como dramaturgo comenzó en 1874 con ‘El libro talonario’, y a partir de ahí no paró de crear. “Como reconocimiento a las numerosas obras que, de forma individual y original, han revivido las grandes tradiciones del teatro español” la Academia le otorgó el preciado galardón.
Santiago Ramón y Cajal
En 1906, el Nobel de Medicina recayó sobre Santiago Ramón y Cajal, primer galardón de tal calibre en el ámbito científico para un español. Sus hallazgos sobre la conexión entre las neuronas fueron un hito en la neurociencia que le valió conseguir el preciado galardón, premio que compartió con el italiano Camilo Golgi.
Jacinto Benavente
En 1922 el dramaturgo se convirtió en el segundo español en obtener el máximo galardón de las letras. Benavente fue un autor que se atrevió con todo: drama, comedia, tragedia, sainete… Además, no se acobardó ante la irrupción del cine, y adaptó uno de sus clásicos ‘Los intereses creados’ en 1911 a la gran pantalla. Para la Academia, lo que más destacó del dramaturgo fue “la manera alegre en la supo llevar las ilustres tradiciones del teatro español”.
Juan Ramón Jiménez
Más de treinta años después, en 1956, otro literato español se hizo con el Nobel de Literatura, en esta ocasión, fue a parar al poeta Juan Ramón Jimenez. Fue un premio a toda una carrera, al conjunto de su obra, pero con una mención muy especial a una de sus más conocidas narraciones, ‘Platero y yo’. Como reconocimiento a “su poesía lírica” y a su “elevado espíritu y pureza artística que constituye dentro del lenguaje español” la Academia le otorgó el máximo premio.
Severo Ochoa
En 1959 el panorama científico español volvió a estar de enhorabuena gracias a Severo Ochoa. Segundo nobel de ciencias con nombre español, las aportaciones que le valieron el Nobel de Medicina fueron sus trabajos sobre el código genético: gracias al descubrimiento de la enzima polinucleótido-fosforilasa se supo cómo tenía lugar la síntesis del ARN.
Vicente Aleixandre
En 1977, otro Premio Nobel de Literatura tuvo nombre español. Este galardón fue un premio a la Generación del 27, a la que pertenecía Aleixandre. Esta generación de literatos, entre los que se encontraban grandes nombres como Federico García Lorca o Rafael Alberti, fue difundida y estudiada en todo el mundo. “Por su escritura poética creativa que ilumina la condición del hombre en el cosmos y en la sociedad de hoy en día, al mismo tiempo que representa la gran renovación de las tradiciones de la poesía española de entreguerras”, Aleixandre sedujo a la Academia que no dudó en otorgarle el Nobel.
Camilo José Cela
En 1989 el quinto Nobel de Literatura español fue a las manos del autor de ‘La colmena’. Este premio significó el reconocimiento a la gran novela española y a un tipo de narración con sello propio, la tradicional e inconfundible picaresca. Precisamente esta “prosa rica e intensa” que “muestra de diferentes formas la vulnerabilidad del hombre” fue lo que motivó el fallo del jurado.
Mario Vargas Llosa
El último Premio Nobel con sabor español fue también para otro literato, uno de los novelistas y ensayistas más importantes del siglo XX, Mario Vargas Llosa. Peruano de nacimiento, desde 1993 disfruta también de la nacionalidad española. Ha tocado todos los géneros: novelas policíacas, históricas, periodísticas e incluso comedias. En 2010 consiguió el premio “por su cartografía de las estructuras del poder y de sus mordaces imágenes sobre la resistencia del individuo”.
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