Un tsunami como un rascacielos
Hace 73.000 años, el desplome de la ladera de un volcán de Cabo Verde provocó una ola de 170 metros de alto.
El volcán de Fogo, que se alza en la isla del mismo nombre del archipiélago de Cabo Verde (situado en el Océano Atlántico, frente a las costas de Senegal), entró en erupción el pasado 23 de noviembre, arrasó varias aldeas cercanas y forzó la evacuación de la población. Las cosas podrían haber sido mucho peores si hubiera ocurrido lo mismo que hace 73.000 años, cuando una ladera de esta montaña se desplomó sobre el mar y levantó una gigantesca ola de 170 metros de alto que golpeó la isla de Santiago, a 55 kilómetros de allí.
Los científicos ya tenían constancia de ese tsunami prehistórico, pero no conocían su fecha exacta –lo databan en unos 100.000 años atrás– y pensaban que había sido de dimensiones modestas. Ahora, el geofísico Ricardo Ramalho y sus colaboradores de la Universidad de Bristol (Reino Unido) han desvelado los datos exactos del suceso.
El equipo de Ramalho ha analizado grandes rocas –del tamaño de autocaravanas– diseminadas por una meseta que se extiende a 200 metros de altitud en isla de Santiago. Las piedras, provenientes de los acantilados, llegan a estar 650 metros tierra adentro. Solo un megatsumani podría haberlas llevado hasta allí. Según los cálculos, la ola originada en Fogo habría medido unos 170 metros de alto y al impactar contra tierra los niveles de agua se habrían alzado más de 270 metros.
Para datar la fecha de la catástrofe, los investigadores midieron la concentración de isótopos de helio en la superficie de las rocas estudiadas. Cuando los rayos del sol golpean ciertos minerales, se produce helio-3. Midiendo la presencia de este en las superficies de las rocas expuestas a la luz desde el tsunami, se puede calcular el tiempo transcurrido desde el impacto de la ola. En este caso, 73.000 años.
Este trabajo permitirá crear modelos de colapsos volcánicos en islas y los consiguientes tsumanis que podrían provocar, algo muy importante de precisar en las Azores, las Canarias o Hawái, islas con volcanes jóvenes, altos y con gran inclinación, lo que genera un potencial peligro de derrumbe.